Una vez más Juan Carlos Cremata vuelve a ser noticia. Pronto estrenará su más reciente filme, Contigo pan y cebolla, inspirado en la pieza teatral homónima del desaparecido dramaturgo Héctor Quintero. Casi tres años lleva inmerso en este proyecto el realizador de Viva Cuba y Chamaco, quien ha ido alternando sus obras cinematográficas con las puestas teatrales que tanto le placen como creador. Sobre esta nueva entrega, que podremos disfrutar próximamente “como regalo del verano para la familia cubana”, según declarara el cineasta a OnCuba, conversamos.
A más de medio siglo del estreno de Contigo pan y cebolla en el teatro, ¿cómo lograrás que el público contemporáneo se conecte con la trama en este nuevo filme?
Contigo pan y cebolla es un proyecto que teníamos desde que hicimos El premio flaco. Se lo habíamos comentado a Héctor Quintero poco antes de su deceso. La idea estaba en el aire y se concretó precisamente con el fallecimiento de Quintero. Al desaparecer el maestro se impuso no dejar de homenajearlo con esto y dejamos a un lado todos nuestros proyectos como digno tributo a su figura y a su presencia en el teatro cubano. El sabía del casting, del proyecto en general aunque no trabajamos juntos en el guion. Esta es su obra más representativa y para mí significa mucho y te confieso que no me encontraba del todo preparado para enfrentarla. La película siento que se está haciendo a sí misma sola. Héctor me comentó en una ocasión que Tomás Gutiérrez Alea estuvo interesado en llevar esta obra al cine en los sesenta, y se me ha ocurrido que entre Titón y Héctor me han ayudado a realizarla. Estoy feliz de realizarla como homenaje a una obra que marca la identidad del cubano. Cada vez que me encuentro por la calle a alguien que sabe que estoy a punto de estrenar la película, recuerdan que la vieron en el teatro y me doy cuenta de que siguen en Cuba muchas Lalas Fundoras, Anselmos Prietos, Anselmitos, Lalitas y viejas como Fefa. Para mí es todo un privilegio poder regalarle este filme a la familia cubana. Se lo dedico a Héctor, a mi mamá que es codirectora y a todas las madres. Aspiro a que se convierta en una favorita de la familia cubana porque es una comedia clásica costumbrista, la típica comedia familiar.
¿Hasta qué punto fue fiel a la obra original y dónde comienza su impronta como creador?
Hay un respeto acérrimo a la obra de Quintero y una inmensa intención de ser fiel a la obra original aunque se evidencian algunos pequeños guiños y cambios para que el espectador contemporáneo se sienta menos acartonado. A diferencia de El premio flaco aquí estamos buscando una imagen más cinematográfica y menos teatral. Fue nuestra intención naturalizarla con más movimientos de cámaras, presencia de encuadres de disímiles ángulos, bajándole el tono teatral que no necesitábamos porque trabajamos con micrófonos muy cercanos, insistimos en buscarle en cada plano la comicidad, lo que necesita desde el mismo guión original.
¿Cree que tenga vigencia aún esta historia en pleno 2014?
La vigencia del texto la estamos descubriendo a medida que la estamos haciendo. Nos quedamos fríos al ver cómo después de tanto tiempo conserva su vigencia el tema, al igual que nos pasó con El premio flaco. Es impresionantecómo esa situación de una mujer que quiere comprarse un refrigerador y vivir de las apariencias aún se conecta con lo que está pasando hoy día y refleja lo que pasa con la familia de la Cuba cotidiana. Es una muestra de nuestra identidad y también de lo cotidiano. Héctor supo reflejar muy bien a esa clase media baja con esa comicidad nuestra tan típica, y entonces… ¿por qué no recogerla para las futuras generaciones?
Mencionó que Quintero estuvo al tanto del casting.
El sabía que quería trabajar el protagónico con Alina Rodríguez. Al decir del propio Héctor, Alina fue la mejor Lala Fundora después de Bertha Martínez a quien esta sustituyó en la puesta en escena que él mismo dirigió. Para mí fue todo un reto dirigir a Alina con quien ya también había trabajado anteriormente. Ella tuvo que deconstruir su personaje que había interpretado antes para volver a construirlo en esta versión cinematográfica. También sabía Quintero que quería trabajar con Enrique, que era una deuda que tenía porque yo no podía quedarme sin trabajar con él. Creo que ambos hacen una dupla fascinante. En los roles de Lalita y Anselmito tengo a Natalia Tápanes y Carlos Solar y la tremenda satisfacción de contar con Alicia Bustamante, a quien Quintero quería mucho y le dedicó su obra Sábado corto. El regreso al cine y al teatro cubano de esta gran actriz es algo que me alegra mucho. También están Edith Massola, Osvaldo Doimeadiós, y el descubrimiento como actor del cantante Leoni Torres, toda una revelación.
¿Qué importancia le concede a las piezas de Quintero en el panorama teatral cubano que lo hace volver a filmar sobre sus textos?
Decir Quintero, la sola mención de su nombre repletaba teatro en este país, según Rine Leal en la Historia del teatro cubano porque fue, sin dudas, nuestro dramaturgo contemporáneo más popular. Por mi parte es una figura que me ha influenciado, gracias a Dios tuvimos la dicha de conocernos, incluso antes de El premio flaco me dio la autorización para hacer con su obra lo que quisiera. A Contigo… siempre la vi como un monumento mayor al que te confieso siempre le he temido, aunque ya no tanto. Tenía el temor porque era la predilecta de Héctor, y tocarle la niña de sus ojos era complicado. Al desaparecer él tuve que asumirla porque venero su figura y obra y creo que esta era el más sentido homenaje que se le podía hacer.
¿Qué principales diferencias encontramos entre esta entrega y sus anteriores filmes inspirados en textos teatrales?
Esta es una comedia alegre a pesar de sus tintes de melodrama, dentro de la tragedia hay alegría, es menos oscuras que las otras. La dirección de arte es mucho más alegre y más arriba que en El premio flaco que era menos alentadora. Esta era la película que necesitaba hacer después de Chamaco con la que me sumí en una tristeza profunda.
¿Cine en el teatro o teatro en el cine?
Un tramoyista en el teatro me dijo que me estaba metiendo en un gran lío queriendo hacer cine con el teatro. Son mis dos grandes pasiones, el cine y el teatro. Rodando Contigo pan y cebolla me iba a dirigir mis puestas teatrales. Tengo miedo de que me falten proyectos, cuando no tengo trabajo me deprimo, soy adicto al trabajo, el amor, tanto en el cine como en el teatro, pero lo del teatro es un amor antiguo que nunca abandonaré.
De verdad que no debe ser fácil llevar el teatro al cine, por tanto esperemos tenga un buen resultado como en las anteriores.