Desde los últimos meses venimos escuchando de un proyecto de reestructuración en el Instituto Cubano del Arte e Industrias Cinematográficos (ICAIC). Llegan las voces desde una institución que para algunos parecía estática, posición totalmente opuesta a la dinámica real que debe asumir el séptimo arte en la Isla y el mundo. El ICAIC se somete a una radiografía exhaustiva, un mirar por dentro para pensar el cine desde una perspectiva renovadora, próxima a los intereses de una sociedad que también marca los pasos de la industria.
La presidencia del ICAIC se reunió con los creadores, especialistas y trabajadores de los Estudios de Animación de la institución y expuso los objetivos fundamentales a cumplir en el proyecto que redundará en el logro de un mejor escenario para el desarrollo del cine. Además de los principales dirigentes, el debate estuvo de la mano de los realizadores Manuel Pérez Paredes y Jorge Luis Sánchez, quienes integran el Grupo de Trabajo encargado de formular la propuesta y coordinar el proceso de consulta y participación de los creadores y de los demás trabajadores vinculados a la actividad cinematográfica en Cuba
Aunque el centro de atención son ahora mismo los protagonistas de los Estudios de Animación, el intercambio se extenderá a otros departamentos del Instituto. Esta vez se discutió el tema de los imprescindibles cambios estructurales y funcionales que han de producirse en la institución para adecuarla a las nuevas realidades económicas y sociales que vive el país.
El presidente del ICAIC, Omar González, explicó las particularidades del proceso, que debe conducirse necesariamente de manera responsable, con audacia y libertad en la formulación de las propuestas y con una amplia participación de quienes han hecho y hacen el cine cubano, sin exclusión de ninguna dependencia o especialidad.
Ahora el trabajo se encuentra en la fase de Diagnóstico que debe corresponderse luego con propuestas de soluciones. Además, se incluye un minucioso estudio de las normas legales que deben modificarse o aprobarse para implementar las propias transformaciones. Los pasos que se siguen toman en cuenta todas las demandas que se han apuntado en otros debates y estudios realizados previamente, como los congresos de la UNEAC, la Asociación Hermanos Saíz y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura, cuya consulta y participación permanentes están previstas en las premisas que rigen el desempeño del Grupo de Trabajo.
Para este septiembre debe estar listo el diagnóstico de la situación actual, un conjunto de posibles soluciones a implementar, un estudio de la factibilidad económica de dichas propuestas, de lo que saldrá una vez aprobadas, un cronograma para su aplicación.
Ahora, una de cal y otra de arena, pues en los últimos diez años el ICAIC ha invertido en el área del patrimonio cinematográfico, cuya existencia peligraba. Además ha propiciado la entrada de los jóvenes a la producción cinematográfica y ha apoyado la producción independiente, pero he aquí un punto débil aún en la estructura: esta actividad no cuenta con una normativa jurídica que la regule.
Cuestiones legales y organizativas entorpecen y limitan el trabajo de los creadores e inciden en cada una de las fases del desarrollo de una película. Otro punto flaco lo tenemos en el proceso de migración hacia la tecnología digital en todos los ámbitos del séptimo arte, pues no es secreto que en poco tiempo (si no es una verdad ya), la mayor parte del mundo la utilizará desde la filmación hasta la exhibición y en Cuba el tránsito de las salas a la era digital imperante choca de golpe con el complejo problema económico de la Isla. Muchos de los filmes, concebidos y terminados con altos niveles de imagen y sonido, se enfrentan a condiciones (dotación tecnológica envejecida, poco confort y mal estado constructivo de las salas) que limitan y disminuyen los valores con los que fueron creados.
Con este encuentro se continúa ampliando el proceso de renovación y reestructuración de un ICAIC que cuenta ya con 54 años, edad más que suficiente para una necesaria mirada hacia el pasado, pero con los ojos bien puestos en el presente y el futuro de un cine que tiene mucho que decir todavía.
Manolo Pérez (El hombre de Maisinicú y Páginas del diario de Mauricio) puso las conclusiones a la cita, según publica Cinecubano: “Aunque la geografía de los Estudios de Animación y la fisonomía de los rostros que observo desde aquí han cambiado -veo que la juventud impera en este lugar, como resultado de esta revolución digital que vivimos-, en medio del cansancio y la cantidad de problemas expuestos que abrumarían a cualquiera; me sorprende la esperanza que veo en ustedes y creo que hay que seguir luchando y creyendo, a pesar de los palos que da la vida. Es importante continuar defendiendo la especificidad de la creación cinematográfica. El sentido de pertenencia que siempre ha existido en los realizadores para con el ICAIC, existe todavía y lo veo en ustedes”.