A pesar de la insistente lluvia de este jueves, La Tarasca estuvo en la Plaza de San Francisco de Asís desde la mañana, esperando porque las personas escribieran sobre su cuerpo todo lo malo que quisieran quemar.
“Adiós a la infelicidad”, “Afuera la amargura y la envidia”, “Abajo las dictaduras mentales”, “Que termine el racismo, el hambre y la guerra”, “No a la pobreza y las enfermedades”, eran algunos de los miles de pedidos que en todo el cuerpo del muñeco se podían leer en varias lenguas.
Desde hace tres años el grupo Gigantería revive esta tradición, que estuvo en Cuba dos siglos atrás. El títere simboliza un monstruo mitológico europeo y aunque no es propio de nuestro país, en La Habana se creía mucho en La Tarasca y así lo demuestran las actas capitulares que se conservan en el Museo de la Ciudad.
Este es un gran carnaval nocturno que está muy cerca del rito y como rasgo distintivo, Gigantería, ha hecho de La Tarasca un gran graffiti pues ha unido la añeja tradición con la del chivo expiatorio, que era expuesto por toda la ciudad y se sacrificaba, también, como un símbolo de que es posible quemar el mal.
La actividad forma parte de las acciones del IV Festival Leo Brouwer de Música de Cámara. Es por ello que junto al pueblo alrededor de 50 grandes artistas realizaron una peregrinación desde San Francisco de Asís, por toda la Avenida del Puerto, hasta La Punta para quemar La Tarasca justo a la medianoche.