Una amiga cubana que vive en París, donde ha aprendido entre otras muchas cosas las artes de la buena mesa, me comentaba que en Cuba, en cambio, comemos más para energizar el cuerpo que para agradar el espíritu. Es una opinión un poco absoluta pero extendida entre muchos cubanos, sobre todo quienes vivimos los años más duros del Período Especial y hemos quedado convalecientes, con un apetito insaciable y el anhelo de manjares desconocidos.
En esas estaba cuando conocí del estreno, en el Festival Internacional de Cine de Berlín, de un documental de 82 minutos bastante singular que nos deja el paladar atento y el corazón agradecido.
Cuban Food Stories, producida y dirigida por Asori Soto, es la película de un viaje por la geografía y la identidad cubana en uno de sus aspectos menos difundidos en las últimas décadas: nuestras tradiciones alimentarias.
Asori Soto es un cineasta cubano que diez años después de vivir emigrado en Nueva York, decidió emprender este viaje de retorno a su Cuba, cámara en mano, para dejar testimonio de las zonas menos conocidas de la culinaria cubana a través de nueve capítulos: historias de cubanos que mantienen, en las montañas o en las costas, en las grandes ciudades o en los poblados más pequeños los “sabores” de Cuba. Mucho más complicados, variados y exquisitos de lo que se conoce.
Haber hecho esta película fue un ejercicio de introspección y de descubrimiento. Asori siente que lo vivido durante su realización le permitió darse cuenta del poder de las tradiciones alimentarias “no solo en la preservación de nuestro patrimonio, sino también como una herramienta para abrir una conversación sobre tolerancia y diversidad”.
En la Berlinale, nos cuenta, “nos sentimos muy afortunados pues la película fue muy bien recibida por el público y la prensa internacional. Las proyecciones fueron a sala llena y al final de cada proyección tuvimos muy buenas sesiones de preguntas y respuestas con el público. Próximamente tendremos la película como parte de la selección oficial del Festival Internacional de Cine en Guadalajara y en el Miami Film Festival, ambos en marzo”.
Tu película nos devuelve una imagen de Cuba que ni siquiera los propios cubanos tenemos a veces muy clara: somos diversos tipos de cubanos, varias Cubas dentro de Cuba.
Los cubanos somos muy diversos. Cuba es la isla más grande del Caribe y muchas provincias tienen diferencias culinarias bien marcadas. Muchos pueblos y caseríos están aislados geográficamente del resto del país y por eso podemos ver cocinas regionales totalmente distintas. Ya sea por el uso del cacao y el coco en Baracoa, o por la manera en la que cocinan los mariscos en Gibara, o por cómo asan el cerdo en hamaca en Viñales. En todas las provincias de Cuba podemos encontrar sorpresas culinarias, si sabemos cómo buscar.
Durante la investigación que hiciste, y luego en la producción, conociste personas sorprendentes, familias con historias increíbles.
Cada historia que está en la película tiene un significado muy especial para mí. Me resultaría muy difícil escoger una sobre otra. Lo que sí puedo contar es que me impresionó mucho la pasión de todos los personajes que conocimos por mantener sus tradiciones culinarias vivas. Cada uno a su manera y con los platos de su región.
Las dificultades para acceder a los alimentos han marcado la historia reciente de Cuba, al punto de que algunas tradiciones parecen haberse diluido o haber mutado ya de forma irreversible.
La situación económica en Cuba ha afectado sin duda alguna a la culinaria cubana. La escasez de alimentos e ingredientes es muy fuerte y hace que muchas recetas cambien o desaparezcan. Pero yo no comparto la idea de que sea de manera “irreversible”. Creo que cada vez más hay mucha gente interesada en rescatar los sabores más auténticos de Cuba y en crear un nuevo panorama culinario. Es aún una cantidad muy pequeña, pero cada día hay más productores de alimentos, chefs y emprendedores que trabajan muy duro para cambiar la situación actual. Creo que con tiempo y mucho esfuerzo vamos a poder lograr que la pasión por la cocina regrese a Cuba.
¿Crees que en Cuba existen potencialidades para inaugurar rutas turísticas basadas en la comida? Si alguien te encargara diseñar esa ruta, ¿qué lugares incluirías sin dudarlo?
Cuba tiene mucho potencial para hacer turismo culinario. En un futuro cercano estaremos publicando en las redes sociales de Cuban Food Stories nuestras recomendaciones de dónde comer en toda la Isla, ya sea en restaurantes o en casas particulares. Personalmente mis lugares favoritos para comer en Cuba son (de este a oeste): Viñales, La Habana, Gibara y Baracoa.
Qué lindo…que rico…me encanta la comida. Yo siempre tengo conmigo esas bolas de cocoa de Baracoa, de manos de mi amiga Sol que me ayuda con esta adicción al chocolate.