El viacrucis del Viernes Santo regresó nuevamente a las calles de La Habana, después de dos años de aislamiento para los católicos cubanos debido a la crisis generada por la pandemia de la COVID-19.
Centenares de personas de todas las edades –en su mayoría adultos– se unieron a la procesión que partió de la parroquia del Cristo del Buen Viaje, un templo del centro histórico de la capital cubana, para recorrer el camino de las 14 estaciones que fijan paso a paso el acto religioso, que representa la muerte de Jesús.
A la salida del cortejo, el vicario general y canciller de la Arquidiócesis de La Habana, Ramón Suárez Polcari, instó a los fieles a “permanecer firmes en la fe y en el buen obrar”.
Un grupo de creyentes llevó en andas las imágenes de Jesús de Nazaret –cargando su cruz y coronado de espinas– y de la Virgen María Dolorosa por un entresijo de estrechas callejuelas de la zona más antigua y popular de La Habana.
La procesión –presidida por el cardenal y Arzobispo de La Habana, Juan de la Caridad García– reunió a sacerdotes, religiosas, diáconos y fieles, acompañada de un coche parlante desde el que se escuchaban cánticos.
Pero también se pronunciaron oraciones por Cuba, con votos a favor de la solidaridad, el perdón, la fe el respeto a los valores, la reconciliación, superar las divisiones, así como por aquellos que deben velar por el bien común y particularmente de los más necesitados.
Residentes y curiosos observaron el viacrucis apostados a las puertas de sus viviendas, en las aceras o desde lo alto de balcones y azoteas a lo largo de más de un kilómetro que tuvo su penúltima parada en la imponente catedral de La Habana y finalizó al ritmo de una marcha fúnebre en la iglesia del Santo Ángel.
De igual manera, su paso atrajo las miradas de numerosos turistas que paseaban por la zona que más frecuentan cuando visitan La Habana.
Fieles otra vez en el viacrusis
Ana María Martínez, llegó temprano al templo del Buen Viaje, del que es prácticamente vecina, y aseguró que fue movida “por mucha fe, porque siempre la tendré”. Según contó a EFE, se ha quedado sin familia: su única hermana falleció a causa de la COVID-19 y sus sobrinos viven en Estados Unidos.
“Tengo mucha esperanza de que la vida vuelva a ser como antes, aunque seguimos sufriendo por causa de esa enfermedad. Hay mucha gente que no ha perdido la fe y hoy he venido a pedir a Dios que me ayude”, señaló.
A uno metros de distancia, Adrián Rodríguez, un joven de 27 años que apoyaba la organización del viacrucis, consideró “muy importante” que pudiera realizarse porque da esperanza para “seguir adelante” luego de haberse deteriorado la situación económica del país que, en su opinión, “ha repercutido a nivel de las comunidades con el incremento de la fe”, aunque también ha disparado la emigración.
El Viernes Santo en Cuba
En 2012, el entonces papa Benedicto XVI realizó una visita pastoral a Cuba, durante la cual solicitó al entonces presidente de la isla, Raúl Castro, que se restableciera como festiva la conmemoración del Viernes Santo, que había estado suspendida por casi medio siglo.
Ese año y el siguiente, el Gobierno cubano declaró festivo con “carácter excepcional” el Viernes Santo en consideración a la petición de Ratzinger, y desde 2014 consideró esa fecha cristiana como oficial en el calendario de la isla.
En Cuba, con más de 11,2 millones de habitantes, se estima que un 60% de la población es católica, de acuerdo con la cantidad de personas bautizadas en el país caribeño.
Las relaciones de la Iglesias Católica y el Gobierno vivieron tensiones a inicios de la revolución triunfante en 1959, y después durante años se mantuvieron con altas y bajas hasta que comienzos de la década de 1990, transitaron a una distensión, especialmente desde la histórica visita del papa Juan Pablo II en 1998, a la que siguieron la de Benedicto XVI y del actual Pontífice Francisco.
Raquel Martori / EFE