La coreógrafa española Susana Pous ha asumido “un reto”: estrenar este viernes con el Ballet Nacional de Cuba (BNC) su obra “Otra bella cubana”, una propuesta artística en la que comparten escenario la danza clásica y la contemporánea para narrar una historia femenina.
Pous, que reside en La Habana desde hace 25 años, se entiende en una entrevista a EFE como una “mujer creadora” en la realidad cubana actual, donde el ideal de la bella cubana, en el imaginario de los hombres, es el de una “mujer sensible, muy bonita y muy sensual”.
La artista catalana, cree que la situación de la mujer cubana “ha cambiado mucho y por suerte” con el tiempo. Ahora “ocupa otro lugar a nivel social, profesional, a nivel familiar”, algo que a su juicio “en el mundo de la danza también tiene que suceder”.
“Para mi siempre ha sido una inspiración hablar del mundo femenino desde mi propia perspectiva como mujer. Estoy muy interesada en hablar de los conflictos, las emociones, de mi presente, de lo que me rodea. Así es que mi idea fue eso, hablar de otra mujer cubana, de otra manera de ver esa feminidad”, asegura sobre su nueva propuesta.
Esa es la esencia de esta nueva obra, una pieza corta compuesta para solistas y cuerpo de baile, con música original de la artista cubana M Alfonso y diseños de Guido Galli.
Lo clásico y lo contemporáneo
Pous ve éste como un momento “significativo”, marcado por la invitación que le hizo la directora del BNC, Viengsay Valdés, “una mujer que viene del mundo clásico”, a ella, “una que viene de un contexto completamente contemporáneo”, para “crear y generar espacios para dialogar y para que haya creaciones en conjunto”.
Son “dos mundos que sobre todo en el pasado permanecían muy separados”, destaca Pous, quien debutó en La Habana en 1998 en el Festival de Ballet —como primera bailarina y asistente— del conjunto de danza de la coreógrafa española María Rovira.
Este proyecto, añade, “ha sido enriquecedor”: “Yo también he aprendido. Ahora estoy trabajando con bailarines que no son de mi propia compañía y que usan un lenguaje y un movimiento diferente”, reflexiona.
Su conclusión es que el ballet clásico y la danza contemporánea pueden “dialogar perfectamente”. “Estamos destinados a entendernos y a compartir. Ha sido un reto pero a la vez algo muy bonito para mi como experiencia”, afirma.
La directora de Mi Compañía cuenta que, tras el parón de la pandemia —que “ha sido un tiempo para pensar, enforcar tu mirada en otras cosas”— está “en un proceso de creación nuevo que se verá en los nuevos trabajos”.
En abril estrenará “Infinito”, donde habla de sus experiencias y la búsqueda de identidades, y para antes del verano espera sumar otra pieza, aún sin nombre. “Yo no paro”, afirma.
Responsabilidad como mujer
“Soy una mujer, tengo dos hijas mujeres —de 23 y 17 años— y tengo una responsabilidad en el contexto actual de las mujeres, en el que ha habido muchos cambios pero en donde hay todavía muchas cosas que transformar en la mente de los hombres y de las propias mujeres”, reflexiona.
Pous considera que “en Cuba hay mucho que hacer, hablar y crear conciencia no solo en los hombres, también en las instituciones, los centros laborales y en las propias mujeres”.
El machismo es palpable en La Habana, sostiene: “Es algo que se ve en la guagua (autobús), cuando caminas por la calle, en cómo hablan, en cómo te abordan y en las relaciones humanas”.
Aquí el arte puede ayudar a cambiar mentalidades. Por ello ha colaborado en proyectos como “Evoluciona”, una campaña contra la violencia hacia la mujer, y que llevó a su compañía a compartir sus obras que tratan sobre la maternidad y los conflictos femeninos en escuelas de arte y universidades.
Sostiene que en sus creaciones “siempre ha estado este imaginario femenino con una voz muy especial” y que le han inspirado sus hijas a las que dejado ser “libres para decidir lo que quieren hacer en la vida, sobre todo muy éticas y que se respeten a ellas mismas”.
Así es que Pous se dice afortunada. “(Soy) una mujer de mucha suerte porque estoy haciendo lo que quiero y eso ahora mismo es un lujo en el mundo, y una madre muy feliz y orgullosa”, afirma.
Raquel Martori / EFE