Por estos días Camagüey se ha convertido en centro del evento más importante que en materia del séptimo arte se desarrolla en la isla anualmente: el Taller de Crítica Cinematográfica. Desde el ICAIC, en La Habana; desde Santiago de Cuba y en Camagüey, críticos y realizadores representantes de diferentes generaciones de dentro y fuera de la Isla, para tomarle el pulso al actual audiovisual cubano. En esta edición, se auscultará de manera detenida la producción cinematográfica del país en la década del 80. A propósito de esta temática, se ha concebido un panel dedicado al cine de Fernando Pérez, Juan Carlos Tabío y Rolando Díaz.
El taller cuenta con la presencia de este último realizador, a quien podemos recordar por la comedia Los pájaros tirándole a la escopeta o el drama deportivo En tres y dos, filmes que han marcado la cinematografía cubana. Especial interés ha despertado para los camagüeyanos y los propios participantes del panel, la visita de Díaz que ha traído como propuestas el estreno de su documental Los caminos de Aissa y el largometraje Cercanía, protagonizado por Reynaldo Miravalles.
Un diálogo con Juan Antonio García Borrero, crítico de cine y autor del blog La pupila insomne ha permitido tener una idea más exacta y completa de todas las propuestas y metas que se ha trazado esta XX edición del taller en Camagüey.
A comienzos de los 90, este camagüeyano se lanzó, junto a un sólido equipo, a la cruzada de crear un evento que lograra reunir y promover el pensamiento intelectual sobre el audiovisual cubano. Desde 1993, ha batallado contra todos los obstáculos que pudieran impedir una nueva edición del taller y ha velado porque cada marzo, la crítica repiense su función en la isla. Juan Antonio García Borrero ha propiciado además con su blog La pupila insomne que el debate en torno a la producción audiovisual del país, encuentre cause en el espacio virtual durante los doce meses que transcurren entre edición y edición del taller.
¿Qué se siente poder compartir una vez más con aquellos que en 1993 se sumaron a su idea de crear un taller de la crítica cinematográfica?
Creo que es una experiencia interesante, porque realmente ninguno de los que estábamos participando en aquel primer encuentro teníamos idea de que podía permanecer en el tiempo. Creo que todos hemos crecido, hemos cambiado, hemos enriquecido nuestra visión sobre la crítica cinematográfica. De cierta forma, ese crecimiento ha contribuido a que después de 22 años uno sienta que ese proyecto inicial no fue en balde. Realmente nos hubiese gustado contar con la presencia de otros fundadores como Antonio Mazón y Carlos Galiano. No obstante, es importante que aun cuando ellos no están presentes, muchas de sus ideas si lo están.
¿Cuáles considera usted que sean los retos que debe enfrentar el taller de crítica cinematográfica en su XX edición?
Creo que es un evento que tiene que crecerse y refundarse. En mi criterio, veinte años está bien para cerrar una determinada etapa, pero es evidente que la crítica se enfrenta hoy a nuevos desafíos. La crítica tradicional ha llegado a un determinado punto en el que debe tener en cuenta que están surgiendo nuevos públicos, que las nuevas tecnologías están condicionando además nuevas formas de representar la realidad, pero al mismo tiempo, de percibir o recibir esa realidad. En este sentido, la crítica tiene que renacer más que persistir en una manera de mirar el cine, de mirar el audiovisual. En ese sentido, creo que el taller tiene todo el fundamento del mundo para seguir existiendo.
¿Por qué el taller de crítica cinematográfica en esta XX edición ha decidido tomar como punto de partida la producción cinematográfica y crítica de la década de los 80 en específico?
En el transcurso de los últimos años, el taller ha realizado una suerte de paneo cronológico. Ya tuvimos una edición dedicada al estudio del decenio de los 60. Se realizó en esa ocasión una relectura bastante crítica de la llamada década prodigiosa. Hace un par de años, hablamos sobre el cine cubano de los 70. Y, obviamente, pensamos que en esta ocasión podíamos regresar a los 80; un periodo que ha sido además mal estudiado, en el cual han prevalecido muchísimos prejuicios. Han predominado tres o cuatro filmes y a partir de ellos se ha evaluado algo tan complejo como pudiera ser el cine cubano de los 80; el cual, por cierto, no solo estuvo integrado por lo que produjo el ICAIC, sino también por otros materiales no circunscritos a dicha institución. Creo que el taller será una buena oportunidad para evaluar la producción del ICAIC y establecer nexos con lo que estaba ocurriendo fuera de este centro.