Bordeando una calle apenas asfaltada, con pequeñas viviendas golpeadas por los años, se encuentra la galería de Michel Mirabal, uno de los pintores cubanos de mayor proyección internacional en los últimos años.
Mirabal decidió instalar su estudio en la periferia del poblado habanero de Guanabo, en un terreno donde antes no había nada. Solo polvo, tierra y una pendiente escarpada. Lo hizo por una razón que descansa en sus raíces. Su estudio lo bautizó como Finca Calunga.
“Yo nací en un barrio marginal. Sé lo que es vivir en un sitio donde los problemas son diarios. Cuando empecé en el mundo del arte y vendí mis primeras obras siempre dije que me encantaría trabajar con niños”, dice a OnCuba Mirabal en una de las esquinas de su galería.
“Tuve un abuelo que siempre me inculcó que los niños son lo más importante. Por eso fundé este lugar para recibir a niños y jóvenes. Esto era un montaña donde no había nada y poquito a poco, con mucho esfuerzo, construimos este sueño que hoy es una realidad”, agrega.
Para el artista, “se trata de compartir lo que la vida me ha dado con mi trabajo con gente como yo, que nacieron en barrios marginales. Son los ‘casos sociales’ que hay en muchas partes. En esta comunidad vive mucha gente que viene de otras provincias, en las llamadas casas ‘llega y pon’ y los niños a veces dejan de ir a la escuela. Uno ve esas cosas y trata de apoyar en lo que pueda. También con los niños sin amparo filial”.
En el contexto de la Bienal de La Habana, el pintor recibió en su galería al viceministro de Asuntos Exteriores y Cooperación Internacional de los Emiratos Árabes Unidos, Yacoub Yousef Hassan Al Hosani, junto a una delegación de su país. Mirabal conversó con los visitantes sobre su proceso creativo y contó anécdotas sobre sus obras y el interés que han despertado entre varios mandatarios y personalidades en varias partes del mundo.
Luego recorrieron la galería y les mostró las piezas de su nueva exposición inaugurada en los primeros compases de la Bienal. En el encuentro, la comitiva de Emiratos Árabes agradeció la acogida con una instalación de arte culinario con platos típicos de su país.
Mirabal ha expuesto en numerosos países y tiene una galería en Austin, Colorado, adonde debe regresar en los próximos meses. Durante su estancia en Estados Unidos ha entablado amistad con figuras de la cultura estadounidense y de otros círculos artísticos. En sus intercambios, dice, siempre ha estado presente el tema “Cuba”.
“Siempre he pintado la bandera cubana, por eso también es lógico que me pregunten mucho por mi país. Periodistas fuera de Cuba han tratado de sacarme lo que es y lo que no es. Pero lo que tenga que decir de mi país lo hablo aquí. No me parece correcto hablar por ahí de las cosas que pasan en mi casa, pero respeto al que lo hace. No es mi caso”, dice Mirabal y recuerda una anécdota que vincula con su obra a los presidentes estadounidenses Barack Obama y Donald Trump.
“Trump compró una obra mía en el 2001, perteneciente a la serie Manos. Creo que fue a través de su hijo, quien se la compró a una cubana en una galería de Nueva York. Eso quedó en Internet y los medios lo retomaron cuando alcanzó la presidencia. Obama tiene dos. Una que le donó la Embajada de Estados Unidos en Cuba, y otra que le hicimos llegar. Luego él me escribió una carta muy bonita que conservo.”
¿Cuáles son sus principales preocupaciones sobre el presente y el futuro de Cuba?
No quiero ver en mi país un Burger King o un McDonald’s. Quiero más libertades para los cubanos, pero no me gustaría que Cuba se llenase de las cosas que están en el mundo entero. No me gustaría que los cubanos perdieran la necesidad de sonreír o recibir a las personas con amabilidad. Tampoco me agrada la velocidad que tiene el mundo, por eso cuando salgo siempre trato de regresar pronto a Cuba.
Quisiera que podamos luchar contra nuestros problemas y no esperar a que haya crisis para que se abran otras puertas. Con crisis o sin crisis, tenemos que abrir puertas para que las personas puedan prosperar con su propio esfuerzo y tengan la calidad de vida que merecen.
¿Se siente reconocido en Cuba?
No lo suficiente. Me encantaría que la gente conociera más mi obra y tener más espacio para mostrar mi trabajo. Para eso están los curadores o galeristas, pero si no me tienen en cuenta será porque piensan que mi arte no tiene la calidad de estar junto al de otros artistas. O quizá por otra cosa. Por lo pronto estoy aquí y trato de mostrarme a Cuba y al mundo.
¿Cómo ha percibido la calidad de las obras en esta Bienal?
Yo encuentro arte en cualquier lugar, en cualquier objeto. En ediciones pasadas, como le dije personalmente director de la Bienal, hubo un proyecto que estaba en el Morro y agrupaba a una cantidad de artistas. El público que visitaba el sitio podía encontrarse en un solo día con muchas obras, pero en esta Bienal me parece que todo está muy disperso.