Ha pasado un año y los muchachos han crecido. Amalia se ha quedado en la Secundaria haciendo su servicio social, pero Martha —su profesora y amiga—, quien es ahora la directora de un preuniversitario, la invita a trabajar con ella.
“Los jóvenes están en onceno grado y sus conflictos y expectativas son diferentes. Decidimos profundizar más en ellos. Por supuesto, ahora estamos en otro nivel escolar, una escuela distinta, nuevos desafíos para estos muchachos que están bregando con los problemas de nuestra sociedad. Amalia también tiene más madurez. No es la primera vez que va a dar clases y posee un dominio mayor de su trabajo”, así adelantó en entrevista con OnCuba la directora de Calendario, Magda González Grau.
¿Cómo la relación entre el equipo de realización contribuyó al éxito en la pantalla?
La historia la escribió Amílcar Salatti con muchas ganas, y se enamoró de la temática. Calendario partió de un reclamo mío, pero de sus ideas, de su construcción como guionista. Nosotros recibíamos los capítulos y decíamos: “esto sí, esto no, quizás haya que matizarlo”, pero el autor —y muy respetable— es Amílcar.
Él es uno de los mejores guionistas que tenemos en el país, una persona que trabaja en colectivo, siempre supera las expectativas que tenemos como equipo. Trabajar con él es de verdad una fiesta de creación. Ahí está la clave: el haber trabajado en colectivo, todas las asesoras, el escritor y yo. Igualmente los actores le han aportado de alguna manera a los personajes que han encarnado.
Clarita García siempre trae propuestas para Amalia. Lee la escena e inmediatamente empieza a generar ocurrencias. Algunas las acepto, porque vienen bien con el resto de las cosas; otras no, porque a veces chocan. Es parte de mi labor como directora, como si liderara una orquesta: un instrumento puede venir con una variante, pero quien tiene idea de la orquesta completa y de la armonía soy yo.
Vamos a grabar la tercera temporada y cada vez que hago un cambio todavía se lo consulto a Amílcar, porque lo respeto y al mismo tiempo me doy cuenta de que su opinión para mí es fundamental. Él también me escucha a mí. A veces hace una propuesta para un personaje y le digo que no me parece; que creo que el personaje no puede ir por ahí, porque sería traicionarse a sí mismo; discutimos y, si lo entiende, lo cambiamos. Esa retroalimentación es una maravilla, la verdad.
Luego de la primera temporada, algunos actores emigraron de Cuba. ¿Cuán grande fue el reto de adecuar la historia de la segunda temporada a esta circunstancia?
Nunca nos imaginamos que habría una segunda y una tercera temporadas. Sí, hay actores que tenían planes de becas, viajes y distintos proyectos. Tuvimos que ver qué destino les daríamos a los personajes para que el espectador entendiera por qué ya no están en la serie.
Decidimos crear personajes con otros problemas. No fue difícil, queríamos de todas maneras introducir nuevos temas. Lo complicado resultó ser encontrar buenos actores como los de la temporada que había finalizado. Por suerte habíamos hecho un casting muy grande entonces, y de ahí mismo sacamos los de la segunda temporada. Tenemos cuatro nuevos personajes y, por supuesto, ellos trajeron a sus padres. Seguí dándome el lujo de trabajar con actores consagrados que tienen ese rol, así que estoy contenta.
No fue difícil. Sencillamente es pensar y crear a partir de las nuevas circunstancias.
¿De qué manera tratan en la segunda temporada la emigración, la homosexualidad femenina y la adicción a las drogas?
La emigración va a estar en la segunda y también en la tercera temporada. Ahora mismo estamos viviendo una crisis con eso. Cuando se dan dificultades económicas, la gente siempre siente que en otras latitudes puede encontrar solución. Es difícil tratarlo, por el desarraigo y la pérdida de cosas importantes que implica emigrar.
Decidimos dar espacio al tema de la homosexualidad femenina —que podremos ver en uno de los nuevos personajes— luego de que Homero Saker, quien hacía el papel de Maikel en la primera temporada, se fuera a España.
Aun con la nueva Constitución, el nuevo Código de las Familias —que una parte mayoritaria de la población aprobó y otra rechazó—, la permanencia de la homofobia es terrible. Asuntos como este pueden ser polémicos; solo hay que abordarlos con honestidad y teniendo en cuenta los distintos públicos. Hay que plantearlos con detalle y transparencia, para que el público reciba esos mensajes y puedan reflexionar sobre ellos. Veremos cómo funciona con los públicos. Espero que bien, porque no se trata de imponer criterios.
Sencillamente, nosotros exponemos conflictos que pueden ser muy dolorosos. Tratamos de develarlos para que la gente piense un poquito qué les pasa a las personas homosexuales, las que quieren emigrar o sencillamente son diferentes en distintos aspectos de la vida.
En esta segunda temporada tratamos además el tema de la droga. Hay un personaje que se vuelve adicto y manejamos las consecuencias que puede tener una situación así para el ser humano. Es algo muy delicado y lo hemos representado —creo yo— con mucha responsabilidad.
¿Qué ha significado para usted la acogida tan buena del público?
Una gran alegría y al mismo tiempo mucho susto, porque quisiera que la segunda temporada también la acogieran con cariño.
¿Hay algunas anécdotas que pueda contar del proceso de filmación?
Puedo hacer miles. Por ejemplo, adonde quiera que voy todo el mundo me reconoce como la directora de Calendario. Por supuesto, es mi primera teleserie y eso tiene más impacto que un telefilme o una película; lo cual me da mucha alegría y quiere decir que la gente la vio y gustó. Ese es el principal objetivo de cualquier realizador que hace una obra. Para Clarita, Amílcar, el resto de los actores y el equipo completo de realización, el mayor premio que podamos tener es que Calendario haya tenido ese impacto, que se haya acogido con tanto cariño y placer, que la gente diga: “Yo espero Calendario, la veo y después la vuelvo a ver el martes”.
Podría contar además una historia del proceso de filmación. La mamá del personaje de Melisa en la teleserie lo encarnó en la primera temporada, solo en dos capítulos, una actriz llamada Maridelmis Marín, quien iba a venir a hacerlo también en la segunda temporada, pero se enfermó en Francia y al final no regresó. En contra de mi voluntad —porque ya estaba escrita la serie y este era un conflicto interesante— sustituimos a Maridelmis por Tamara Venereo. Ambas se parecen, son buenas actrices; pero queremos que la gente sepa que no les estamos pasando gato por liebre, sino que fue una obligación de la producción y la realización sustituir a la actriz. Me gustaría que el público fuera enterándose de eso.
Se está filmando la tercera temporada de Calendario. ¿Podría adelantar algunos detalles?
Es el cierre de la serie, porque a partir de ahí los muchachos están en 12 grado y luego se van para la universidad. Dijimos: ¿Qué nos falta? Había una investigación hecha por el Centro de Investigaciones Sociales del ICRT en la que nos reclamaban que tratáramos un tema religioso y además las discapacidades. Dos personajes nuevos son quienes los interpretan.
Sucedió igual que de la primera para la segunda temporada: ante la ausencia de personajes, se justificó el por qué no estaban y aparecieron estos nuevos y otros más.
Estoy feliz porque los conflictos han ido cerrando con una fuerza tremenda. Quienes sí se han mantenido desde la primera temporada están cerrando sus conflictos en la tercera divinamente. Amalia, por ejemplo, aquí es una mujer que ha madurado y mantiene su objetivo de ser una buena maestra.
En la tercera temporada pasan muchas cosas. Hay capítulos de una intensidad tremenda. Tenemos ahora por delante la grabación. Estamos contentos todos los integrantes del equipo. Cada vez que llegaba un capítulo de Amílcar, nos emocionamos, lo leíamos entre todos, nos los imaginábamos como si lo estuviéramos viendo al aire.
Tenemos cosas muy lindas para la tercera, un cierre digno e intenso para los personajes; los actores también están muy contentos. Creo que puede ser un gran final.