El holguinero Leuris Pupo Requejo recordará siempre el 3 de agosto de 2012 como uno de los días más felices de su vida. En el Royal Artillery Barracks, de Londres, el especialista en pistola rápida a 25 metros se convirtió en el primer cubano campeón olímpico en el tiro deportivo, premio a la consagración y el sacrificio de más de 15 años en el equipo nacional.
Un poco tímido, de hablar pausado que a veces se confunde con un ligero tartamudeo, Leuris compartió con OnCuba las emociones de escuchar las notas del himno cubano desde lo más alto del podio bajo los cinco aros.
“Imagínate, cuando vi la bandera en lo más alto sentí tantas cosas que no podía identificar las sensaciones. Se me hinchó el pecho, tenía la garganta apretada. Fue al otro día cuando tuve conciencia de que era campeón olímpico. Me levante y me dije: Pupo, coño, lo lograste, y te confieso solté unas lagrimitas”, reveló.
Pupo Requejo nos recibió al terminar una práctica en el capitalino Centro de Entrenamiento del Tiro Deportivo Enrique Borbonet, una instalación que parece anclada en el pasado. Con la vista cómplice de un enorme basurero que circunda el lugar, el holguinero describió las muchas limitaciones vencidas para coronarse en los juegos de Londres.
“Los dos primeros años del ciclo, 2009 y 2010, fueron prácticamente sin balas. Tenía que hacer ejercicios en seco y es difícil mantener la motivación. Pero, a pesar de eso funcionó la planificación del entrenamiento, el papel de todo el equipo, el psicólogo, la doctora. Hacíamos énfasis en la parte técnica, no teníamos otro camino.”
Leuris, quien comenzó su vida como atleta en la Escuela de Iniciación Deportiva Pedro Díaz Coello en 1988, llegó en 2011 a los Juegos Panamericanos de Guadalajara con la intención de revalidar sus títulos. Problemas en la calidad de sus municiones se lo impidieron y quedó muy afectado. “Me sentía bien preparado para revalidar esas medallas continentales. Pero después me concentré en los Olímpicos, me dije que podía regresar con un buen resultado, que todo iba a salir bien con la mecánica de mi arma. Llegué 15 días antes de la competencia a Inglaterra y en los entrenamientos estaba en forma, la pistola no me falló y eso me dio más confianza. Siempre digo que en el tiro se compite contra uno mismo.”
El 3 de agosto Pupo ganó el primer título de la delegación cubana, quizás la más agradable sorpresa entre los competidores antillanos. Con récord olímpico de 34 puntos en la final, el holguinero tocó la gloria con su pistola eléctrica marca Pardini, un poco atrasada con respecto a las que usan sus rivales. Fueron ocho rondas de disparos, cada una con cinco tiros en solo cuatro segundos. Para marcar un punto era necesario un impacto igual o superior a 9.7. “Empecé con una serie mala de tres, pero pude corregir bien mis errores. Estaba tan concentrado que por momentos pensaba que estaba aquí entrenando en Cuba. Logré un trío de series perfectas consecutivas y eso casi me coló en medallas. Cuando tenía el bronce asegurado pensé que podía mejorar ese color. Pero no dejé que me dominara la ansiedad. Simplemente me centré en lograr series de cuatro o cinco impactos.”
Los que vivimos las emociones de Leuris a través del televisor quedamos desconcertados con la sangre fría mostrada. Cuando ganó el oro mantuvo siempre la actitud serena y desinteresada. “Un poco frío”, pensamos muchos al ver que no exteriorizó del todo la alegría que sentía. “En este deporte aprendes a controlar tus impulsos Viví la emoción hacia adentro, lo que pasa es que estaba tan concentrado en la competencia que quedé como hipnotizado. Esa noche no pude dormir, me acosté como a las cinco de la mañana. Estuve con la medalla colgada en el cuello hasta que llegué a la habitación. Al otro día fue cuando interioricé que había cumplido el sueño de todo atleta.”
Leuris agradece las muestras de cariño que recibe a diario de la gente, a cada entrenador que marcó su vida como atleta desde Moraima, Omar Sánchez, Norberto, Osvaldo Ramírez y Juan Camilo, hasta Meinardo. “Fíjate que ahora muchos no me quieren cobrar cuando tomo un taxi para llegar al Cerro Pelado. En Holguín aquello fue tremendo. Me decían que nunca habían sentido una emoción tan grande. En mi barrio del Cerro, donde vivo hace más de 10 años también me agasajaron. Me enviaron miles de correo porque este no fue sólo un triunfo de Cuba, sino de Latinoamérica, por romper con la hegemonía europea y asiática.”
“Este resultado también es de mi mamá Arelis Requejo, artífice de todo mi camino, de mi esposa Yimnay Cruz, embarazada de seis meses (Celine es el nombre que escogieron para la bebé), del pueblo, de la familia del tiro…”
¿Cuáles son las próximas metas?
Me falta la medalla de oro mundial y quiero darlo todo para conseguirla. En este mes voy a participar en el Iberoamericano de Granada, España, y luego en la Copa de Finales en Bangkok, Tailandia. Ahora la presión aumenta, porque uno llega en condición de campeón olímpico y hay que mantenerse.