Cuando Melissa Quintans decidió emigrar a Estados Unidos, su carrera artística se encontraba en pleno auge de reconocimiento. La actriz integraba el elenco de la compañía Libélula en Bolivia, y asistía dirección y producción para el teatro René Moreno. Antes, en Cuba, se había unido al legendario grupo escénico Buscón con el fallecido director José Antonio Rodríguez y luego al Olga Alonso junto a Humberto Rodríguez.
Ahora vive en Arizona. Para continuar con su carrera se ha mudado al estado del Gran Cañón, conocido por su paisaje desértico, sus cactus y la cosmopolita ciudad de Phoenix. Es la primera cubana que funda en esa ciudad una agrupación artística propia: Matices Theatre Company. Nacida en Alamar a principio de los años 90, tiene la suficiente valentía para caminar al borde de cualquier exceso.
“Actuar en la Isla con el elenco es uno de mis sueños más queridos”, así le dijo a OnCuba desde ese lado del mundo donde acapara a los medios por estos días, con el estreno de la obra Romeo y Julieta, una adaptación de su coterráneo Irán Moya, estudiante de quinto año de la Universidad de las Artes (ISA).
Empecemos en Cuba… ¿cuándo descubriste que tu pasión sería el teatro y qué experiencias te dieron esas herramientas para insertarte en el extranjero?
Desde los 5 años descubrí que quería ser artista. En realidad lo descubrió un señor que me vio un día imitando a Selena y le comentó a mi mamá acerca de unas clases de teatro que impartían en el Museo Napoleónico. Mi abuela era bailarina de cabaret, así que quizás de ahí viene la inclinación.
Luego participé en varios programas televisivos como Arcoiris Musical, Los Pequeños Fugitivos y A dónde vamos. En este último me captó Iraida Malberti, directora del Ballet Infantil de la Televisión Cubana, quien le sugirió a mi mamá que probara esa faceta en mí. Con ella aprendí todo tipo de baile: ballet, danzas populares; creo que fue algo importante en mis inicios, pero llegó el momento en que estaba demasiado grande para eso.
Entonces volví al teatro con la maestra Elsa Hernández a través de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y la Asociación Hermanos Saíz. Allí me escogieron en un casting para presentar el programa Quiero Saber y luego Los De Siempre, una emisión vacacional.
Pero la primera obra oficial que hice fue a los 15 años con el grupo Buscón hasta que me trasladé al Olga Alonso, bajo la tutoría de Humberto Rodríguez. Creo que allí crecí significativamente, fue una experiencia bonita y rigurosa. Mi última vivencia en escena en la Isla fue con Teatro Espejo, con quienes aprendí no solo de actuación, también de dramaturgia, pantomima, acrobacia, incluso recibíamos ballet y danza contemporánea con Danza Abierta.
¿Cómo y cuándo llegas a Bolivia?
Me fui en 2011 a Bolivia porque mi papa vivía allá. La idea en un principio no era quedarme pero cuando llegué supe de un casting que hacían para el musical de Aladino. Cuando acudí ya había pasado la selección; sin embargo el director Guillermo Sicodowska me comentó que quedaban personajes pequeños y que comenzaría unos talleres para preparar a los elegidos. Por ausencias de algunos participantes logré entrar al elenco y al poco tiempo me propuso ser su asistente de dirección.
Así fue como empecé con Libélula, me introduje en la dirección de actores y empecé a colaborar con el Teatro René Moreno. Hacíamos principalmente obras musicales con fondo de comedia y me fue gustando aquello tan diferente a lo que había hecho en mi país.
Si bien hay obras en la Isla que marcan una realidad universal, lo que más había trabajado hasta ese momento estaba determinado por nuestros problemas internos, sin ir más allá. Creo además que en las creaciones comerciales también hay actores con talento y detrás de ellos directores y productores con mucha imaginación, entregados a lo que hacen.
¿Por qué te mudas a Arizona, donde tendrías que volver a empezar?
Al inicio no estaba en mis planes hacer ese cambio, pero mi padre había quiso venir a Estados Unidos y decidí seguirlo. Luego las cosas no salieron como esperábamos. Él haría una travesía hasta Guatemala donde nos encontraríamos para continuar juntos, pero fue deportado y tuve que continuar sola mi camino a los 19 años.
El inicio fue difícil, lleno de arrepentimiento por haber dejado lo que me apasionaba en Bolivia, porque era un idioma diferente y un país donde no tenía a nadie. Solo después de un año me llegó la oportunidad de impartir clases de actuación y baile en una academia de modelaje. Eso me permitió hacer contactos hasta que entré como actriz invitada a algunas presentaciones del grupo teatral Meshico en Phoenix y Los Ángeles, bajo la dirección de Mario Zapien.
En el año 2015 realicé mi primer proyecto artístico independiente que se llamó “Vámonos para Cuba” junto a Sergio Herrera, otro amante y promotor del arte. Hubo comida cubana, poesía, trova, bailes típicos, y hasta un pequeño sketch escrito por mí en el que actuaron jóvenes cubanos no profesionales. En ese momento me di cuenta que podía impartir clases de teatro para adultos, y pasado un año empecé con otro amigo a hacer talleres y obras. Finalmente en diciembre de 2016 decidí formar mi propia compañía: Matices Theatre.
¿Cuáles son las pretensiones de Matices?
Las intenciones son reforzar el crecimiento del teatro en Arizona, que si bien no es el único del estado, sí es uno de los pocos dirigidos a la comunidad hispana en su idioma. Tendremos nuestra primera puesta en escena este año los días 4 y 5 de marzo con actores noveles, muchos formados por mí y algunos de otros países que no habían encontrado oportunidades en Arizona, porque es difícil hallar en este estado buen teatro en español.
Mi aspiración es ir a festivales, que el grupo crezca. Hemos tenido bastante apoyo de la comunidad, tanto del público como de patrocinadores que contribuyen a la producción. Creo que los talleres son muy importantes en ese sentido, porque permitirán seguirnos renovando y ampliando.
Me gusta también traer profesores; el año pasado invité a Jazz Vilá y esta vez es muy probable que venga un director de cine que no puedo revelar todavía. Pensamos presentar el día de los niños la obra Aladino y que nos acompañe un amigo de Bolivia. También hay posibilidades de ir a México, y a Cuba también me encantaría, pero creo que quizás eso sucederá el próximo año.
¿Cómo llega a ti la adaptación de Romeo y Julieta que estarán presentando?
Inicialmente queríamos presentar una obra para febrero, el mes del amor, por eso surgió la idea de Romeo y Julieta entre el productor Sergio Montoya y yo, pero necesitábamos hacerle una adaptación. Entonces le hablé a Irán Moya, un amigo en Cuba que estudia quinto año del ISA. Él aceptó y me encanta lo que consiguió plasmar en papel.
El arreglo une la época medieval isabelina de Shakespeare con la actualidad, incorpora nuevos personajes y nos deja con el mensaje de que aunque el tiempo pase hay ciertos prejuicios que no lo hacen, la sociedad nos sigue cuestionando. Estamos muy contentos con el camino que van tomando los ensayos, así que esperamos le guste también al público.
Me ha encantado la historia de una cubanita en el teatro y como el talento cuando está presente se puede comunicar y dar resultados donde quiera que se esté siempre que se haga con el corazóny sin animo de tantas pompas sino calidad y esfuerzo. Te felicito de todo corazón espero a mi que tanto me gusta apreciar el buen teatro que tengas alguna oportunidad de traerlo a Cuba. Nuevamente muchas gracias y éxitos futuros y ahora.