El balón rebota y los zapatos pellizcan las tablas. A veces el público se mete en el ambiente, como si no fuera cierto que hace tres días Estados Unidos derrotó a Cuba 100-79, en Orlando, durante el inicio de la ventana FIBA clasificatoria a la Americup 2025. Esa noche se comenzó a escribir esta historia: siete hombres decidieron que era posible enfrentarse a un verdugo que por más de 50 años había sometido a sus antepasados.
Del 22 de febrero se puede contar cómo un equipo cubano, entre visas negadas y abandonos, fue capaz de ponerse a seis puntos de Estados Unidos con solo dos cambios disponibles y encestar el 89 % de los tiros libres, algo sin precedentes en el pasado reciente. Se puede hablar también del desaliento, del temor a que nos hicieran el mismo relato de siempre, con un final triste.
Pero La Habana es otra historia dentro de la gran historia. Caja china. Regresa al Coliseo, desde Japón, Reynaldo García, un hombre de 33 años con la barba teñida de verde; y debuta otro de la misma edad con nombre de estadounidense, un cubano que se llama Howard Sant Roos. Evidentemente hay algo raro en esto. No nos lo dicen, pero se nota en la manera de jugar, incluso en la de los que antes lo hacían un poco temerosos frente al público de casa.
En el Coliseo el 25 de febrero hay muchas historias juntas. Quizás unos cuenten la de la mejor noche de Jasiel Rivero con la camiseta del equipo Cuba, o la del instante en que Marlon Díaz le puso un bloqueo a Efrid Peyton Jr. y se lo gritó en cara, como si fuera él un ex NBA y supiera que haría daño al rival provocando una expulsión por bando.
Mientras, los del público tal vez prefieran contar cómo los gritos se fundían con la conga y opacaban los sonidos de las zapatillas y obturadores de cámaras, o cómo le gritaban: “¡Ponte pa esto, Iniesta!”, a un árbitro calvo cada vez que pitaba en contra de la selección.
En lo que sucede todo esto miras a la pizarra y Cuba va delante, jamás ha estado por detrás, pero Estados Unidos no se quiere dejar vencer. Y el entrenador te llama, a ti, un muchacho de Ciego de Ávila al que le negaron la visa para jugar en Orlando. Tus ganas vienen duplicadas y cuando estás en cancha todo parece acomodarse en su sitio. Estás en todas partes, en la defensa con Howard, y entrando al aro para anotar, bajando rebotes, corriendo como si no hubiera mañana. Llevas el nueve en la camiseta, eres Pedro Bombino y sumas 19 puntos.
La gente se para a aplaudir, hay espectáculo dentro y fuera, los estadounidenses solo han podido anotar un triple. ¡Vaya historia de mierda para ellos! Venir a cortarles una racha de más de medio siglo.
A un costado de la cancha, el entrenador cubano Onel Planas luce como si el Cholo Simeone se hubiera apoderado de su comportamiento: gesticula y le pide más entrega al público. Creo que era el único que sabía que esto podía pasar de la manera en que pasó. No se conformaba con “el buen papel” y la derrota que era casi normal para este grupo.
Cuentan que la noche antes del juego un periodista lo felicitó por el desempeño del equipo en Orlando, pero él calló un segundo y le dijo que prefería que lo felicitaran cuando ganara. Casi 24 horas después, el periodista lo volvió a hacer.
Es febrero 25 de 2024, el día en el que cambió la narrativa del baloncesto cubano, cuando se juntaron los de aquí y los de allá solamente bajo el amparo de las cuatro letras que los unen, para hacer cumplir esa máxima de Oscar Wilde que sentencia que el único deber que tenemos con la historia es reescribirla. Cuba 81, 67 Estados Unidos.
Reynaldo García, un samurai que regresa
Durante mucho tiempo sonó el nombre de Reynaldo García para volver a vestir la camiseta de la selección cubana. Muchos años después de su participación en los Juegos del Alba de 2009 y tras su paso por un montón de clubes, que lo llevó a terminar en el Saga Ballooners de Japón, el base capitalino pudo finalmente regresar al equipo nacional.
“Me sentí bastante cómodo en mi regreso. Me estoy adaptando todavía a esta nueva dinámica del equipo. Pero estoy bien más que nada porque creo que tengo buenos jugadores al lado y eso me hace sentir muy cómodo”, dijo Reynaldo a OnCuba.
¿Cómo termina un jugador como tú en Japón?
Fue una decisión mía. Varias propuestas llegaron, entre ellas de España, y elegí Japón para salir de las rutinas normales. Allá estoy cómodo, una buena liga, muy dura. Espero terminar ahí si es posible.
¿No te atraería una liga como la española?
Cuando tuve las oportunidades de ir a España no quise tomarlas. La última propuesta a España me llegó hace un año y medio y no quise; creo que ya no será.
¿Qué sucedió para que finalmente regresaras?
Al principio hubo problemas con el tema de la repatriación, había que hacer papeles y estaba lejos, no los podía hacer. Cuando la COVID-19 también estaba todo cerrado, luego había muchas personas… Hasta que a partir del año pasado se empezó a dar y acá estoy. Un poco tarde, pero bueno, espero disfrutar de los partidos que pueda jugar con la selección.
¿Qué compañeros te han impresionado más?
Jugar con todos de nuevo. Con Jasiel, con quien nunca había jugado y que todo el mundo sabe que es el mejor jugador que tenemos; Howard, que vino ahora también y jugamos cuando éramos niños. Los nuevos muchachos como Chacón; los veo muy bien, pienso que hay buen futuro.
Perspectivas con la selección…
Si Dios quiere, tratar de hacer un buen papel y que el equipo vuelva a coger el nivel que tenía años atrás, que por lo menos se cuente con nosotros para poder clasificar a los torneos importantes. Quiero decirle a la afición que nos apoye en este nuevo proceso, que tenemos un buen grupo.