Analizada cronológicamente, la trayectoria de Haydée Milanés es la de una cantante y compositora que ha encontrado una voz propia prestándole mucho interés a la voz de su generación y escuchando toda la música que la llama desde sus orígenes.
La cantante, que debutó muy joven en las grandes ligas de la música, ha sabido compaginar su innata capacidad para cantar y componer con los reclamos que exige su época.
No ha sido fácil ser música siendo Milanés. El peso de la leyenda de su padre, Pablo, siempre lo ha tenido cerca. Incluso en ese definitorio y complejo momento entre el final de la adolescencia y la entrada de la adultez sintió que debía alejarse lo más posible de la gravedad de su apellido, para que la identificaran por su propio nombre, por su propia voz, por sus canciones.
Pero la Haydée de hoy es una artista convertida en una de las cantantes y compositoras más completas de su generación, una artista que ha encontrado finalmente en la influencia de su padre un espacio para descansar, para reconocerse, para crear. Y lo disfruta como una niña puede disfrutar el calor de su familia, de ese mundo tan personal y lleno de matices que le dio vida, que la llenó de esa libertad creativa desde que escuchaba los ensayos de su padre en la habitación de arriba cuando apenas levantaba unas pulgadas del suelo.
Haydée es en la actualidad una cantante múltiple. Una artista que por igual le pone empeño a un concierto a base de boleros que permanecen en el olvido, a grabar un disco con temas de Marta Valdés, una sus de sus artistas más admiradas, o, sencillamente a reafirmar ante cerca de mil personas cómo ha llegado a ser la cantante que es.
Lo comprobó el público que la escuchó en su reciente concierto en el Museo Nacional de Bellas Artes defendiendo canciones que han dado forma a la memoria colectiva de su generación y a su propia obra.
Haydée no solo creció en un ambiente lleno de música desde la mañana hasta la noche, sino que ella se ha convertido por sí misma en una melómana irreductible. En su poco tiempo libre entre proyecto y proyecto, siempre trata de escuchar todos los sonidos que cree puedan aportar a la expansión de su obra.
En el patio de Bellas Artes protagonizó un espectáculo donde todos los detalles los desgranó con extrema naturalidad. Allí, desde el piano o detrás de un micrófono, secundada por una banda de excelentes instrumentistas, acudió a canciones de Pablo, Silvio, Carlos Varela Santiago Feliú, Kelvis Ochoa y Descemer Bueno junto a canciones de su autoría.
No es habitual ver un concierto donde se escuchen temas de tantos músicos que han cargado en sus canciones la multiplicidad de voces de un país en construcción y encima hacerlo con la sencillez y la naturalidad de quien canta en la sala de su casa.
Haydée sabe mantener un estrecho diálogo con quienes la escuchan. En este caso, además, con quienes le agradecen que rinda homenaje a sus raíces, y a su generación, que siempre se reconoce en la banda sonora que la definió, aun con hondas fracturas emocionales.
“Para Bárbara”, “Unicornio”, “Identidad”, “Yolanda” y “La conga de Juana”, fueron algunas de las canciones en un concierto de factura impecable y orgánica desde el principio. Lo consiguió desde la narración autobiográfica, la sencillez y la necesidad de salvarse ella misma del olvido, a través de la evocación de un tiempo que no solo ocupa un lugar en la memoria.
Muchos años de Cuba, épocas con sus complejidades, pasaron como las páginas de un libro ante una multitud que no dejó de aplaudirla.
La cantante ha hilvanado una carrera plena de coherencia, sin artificios, con la que ha llegado a obtener reconocimiento internacional. Y es sabido que no es fácil alcanzar esa cresta sin dejarse arrastrar por los mecanismos y esquemas predeterminados de la actualidad musical.
El concierto fue también un adelanto del nuevo disco, Amor Deluxe, con canciones de su padre interpretadas a dúo junto a relevantes nombres de la música iberoamericana, como Fito Páez, Pancho Céspedes, Chico Buarque o Lila Downs.
Haydée no solo se consolida como artista a velocidad de vértigo, sino hace de su puesta en escena un recordatorio de que sabe escuchar con detenimiento y cierta urgencia la voz de su generación.