Actores del elenco de Fresa y Chocolate, una de las películas icónicas del cine cubano, celebraron los 30 años del filme dirigido por Tomás Gutiérrez Alea (Titón) y Juan Carlos Tabío.
El lugar del encuentro fue La Guarida, una de las locaciones de la cinta que ha devenido uno de los más afamados restaurantes de La Habana. Allí se recordó “la importancia cultural de la película” y “su impacto en la sociedad cubana”, reseña la página CubaActores.
Vladimir Cruz (David), uno de los protagonistas de la cinta junto a Jorge Perugorría (Diego), festejó las tres décadas de la película junto a Mirtha Ibarra (Nancy) y Joel Angelino (Germán).
El reporte señala que entre los asistentes también se encontraban miembros del equipo de realización, así como familiares del elenco y los realizadores.
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La música principal de Fresa y Chocolate cobró vida otra vez en las manos del pianista José María Vitier. Asimismo, se proyectó el documental Silencio… se filma Fresa y Chocolate, de la realizadora Rebeca Chávez, audiovisual que revela secretos detrás de cámaras y anécdotas de la producción.
La Guarida también sirvió de espacio para la puesta en escena de El velorio de Rocco, diriga y protagonizada por Patricia Rodda. Se trata de una adaptación suya al texto original Good bye, Rocco, de Jorge Perugorría y Juan Carlos Tabío.
Fresa y Chocolate nace del cuento El Lobo, el bosque y el hombre nuevo, de Senel Paz, con el que mereció el premio Juan Rulfo. En esta pieza, el escritor —y luego guionista del filme— se adentra en una de las páginas oscuras de la historia reciente de la isla, marcada por la exclusión e intolerancia.
La cinta, que llevó a la gran pantalla la discriminación sufrida por los homosexuales en las primeras décadas de la Revolución Cubana, recibió una nominación a los codiciados Oscar como mejor película extranjera. Sus directores se alzaron luego con importantes premios en Berlin, Nueva York, Madrid, La Habana o Gramado.
Con una obra dedicada en gran parte a la historia de Cuba, Titón trascendió a nivel internacional, además de por su comprometido ideario teórico, por obras consideradas hoy “clásicas” dentro del cine cubano y latinoamericano como Memorias del subdesarrollo, Los sobrevivientes y La última cena, entre otras.
Para el crítico e investigador Juan Antonio García Borrero, el cine de Gutiérrez Alea, quien falleció en La Habana en 1996, habló de una utopía, soñó con ver realizada la utopía “y también tuvo tiempo de admitir que una utopía jamás pasará de articular, de modo bien precario y siempre con carácter provisional, lo que Chantal Mouffe llama el consenso conflictivo”.