“No se puede entender Cuba sin la herencia africana. Sus creencias y su legado atraviesan la sociedad cubana a todos los niveles”. Así lo expresó la reconocida fotógrafa española Nuria López en la reciente inauguración de su muestra La larga travesía, en la sede de la Embajada de España en La Habana. La presencia y actualidad de lo africano en la identidad insular han sido abordadas por la artista, quien entrega una reflexión visual sobre ese legado sanguíneo, cultural e histórico, acerca del cual han escrito autores fundamentales de las ciencias sociales del país, comenzando por Fernando Ortiz y después por estudiosos más recientes.
Miguel Barnet, etnólogo seguidor de la huella orticiana y autor de ese clásico sobre el tema que es Biografía de un cimarrón, considera que, en el plano religioso y cultural, las diferentes religiones africanas han aportado un caudal mítico determinante en la cultura de los cubanos: “En Cuba los patrones de la mitología africana, especialmente la de origen yoruba o lucumí, como la llamamos popularmente, han servido para interpretar y determinar hechos políticos de gran trascendencia. El hombre popular, no ya el religioso, sino el profano, ha absorbido estos elementos míticos y los ha hecho suyos”. Otro especialista de mucho reconocimiento, Jesús Guanche, en varios de sus libros subraya igualmente el peso de la africanidad en la identidad cubana. Digamos que se trata de algo fuera de discusión en términos científicos y sociológicos.
Mitos, música, bailes, disfraces, deidades, costumbres, rituales y otros elementos constitutivos de lo identitario cubano fueron hibridados a lo largo de cinco siglos en Cuba, desde que en 1510 llegaron los primeros negros traídos por Diego Velázquez, seguidos por una arribazón indetenible motivada por las pingües ganancias del tráfico de esclavos desde África al Caribe. Desaparecidos casi hasta la extinción (pero no extinguidos) los amerindios cubanos cedieron el paso a los africanos, que rápidamente comenzaron a cruzarse con los españoles, los taínos y los chinos (también traídos en plan de servidumbre), para dar como resultado lo que es hoy la sociedad cubana desde el punto de vista de su cultura y color de la piel.
En La larga travesía, Nuria López aborda el tema desde lo icónico, para darnos a entender que esa perspectiva visual es tan relevante como la teórica. No le falta razón, y más en el mundo de hoy, donde lo visual se ha convertido en determinante para entender la cultura posmoderna o actual. En la fotografía insular, el tema racial ha tenido importantes cultivadores, como René Peña, María Eugenia Haya (Marucha), Ramón Pacheco, Juan Carlos Alom, Jorge Luis Pupo y otros.
No menos importantes fueron en su momento los ensayos fotográficos que en los años sesenta realizaron Alberto Díaz, con Korda y Roberto Salas, con Bembé y El último cabildo de Yemayá, respectivamente, sobre aspectos de la religiosidad afrocubana en los primeros años de la Revolución.
Lo cierto es que el negro nunca fue un elemento de primer plano en la fotografía insular; el cambio ocurrió en los ochenta del pasado siglo. Con anterioridad, fue recluido a una grotesca imagen del folclor más chato, en el mejor de los casos. Obviamente, esta reducción o desplazamiento, hoy se diría cancelación, está vinculada a los rasgos de discriminación racial que siempre existieron en Cuba y que, después de años de Revolución, aún subsisten.
La fotografía cubana ha estado lidiando con el tema desde la ruptura mencionada. Es llamativo que, en 2004, confluyeran en el tiempo dos exposiciones de arte que abordaron la temática racial tanto en Estados Unidos (Only Skin Deep, en Nueva York) como en Cuba (Labores domésticas, en La Habana). Se intentó demostrar con dichas muestras, por separado, y en las que la fotografía tuvo un peso importante, que seguían persistiendo en ambas sociedades manifestaciones de racismo que continuaban afectando la cultura visual y la correcta comprensión de la identidad.
Con otras palabras, en lugar de registrar los avatares de los grupos raciales, se intentó probar que la fotografía contribuye, de manera muy importante, a producir raza como hecho visual. La presente exposición de Nuria López, La larga travesía, viene a insistir en el asunto, pero desde el ángulo identitario y cultural.
La exposición que trajo a La Habana Nuria López tuvo una inauguración espléndida acompañada de bailes y música afrocubanos desplegados en la amplia y ventilada terraza de la sede diplomática española en La Habana. Allí la artista explicó que desde 1997 viene intermitentemente a Cuba, que irremediablemente se enamoró de sus gentes y cultura y que el tema de nuestra identidad la absorbió al punto de dedicar alrededor de seis años a construir La larga travesía.
Las fotografías de esta muestra se dividen por secciones, pero poseen una unicidad evidente. “El sueño de los orishas / Odù”, “La Sociedad Secreta Abakuá” y “Orgullo Negro”, son algunas de las subdivisiones en que se presentaron las imágenes, con una impresión de gran calidad, desplegadas en todo el espacio de la tercera planta de la sede diplomática.
“El sueño de los orishas” es un trabajo fotográfico que documenta las creencias y prácticas religiosas de origen africano: Regla de Ocha-Ifá y Regla de Palo Monte. “Odù” es la fuerza de los orígenes, la gran madre de àjé (fuerza femenina). Es la jarra primaria o el útero de la creación y es un trabajo fotográfico que explora el universo mágico de creencias ancestrales que conectan con la tierra y los elementos naturales que los esclavos africanos llevaron a Cuba. “La Sociedad Secreta Abakuá” relata sobre esta asociación religiosa en Cuba, la única de este tipo en el continente americano, con casi doscientos años de antigüedad.
Como se conoce, es una hermandad exclusivamente para hombres donde se instruye a sus miembros en un modelo de masculinidad hegemónica tradicional. “Orgullo negro”, por su parte, es un trabajo fotográfico que pone el acento en las manifestaciones de afirmación por parte de los descendientes africanos que se producen en la actualidad en Cuba desde diferentes sectores sociales y artísticos. Sobre este tema de tanta actualidad, la artista dice en su nota de autora: “En este trabajo me ha interesado dar visibilidad a las mujeres raperas que tienen un discurso de empoderamiento feminista y antirracista, así como a las personas que muestran su cabello afro como reivindicación identitaria y el movimiento de emprendimiento vinculado con la estética afro”.
Quiero llamar la atención acerca de la escenificación de muchas de las imágenes tomadas por Nuria López, pues es una de las características más interesantes del ensayo fotográfico. En la composición de estas, ella trata de aislar el objeto central de su discurso y así despojarlo de cuestiones secundarias o que puedan causar alguna distracción, lo que me parece una estrategia visual muy efectiva. Un video con mayor cantidad de información iconográfica fue proyectado en una pantalla de mediano formato y una actriz local declamó un texto alusivo al tema de la muestra.
Conocí a Nuria López en uno de sus tantos viajes a Cuba, hace unos diez años, vino esa vez con el propósito de fotografiar a artistas e intelectuales del país y comenzamos una amistad facilitada por un amigo común, valenciano. En nuestras conversaciones tratamos el tema de la fotografía cubana y otros de su interés. Me resulta muy significativo que haya creado esta exposición tan enfocada en lo folclórico y antropológico, evitando los enfoques turísticos y comerciales que tanta difusión han tenido en años recientes.
La larga travesía es una inmersión artística seria en un tema cardinal de la nacionalidad cubana. Estará abierta en la Embajada española de La Habana hasta el 5 de noviembre y, para visitarla, los interesados deben reservar previamente con la institución.
La calidad de las imágenes, el conocimiento del tema por la autora y su talento indiscutible han sido legitimados con esta excelente propuesta. La exposición tuvo como complemento un conversatorio sobre el ensayo fotográfico y sus connotaciones culturales, que contó con la presencia, junto a la artista, de dos especialistas en el tema: el Dr. Ramón Torres, subdirector del Instituto Cubano de Antropología, y la máster Inaury Portuondo, especialista principal del Museo Casa de África, perteneciente a la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.
Cuándo: Hasta el 5 de noviembre.
Dónde: Embajada de España en Cuba, Calle Cárcel Nº 51 esquina a Zulueta Habana Vieja Ciudad de La Habana.
Cuánto: Gratis, con previa coordinación con la Embajada.