Desde 1992, cada 25 de julio se celebra el Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente. La fecha fue acordada en el marco del primer encuentro de mujeres negras, latinoamericanas y caribeñas celebrado en República Dominicana. Allí, mujeres afrodescendientes de 32 países de América Latina y la diáspora reconocieron la necesidad de afrontar el racismo desde una perspectiva de género, y de cuestionar la ausencia de las demandas de las mujeres negras dentro de los movimientos de mujeres y feministas de la región.
Desde entonces, se conmemoran jornadas en torno a la fecha que buscan visibilizar las luchas contra el racismo, la discriminación y las desventajas histórico-sociales que condicionan la vida y las oportunidades de las mujeres afrodescendientes a escala internacional.
La conmemoración intenta interpelar a los Gobiernos por el reconocimiento de los derechos de las mujeres afrodescendientes y por la articulación de políticas públicas que coadyuven al cumplimiento de los principios constitucionales de igualdad entre todas las personas.
Cuba, quinto país con mayor presencia de afrodescendientes en Latinoamérica, no es un contexto ajeno a la fecha ni a lo que se reivindica con ella.
Como parte de las políticas universalistas del Gobierno posteriores a 1959, los derechos de las mujeres cubanas dieron un salto amplio en la segunda mitad del siglo XX. La agenda específica de las mujeres afrodescendientes se integró a un proceso más amplio de reivindicaciones sociales y raciales, y perdió visibilidad. Las necesidades de estos grupos sociales permanecieron y parte de las desigualdades que los constituyen, también. La identidad afro y el reconocimiento de feministas negras en Cuba continúan siendo un pendiente en clave de movimiento social, aunque mujeres negras han sido y son relevantes en los espacios políticos, culturales e intelectuales.
Hoy, el dinamismo sobre el debate racial y de género en el país es resultado, también, del trabajo sostenido por investigadoras y activistas a lo largo de todos estos años. Entre ellas, Daysi Rubiera Castillo, Inés María Martiatu y Gisela Arandia.
A la vez, la sociedad civil cubana produce iniciativas prolíferas y son varios los afroemprendimientos comprometidos con fortalecer y revindicar la identidad afro. En esta última línea se encuentran Barbara’s Power, Beeyond Roots y Lo llevamos Rizo, proyectos todos liderados por mujeres.
De altísima importancia resultan también las iniciativas de carácter colectivo que buscan ampliar el activismo a favor de los derechos de las personas afrodescendientes, profundizar en la erradicación de la discriminación racial y visibilizar las desventajas que en particular afectan a las mujeres negras y mestizas. Sobre este perfil se insertan la Red Barrial Afrodescendiente, Afrodiverso, AfroAtenas y Alianza Unidad Racial. Por su parte, el Club del Espendrú y los Festivales de la Muñeca Negra se encargan de revindicar la conciencia y la cultura afro.
Mención especial merece la Red de Mujeres Cubanas Afrodescendientes, quienes cada año conmemoran y visibilizan el Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente.
Cuba cuenta también con investigadoras, intelectuales y activistas consagradas en la lucha por los derechos de las mujeres negras y mestizas en la Isla. Algunas de ellas crean espacios y proyectos digitales como el blog Negra cubana tenía que ser y el Directorio de Afrocubanas, ambos de obligada visita y gestados por Sandra Abdall’Ah Álvarez Ramírez. El proyecto TxT, coordinado por la profesora Yulexis Almeida Junco y el trabajo de las investigadoras Ana Cairo Ballester, Zuleica Romay, Odette Casamayor, Oilda Hevia y Norma Rita Guillard engrosa el acumulado intelectual de mujeres afrodescencientes cubanas.
Desde la emigración, mujeres negras cubanas también alzan sus voces comprometidas con la dignificación de las afrodescendientes a escala internacional. Entre ellas, Antoinette Soler desde España, Yarlenis Mestre desde Brasil, Lisset González desde Argentina y Tito Mitjans desde México.
En 2019, dentro del Decenio Internacional para los Afrodescendientes (2015-2024) declarado por la ONU, el Estado cubano creó el Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial encabezado por el presidente de la República. Al mismo tiempo, la prensa oficial ha dado muestras de preocupación y ha puesto en debate este tema impostergable e irresuelto.
Estas decisiones responden a demandas de la sociedad civil respecto a la persistencia y agudización del racismo en Cuba. La preocupación acerca de las desventajas económicas, laborales y sociales en la población afrodescendiente en Cuba es recurrente. El reforzamiento de estereotipos y lenguaje racistas en los programas y medios de comunicación también ha sido un eje de denuncias colectivas. La necesidad de un marco jurídico ampliado que proteja a las personas negras y mestizas también ha sido señalada por varias organizaciones y activistas.
Asimismo, se ha reclamado la ausencia de políticas de acción afirmativa a favor de las personas negras y mestizas en la Isla, a pesar de ser alternativas que presentan resultados favorables en otras latitudes del sur global. También en términos de pobreza, raza y género se ha debatido con justificada preocupación.
Recientes pronunciamientos institucionales sobre el racismo no consideran el eje de género dentro de la forma en que se reproducen las desigualdades raciales. Aunque por primera vez este año la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) ha acogido la conmemoración por el Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente y ha exhortado al reconocimiento de la contribución histórica y actual de las mujeres negras y mestizas en la sociedad cubana, la necesidad de profundizar en programas que reviertan la doble discriminación que condiciona la vida de las mujeres afrodescendientes en el país sigue vigente.
La falta de articulación entre quienes actúan desde la sociedad civil en los temas raciales y en los de género, y entre esas voces y las instituciones, obstaculiza la visibilización e intervención en las lógicas de desigualdad como parte de las cuales las mujeres negras son especialmente desfavorecidas. La agenda antirracista nacional necesita, con urgencia, incluir el enfoque de género.
Una alternativa en ese sentido puede ser la creación de una mesa de trabajo permanente con enfoque racial en el seno de la Federación de Mujeres Cubanas, organización protagonista en la lucha por los derechos de las mujeres en general. Asimismo, el Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial anteriormente mencionado puede incluir la perspectiva de género en el diseño de sus políticas públicas. Para ello, el diálogo y el trabajo conjunto entre las iniciativas estatales y no estatales es imprescindible. A su vez, la aprobación de una Ley contra la Discriminación, tanto racial como de género, respaldaría los derechos de todas las mujeres, pero, en especial, a aquellas más vulnerables: las mujeres afrodescendientes cubanas.
Articulo fantastico! <3