Con apenas 38 años, el Padre Sergio Ernesto Cabrera Angulo fue investido en 2009 como Rector del Santuario Nacional El Rincón, uno de los sitios de mayor arraigo religioso en Cuba. Propio de la juventud, el sacerdote incorporó ideas novedosas para la organización y funcionamiento de la Iglesia, como cuantificar los visitantes diarios e implementar los sistemas tecnológicos en función del culto. Hoy, vísperas del tradicional peregrinaje del 17 de diciembre a San Lázaro, la más multitudinaria de las manifestaciones litúrgicas en Cuba, el Padre Sergio cuenta las experiencias vividas durante estos siete años como máxima autoridad del templo.
Entre tanto tumulto, ¿cuán fiables podrían ser las mediciones de afluencia de público?
Como toda estadística, posee un margen de error, sobre todo porque es con dispositivos manuales y el ser humano puede equivocarse, dejar de contar algunas personas o contar otras dobles. Pero como es una masa tan grande, la aproximación final sí da una idea bastante precisa de cuántos visitantes tuvimos. Además, uno compara los datos con las mismas fechas de años anteriores y se nota que son semejantes, lo cual evidencia la coherencia del cálculo.
¿Cuándo comenzaron a llevar la cuenta?
Decidimos cuantificar los visitantes porque había otras estadísticas, pero siempre nos pareció que se quedaban por debajo de la realidad, además de que solo comprendían los días 16 y 17 de diciembre. Desde 2012 llevamos las cifras diarias y las almacenamos en nuestros archivos; eso nos ayuda, además de saber cuántas gentes vienen realmente, para organizarnos en función del público potencial que podemos recibir. Por ejemplo, el sábado 10 y el domingo 11 de diciembre recibimos 27 mil personas y no nos tomó por sorpresa, porque ya conocíamos que los fines de semana antes del 17 siempre ocurre un pico de afluencia.
En su experiencia durante siete años, ¿ha notado algún cambio en la composición de personas que vienen a mostrarle devoción a San Lázaro?
La devoción hacia San Lázaro, tal como se conoce, ha crecido en el tiempo, y ha crecido, paradójicamente, a lo largo de la Revolución. Es algo de que de manera directa o indirecta se le ha inculcado también a las nuevas generaciones. Aunque nuestras comunidades cristianas en su mayoría están compuestas por personas mayores, el apego al santo no es exclusivo de estas. Es impresionante la cantidad de jóvenes, que incluso no tienen una vida de Fe práctica, pero que se identifican con Lázaro y acuden a nuestro santuario.
¿Por qué le parece que los cubanos, aunque sean de diferentes generaciones, veneran tanto a este santo?
Ahí yo veo diferentes motivos. Primero, San Lázaro está asociado al tema de la salud, y la salud es algo fundamental, no solo para los creyentes, sino para cualquier ser humano. Aquí se aprecia que vienen personas de todo el abanico social y todo el espectro religioso.
Segundo, la figura de Lázaro “el viejo” genera conexión muy fácilmente con el pueblo. El pobre se identifica con el pobre, y eso ocurre en cualquier estrato social. Incluso los más pudientes, reconocen en sí carencias, cosas que quisieran tener y no pueden, o vacíos interiores que no encuentran manera de llenar.
Y en tercer lugar está la tradición, que ha pervivido a pesar de los obstáculos.
¿Cómo cree que esta tradición se ha acentuado, cuando la Iglesia Católica, su organismo rector, permaneció tanto tiempo enclaustrada?
La práctica religiosa se puede regular: ir a misa, ir al culto protestante, ir al babalawo… eso se puede controlar, y se hizo durante mucho tiempo. Desde el momento en que una persona se paraba en la puerta de las iglesias para apuntar el nombre de todo el que entraba y salía, eso es una manera de presionar, y mucha gente se dejó vencer por el temor y se alejó. Pero el pensamiento, la conciencia, la práctica interior… eso no lo maneja nadie.
Mi familia era revolucionaria, participaba del proceso, pero mi abuela tenía en el closet, al final, escondida entre la ropa, una imagen de Santa Bárbara. Y nos ponía a los tres nietos a pedirle para que saliéramos bien en los exámenes. Naturalmente, todo el ritual era oculto, ella nos decía que no se lo dijéramos a nadie, y mucho menos en la escuela. Con esto quiero decir que, aunque muchas veces no era público, las tradiciones pervivieron al interior de los hogares, y así se legó de padres a hijos y a nietos…
Aun así –y tal vez por eso mismo– se aprecia una apropiación popular del mito que rompe con las normas católicas…
La Iglesia es madre, y su función es acoger. Mucha gente ajena a nuestra realidad nos ha cuestionado que si con nuestra actitud, de alguna manera, no participamos de esta experiencia sincrética, que si al abrir las puertas de El Rincón no estamos alabando estas prácticas, aun cuando no estemos de acuerdo con ellas… Nuestro discurso es que la Iglesia es madre, y que las madres desean lo mejor para sus hijos, pero los quiere de cualquier manera, sin mirar sus fallas.
Uno comprende que la persona llega a una expresión religiosa a partir de una experiencia de Fe, de algo que experimentó en su ambiente, en su educación, y que se puede compartir o no. Mira, yo soy católico, y yo no voy a una sinagoga, ni a una mezquita, ni a un templo budista, porque todo lo que necesito lo encuentro en mi Iglesia… Entonces, mi punto cuál es: si esta gente vienen aquí, a este santuario, es porque les falta algo que no encuentran. ¿Cuál es mi plan? Darle lo que vienen a buscar, no cerrar las puertas, no juzgar, y sembrarles la semilla de un proyecto distinto.
¿Qué escenario prevé para la peregrinación de este 17 de diciembre?
Para mí, el Santuario es un termómetro social. La cercanía y alcance del contexto religioso depende mucho de la situación social. Ese vínculo se nota. Este año se percibe en la gente un nivel elevado de incertidumbre, gravita la pregunta del “qué pasará ahora”, y creo que muchas personas vendrán a buscar una respuesta o pedir que lo que pase sea mejor.
Yo tuve una experiencia muy elocuente el 17 de diciembre de 2014, cuando se anunció el inicio del restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Según se ha sabido luego, se eligió esa fecha porque es el cumpleaños del Papa Francisco, y querían reconocerle al papel que él desempeñó en el entendimiento. Como muchos peregrinos venían caminando, no se habían enterado de la noticia. Después de que hablaron los dos presidentes, al mediodía, yo tomé el micrófono y lo comuniqué a la multitud que estaba en el santuario. El aplauso, las lágrimas de la gente, fueron enormes. La reacción fue impresionante. Y que haya sido ese día mucha gente lo percibió como un milagro de San Lázaro, como una gracia….
Padre, ¿y este año podremos esperar otro milagro?
Nunca se sabe, nunca se sabe… pero la posibilidad no se puede descartar.