De la profesora Lázara Menéndez supe por primera vez por estar al frente de la investigación sociocultural del barrio de Cayo Hueso, proyecto desarrollado entre 1974 y 1978 por la Escuela de Letras y Arte, después Facultad de Filología. Luego por su condición de especialista en Arte Africano y Estudios Afrocaribeños, asignaturas que impartió y aun imparte en el edificio de Zapata y G. Además ha ejercido la docencia en el Instituto Superior de Arte (ISA), el Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”, la Casa de las Américas y el Seminario Teológico de Matanzas, entre otras instituciones cubanas. Fuera de la Isla, ha impartido conferencias en Lausana, Roma, Zurich y New York.
A fines de los años 90 hizo su doctorado con un estudio sociocultural de la Santería cubana, tema al que ha dedicado más de treinta años de docencia e investigación. Su libro Rodar el coco. Proceso de cambio en la Santería (Fundación Fernando Ortiz, La Habana, 2002) constituyó en su momento, por sus enfoques y perspectivas analíticas, un estudio clave para entender ese complejo cultural durante una época de transición.
La Doctora Menéndez es también, sin dudas, uno de los referentes a la hora de discutir los procesos de transnacionalización religiosa, en especial después de que obtuvo una beca de City University of New York (CUNY) para estudiar la Santería en la emigración cubana de la Gran Manzana. Junto a Adrián de Souza Hernández (1957-2013), integra una dupla que supo investigar desde el principio, con inteligencia y perseverancia, la influencia de África en la cultura cubana en medio de procesos de crisis, globalización y cambio.
Su último libro Para amanecer mañana hay que dormir esta noche. Universos religiosos cubanos de antecedente africano: procesos, situaciones problémicas, expresiones artísticas (Editorial UH, 2019), acaba de recibir el Premio Catauro, convocado por la Fundación Fernando Ortiz y el Instituto Cubano del Libro. Y también el Premio de la Crítica 2019.
OnCuba le agradece a nuestra entrevistada el tiempo que ha dedicado a responder estas preguntas, en medio de otras obligaciones, y se une a todos los que la felicitan por tan merecidos e importantes reconocimientos.
Tienes años enseñando en la Universidad religiones populares de origen africano. Dos preguntas al respecto: ¿cómo y por qué llegaste a ellas? y ¿cómo te las arreglas para investigar/escribir sobre estos temas, dado que en Cuba no dan sabáticos?
Fue en la academia donde descubrí el valor cultural de las prácticas religiosas de ascendencia africana y, en general, de la cultura popular tradicional. Esto lo he comentado en otros lugares. Yo era atea espontánea. No pertenecía a una familia vinculada a algún sistema de creencias religiosas en particular y cursé la primaria en la “Romualdo de la Cuesta”, una escuela municipal donde no recibíamos instrucción religiosa.
En 1968 cursaba el tercer año de la carrera de Historia del Arte y se introdujeron en el currículo las asignaturas Arte Africano y Culturas Negras en Cuba, impartidas por el profesor Argeliers León, en ese momento director del Instituto de Etnología y Folklore. Argeliers nos descubrió el valor del universo cultural del que eran portadoras las prácticas religiosas de ascendencia africana y la importancia que tenían para la cultura artística en general, y en específico para la música. Era, como se sabe, etnomusicólogo y compositor. Además se interesaba, creadoramente, por las artes plásticas. Un hombre muy culto capaz de poner de manifiesto, a través de la asignatura, la importancia que sus contenidos tenían para el conocimiento de la cultura cubana.
La docencia puede ser una buena aliada en el proceso de investigación si tú no eres de los profesores que te limitas a reproducir contenidos y te propones que el diálogo con los estudiantes sea creativo, tanto para ellos como para ti. Cuando la docencia es un acto de creación y no de adoctrinamiento, y la labor del profesor no se interpreta como un la de un burócrata obediente, la investigación y la docencia pueden ser mundos anchos, pero no ajenos.
Una vez que te vinculas con la investigación de terreno, los acontecimientos se van sucediendo y tú tienes que tener la disciplina y la habilidad necesarias para hacer el registro de los sucesos en los que puedes o te permiten participar. La sistematización y caracterización de las prácticas te debe posibilitar descubrir aristas o problemáticas no visibilizadas por estudios previos.
El arsenal teórico-metodológico del que tú dispones para el desarrollo de la docencia te puede ayudar en la formulación de los problemas de investigación, y viceversa. Los estudiantes, en ocasiones, resultan tus primeros interlocutores con los que puedes discutir ciertas tesis que te has planteado en el proceso de indagación.
¿Crees que el reavivamiento religioso de los años 90 fue positivo para la Regla de Ocha/ Santería? En caso afirmativo, ¿por qué?
¿Reavivamiento? No creo que sea ajustado a lo que se produjo con las religiones de origen africano por aquellos años. No se habló con igual intensidad de la Regla de Palo Monte, las Sociedades Abakuá o el Espiritismo que de la Santería y las denominaciones cristianas. Se comentaba con cierto asombro que las iglesias se llenaban, y con mucha preocupación de la cantidad de personas que se iniciaban en la Santería. En La Habana esas fueron las inquietudes predominantes. Cierto que muchas personas visitaban las iglesias y templos buscando, además de apoyo espiritual, ayuda para recibir comida y medicinas.
Con respecto a la cantidad de santeros, es imprecisa porque no hay modo de contabilizar las iniciaciones; pero además en la Santería tú debes llegar con el cofre lleno para después llenar el espiritual. Se juzgaba a partir de ciertos signos visibles, pero esto no es suficiente y puede resultar engañoso, por exceso o por defecto. ¿Qué tal si en vez de reavivamiento pensamos en que se visibilizaba lo que se hacía y se llevaba a escondidas?
La tesis del reavivamiento sirvió también para justificar económica, política y socialmente la crisis que se produjo a causa de la desarticulación del campo socialista. La vieja idea de que las crisis económicas, sociales, de valores etc., son las causas de la existencia de las creencias religiosas se avenía perfectamente con las circunstancias. Una vez más, la declaración de problemas dentro del país se debía a causas internacionales. Con esto no había que volver la mirada al solapamiento de las creencias religiosas por las presiones que se ejercieron desde la sociedad sobre los religiosos, ni sobre los criterios empleados para deslegitimar a los credos y a los creyentes, ni las limitaciones que tuvieron que enfrentar los religiosos en cuanto a su movilidad social, entre otras cuestiones.
Si te pidieran caracterizar a la Santería hoy, ¿cómo lo harías? ¿Cuáles serían sus principales problemas y desafíos? Te doy, para empezar, si quieres, un pie forzado: tradición vs. cambio.
Hace mucho tiempo asumí la tradición como algo que en un momento dado fue una innovación que pervive funcionalmente durante un cierto periodo de tiempo y será sustituida por otra innovación. Por consiguiente, la Santería de hoy es el resultado de un pasado inmediato y del presente que viven los religiosos. Si las personas pueden consultar en su teléfono móvil los signos del oráculo y trasmitirlos vía Internet, es un resultado del desarrollo de la tecnología. Impensable en la década del 60 en Cuba. Una práctica “viva” y popularmente connotada como la Santería está sujeta a modificaciones. Los especialistas e investigadores registramos los procesos de cambio.
Desde este punto de vista, ciertas novedades pueden afectar la estructura del universo santero y sus lógicas de funcionamiento y sentido. Por ejemplo, durante los años 70 en el universo religioso que yo trabajé era impensable que la persona decidiera iniciarse para agradecer a los santos por servicios prestados, en los 80 era escandaloso, pero las evidencias de este tipo de actuación eran mayores. En el nuevo siglo empezó a asumirse como normal y es un cambio que perturba una de las lógicas del sistema. El anecdotario acerca de los cambios es infinito, y mínima la percepción de la profundidad que estos pueden llegar a tener.
De un tiempo a esta parte, en la Santería funciones sacerdotales están siendo ocupadas por mujeres (iyanifás), un campo minado desde que la primera fue ordenada en Estados Unidos a mediados de la década de los 80, con repercusiones varias en América Latina, sobre todo en Venezuela y Cuba. ¿Cómo percibes este nuevo fenómeno?
Los estudios que se hacen sobre el tema en Cuba y la observación de la vida cotidiana no reflejan como algo significativo que las mujeres ocupen funciones sacerdotales desempeñadas por los hombres. Hubo mucho ruido y aparecieron pocas…. o ningunas nueces.
¿La posición sobre la homosexualidad está cambiando en la Santería?
De manera visible, no. Incluso hay un reforzamiento del segmento litúrgico Ifá no solo en Cuba sino también en otros lugares como México y Brasil, y es sabido que las posturas derivadas del modo en que se implementa la práctica de Ifá son heteropatriarcales. La desjerarquización de las estructuras patriarcales es uno de los pilares que apuntan a proteger las líneas de flotación del sistema Ocha-Ifá. Falta que pueda profundizarse. Ese parece ser un horizonte con muchísimos nubarrones.
En “Jonny el Babalao” el trovador Frank Delgado da cuenta del proceso de mercantilización de la Santería. Te recuerdo la tonada. Dice lo siguiente: “Ay, padrino, vea que salación/ La Regla de Ocha tiene su inflación”. El babalao responde: “Si algo ofrendo en pesos desconfían/creo que mis santos ya saben de economía/ Mis orishas se han aburguesado/y ahora solo quieren caramelos importados”. ¿Cómo valoras este problema?
El problema es muy complejo, y su análisis involucra diversas variables. No creo que deba ser ni bendecido ni satanizado, sino analizado porque la cuestión no afecta solo a la Santería, ni se puede explicar apelando a razones exclusivamente intrareligiosas. A mi modo de ver, faltan estudios que analicen en profundidad el asunto en Cuba y lo sitúen en los contextos socioeconómicos y culturales donde desarrollan los ejercicios religiosos, sin desconocer que las prácticas populares de ascendencia africana en Cuba han estado animadas por el empeño de favorecer una vida digna.
La práctica de la Santería, Regla Ocha o Ifá, como prefiramos denominarla, no vive al margen de la realidad contemporánea, ni las personas que están vinculadas a ella pueden aislarse de las crisis que en mayor o menor escala afectan a las sociedades donde se reconoce su presencia. Con mucha frecuencia cuando no se quieren enfrentar los problemas se elaboran discursos estigmatizadores que siempre buscan culpar a un “otro”, que es el que ocupa el eslabón más débil en la cadena de legitimaciones y jerarquizaciones.