Fotos: Carolina Vilches
“¡Halen la pita y que baile el trompo!”. Basta una frase, y Santa Clara despierta del letargo provinciano en el que dormita, los bailarines toman la calle como cuartel y durante varios días,las noches se llenan de luces brillantes y trajes de colores.
Despedir el año danzando es una tradición que se repite por octava ocasión en esta ciudad, desde que Ernesto Alejo, director y coreógrafo de Danza del Alma,convidara a la primera edición de la Temporada de la Danza Para bailar en casa del trompo.
Desde entonces los santaclareños esperan fielmente esta navidad danzante, que inicia con los obreros que arriban cargados de andamios para armar el escenario en un costado del parque Leoncio Vidal, y culmina con la promesa del rencuentro el año siguiente.
Alejo, otro de los quijotescos soñadores que convirtieron a Santa Clara en campo fértil para sus proyectos artísticos, explica que el festival constituye una oportunidad para demostrar el abanico de posibilidades que tiene la danza cubana, y la multiplicidad de obras que los coreógrafos del país generan.
En esta ocasión, como en las anteriores, desde el día 6 y hasta el 22 de diciembre, participaron varias de las compañías más destacadas en el panorama danzario nacional, escogidas por su activa trayectoria durante el año y la calidad innegable de sus propuestas estéticas.
Además, el encuentro estuvo dedicado a Isabel Bustos, Premio Nacional de Danza y directora de la compañía Danza Teatro Retazos, y a los 25 años de la agrupación Danza Espiral. Junto a estos importantes conjuntos, compartieron escena el Ballet Folklórico de Camagüey, Danza Abierta y la compañía de Rosario Cárdenas.
Villa Clara tuvo su propia cuota de participación en la que los anfitriones,la Danza del Alma, ocuparon un papel central, y como ya es usual en cada temporada, se reservó un lugar especial para los estudiantes de la Escuela Vocacional de Arte Olga Alonso y la Escuela Profesional de Arte Samuel Feijóo.
El programa contó también con diferentes encuentros teóricos y espacios colaterales que incluyeron un taller sobre la escritura danzaria, la inauguración de la muestra fotográfica Siete años halando la pita, de los artistas Carolina Vilches y Cristyan González, y la exposición dedicada a los 60 años de vida artística de Perla Rodríguez.
El artífice del festival asegura que «resulta muy complicado hacer un evento como este. Es difícil complacer al público, y yo soy un hombre muy poco lisonjero… Diría que no siempre viene lo que quiero traer, pero lo que traigo es lo mejor de este país, como es el caso del Ballet de Litz Alfonso y el Ballet Nacional de Cuba».
Reinaldo Echemendía, director del Ballet Folklórico de Camagüey, considera que los requisitos principales para bailar en Santa Clara consisten en estar preparados de toda la vida, y contar con una compañía sólida, porque el rigor del público y los invitados no permite improvisaciones ni novatadas.
Sin fosos que separen
El festival valida la creencia de que en tiempos de crisisquizás el más beneficiado es el arte, pues según su propio organizador, nació en una época cultural y patrimonialmente deprimida para la ciudad, en medio de la clausura de importantes instituciones como el Teatro La Caridad, y la falta de espacios para la promoción de la danza.
Presentarse en la calle no fue opcional, sin embargo, aunque en la actualidad los espectáculosocurren también en el teatro, esta se mantiene como el escenario principal en el que se presentan las agrupaciones invitadas y en el que confluye una cantidad mayor de espectadores.
Ernesto Alejo comenta que «el encanto de la calle es que logramos el contacto con unpúblico que tal vez no asiste al teatro. Cuando no existe un foso que te separe delaspersonas, creas una comunión diferente».
El grito de alguien llamando a otra persona, el claxon de un auto, el pregonero que anuncia su venta, los chiflidos exaltados de algún espectador ante las provocadoras propuestas coreográficas de varios directores, conforman una especie de gran performance que completa las piruetas de los bailarines y le confieren un espíritu más urbano al arte que ejecutan.
Jorge Alexander Pausant, primer bailarín de la compañía Danza del Alma, considera que bailar al aire libre es bien distinto a hacerlo en escenarios cerrados, pues la primera reúne a personas muy diversas, con diferentes maneras de pensar y de ver la danza.
“Lo importante es que muchos pasan sin querer y terminan disfrutando de un buen espectáculo, que les sirve para acercarse por primera vez a la manifestación y conocer a las compañías, incluso para decidirse a asistir luego a las funciones en La Caridad»”.
Pero la sorpresa del caminante no inicia cuando se encienden las luces o se abreel telón. El espacio abierto e indiscreto de la calle ofrece otro espectáculo usualmente oculto a la vista del público: los ensayos.
«Es voluntad de la UNESCO, el Consejo Internacional de Danza, y los propios artistas –afirma Alejo–sacar las funciones de los espacios convencionales. En este sentido, cada compañía ensaya el primer día a la vista de todos, en el escenario situado en el parque, así los espectadorespercibenlas interioridades de la puesta en escena, ven ensayos generales y las correcciones, que sonotra función».
Plaza importante para la danza cubana
Para bailar en casa del trompo se ha convertido con los años en una de las plazas más fuerte para el desarrollo de la danza, en un contexto marcado por la escasez de espacios de este tipo dentro de la isla.
La coreógrafa Rosario Cárdenas explica que «en Cuba no hay muchos eventos que involucren directamente la danza contemporánea; existen otroscomo el de ballet en La Habana, pero aunque son dos expresiones de una misma manifestación artística, poseenespecificidadesque las diferencian comogéneros».
Directores y bailarines coinciden en que el festival resulta enriquecedor para compartir experiencias e información a través del intercambio personal, así como también las compañías se nutren de la confluencia, pues al decir de la maestra Cárdenas: «sin comunicación el arte se estanca».
Entre las razones que llenan de satisfacción a Ernesto Alejo figuran el brindarle a los estudiantes de la provincia un escenario donde presentarseantes de graduarse, el orgullo de que el público de Santa Clara ha disfrutado de las mejores agrupaciones del país, y la certeza de que si se quiere bailar bien, hay que venir a la casa del trompo.