Tokio dio este domingo 8 de agosto la despedida oficial a miles de atletas que participaron unos Juegos Olímpicos históricos, tanto por las condiciones en que se desarrollaron –pandemia, medidas de seguridad, gradas vacías– como por el extraordinario nivel competitivo evidenciado en múltiples pruebas.
Un total de 65 países lograron medallas de oro y 93 naciones colocaron al menos a un deportista en el podio, récords impresionantes que nos hablan de lo mucho que ha cambiado el reparto de fuerzas en el concierto estival.
En medio de este panorama cada vez más exigente, Cuba registró su mejor actuación desde Atenas 2004, con siete títulos y 15 metales en general. Tres deportes (lucha, boxeo y canotaje) consiguieron preseas doradas, mientras siete disciplinas se llevaron al menos una medalla. Lo más impresionante es que este resultado se ha logrado con la delegación olímpica más pequeña (solo 69 atletas) de la Isla en los últimos 57 años.
Cuba mostró altos niveles de eficiencia en modalidades con aspiraciones de medallas, y eso le permitió convertirse en la cuarta comitiva que logra siete coronas con menos de 70 atletas desde los Juegos de Roma 1960.
CUBA EN EL MEDALLERO
La leyenda continúa con un cuarto título olímpico. Mijaín López demostró que no le queda grande el traje de mejor luchador de la historia. En la capital japonesa volvió a arrasar con sus rivales sin permitir un solo punto en cuatro combates. Si sumamos todas sus peleas desde Londres 2012 hasta Tokio 2020, el pinareño suma 12 victorias en línea, 55 unidades anotadas y ninguna permitida. Muchos piensan que ya el Gigante de Herradura ha terminado, pero hasta el momento ha dejado una puerta abierta a París 2024.
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La Sombra de los cuadriláteros. Había dudas sobre su estilo de pelea en una división de fuerte pegada como los 91 kilogramos, pero La Cruz demostró que tiene la capacidad física para mantenerse en constante movimiento y, a base de velocidad y reflejos, agotar las reservas de sus adversarios. Podemos eternamente reclamarle más agresividad, pero a estas alturas el camagüeyano no va a cambiar las estrategias que logrado poner en práctica a la perfección. Tras este título, la meta está en París, donde podría emular a Teófilo Stevenson, Félix Savón y el húngaron László Papp como los únicos con tres coronas olímpicas.
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El Renacido. No muchos contaban con un repunte tan brutal del pinareño, quien se apareció en Tokio a mil por hora, con un estado físico envidiable. Roniel nos hizo recordar su versión arrolladora de hace casi diez años, cuando se coronó en Londres. A pesar de su experiencia y palmarés, podemos considerar una sorpresa (muy agradable) su triunfo en Tokio, que le abre las puertas de la permanencia en el equipo nacional. Por cierto, Roniel se unió al exclusivo club de siete boxeadores con tres medallas olímpicas. Historia viva.
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La sobriedad personificada. Luego de un ciclo olímpico mediocre, el campeón de Río de Janeiro 2016 no perdió la compostura y se presentó en Tokio como una roca. Arlen se puso el mono de trabajo y no paró hasta lograr la forma óptima para buscar una segunda corona olímpica en otra división, lo cual hacía más complejo el reto. Pero el guantanamero peleó con mucha sangre fría, supo contrarrestar los distintos estilos y embestidas de los rivales, que terminaron pidiendo la hora.
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La corona más inesperada de la delegación. Llegó a Tokio casi como un desconocido, sin ni siquiera resultados relevantes en el área, y se va como campeón olímpico y revelación del deporte cubano. Su energía, velocidad y consistencia en los colchones del Makuhari Messe Hall le permitieron pasar por encima de pronósticos y de rivales con palmarés imponente. Orta pasa a la historia como el hombre que abrió el camino dorado para Cuba en Tokio.
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Desde hace mucho tiempo no se festejaba tanto una medalla de oro olímpica. No me malinterpreten, todos los títulos estivales de Cuba los disfrutamos al máximo, pero cuando ganamos con un remate sobre la meta en una prueba llena de “monstruos” se disparan los niveles de adrenalina. Eso sucedió con la canoa de Fernando Dayán Jorge y Serguey Torres, quienes agitaron las aguas tranquilas del canal Sea Forest para dar el primer cetro del canotaje cubano en citas bajo los cinco aros y terminar el trabajo que hace 20 años empezaron Leobaldo Pereira, Ibrahim Rojas y Ledys Frank Balceiro.
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El bailarín del boxeo cubano no decepcionó en Tokio. Llegó a los Juegos con el cartel de mejor pugilista de la armada nacional y respondió como tal. Intensidad, velocidad de movimientos, precisión y capacidad para pelear en todas las distancias fueron argumentos suficientes para desbancar a todos sus rivales y convertirse en el boxeador cubano número 28 con un título olímpico. A sus 25 años, Andy mira a París, donde tiene todas las papeletas para elevar a 12 la cantidad de pugilistas nacionales con par de coronas olímpicas.
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¿Podía haber hecho tanto Robin Hood sin flechas como Leuris Pupo sin balas? Lo dudo. El pistolero cubano, luego de meses sin condiciones mínimas para entrenar y disparar, se ha aparecido en Tokio con un subtítulo olímpico que recordaremos por siempre. Como mismo sucedió con su corona en Londres, hace nueve años, Pupo nos sacó los colores y nos demostró que a veces –solo a veces– se puede hacer más con menos. El holguinero dio una clase de temple, concentración y puntería para regalarnos la quinta medalla del tiro deportivo en la historia de los Juegos Olímpicos.
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¿Quién dice que no podemos tener dos leyendas en una misma delegación? Si Mijaín López hizo historia en la lucha grecorromana, Idalys Ortiz lo emuló en el judo con su cuarta medalla bajo los cinco aros, la tercera mujer que consigue tal hazaña en la historia de los Juegos. Pero esta actuación de la artemiseña tiene un sabor especial, porque llegó a Tokio bajo mínimos, casi sin competencias de fogueo, con un par de meses de entrenamiento de rigor y luego de superar dos contagios de coronavirus. ¡Imperial! A estas alturas, todavía me pregunto cómo no la seleccionaron para ser la abanderada de Cuba junto a Mijaín…
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Probablemente, ninguna medalla de plata en la historia cubana en Juegos Olímpicos estuvo tan cerca de ser oro. Juan Miguel comandó la longitud hasta el último salto del griego Miltiadis Tentoglou, quien se inventó “un Iván Pedroso” y se quedó con la medalla de oro a la hora de recoger. Quizás la historia sería distinta si el camagüeyano hubiera tenido la oportunidad de completar sus últimos tres intentos, pero una lesión le impidió volar. Echevarría tiene 22 años, por lo que este episodio no debe martirizarlo, le quedan dos ciclos olímpicos para cambiar la historia.
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No estaba en los planes, pero un salto le bastó para conseguir un meritorio tercer lugar. Como Juan Miguel, el santiaguero también se vio afectado por molestias físicas a la hora de la competencia y no pudo buscar marcas superiores. No obstante, con su presea Cuba logra por primera vez en la historia incluir a dos hombres en el podio olímpico del salto de longitud.
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Después ser la más clara dominadora del disco en los dos últimos años, muchos pensaban que “La Rusa” iba a imponer su ley en Tokio, pero estas historias no se escriben tan de prisa. La norteña Valarie Allman se apareció con un disparo “matador” al iniciar la competencia y enfrió a todas sus rivales, que después no encontraron la manera de recuperarse en medio de un aguacero torrencial. Yaimé, de cualquier manera, no perdió la compostura y pudo colarse en el podio, resultado que celebró plenamente. Si eres bronce en unos Juegos Olímpicos, no has perdido nada.
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Un veredicto controvertido le impidió colarse en la final de su división, pero “El Príncipe” no se fue con las manos vacías de Tokio, donde obtuvo su tercera medalla olímpica consecutiva. El pinareño tiene 30 años y de seguro le aumentará la competencia interna por el liderazgo de la categoría en Cuba, pero puede soñar con París 2024.
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Todo el mundo lo dio por muerto después de que perdiera en su primera presentación ante un macedonio sin mucho cartel, pero a Rafael Alba lo acompañó la suerte y se convirtió en el primer medallista cubano en Tokio. Justamente, Dejan Georgievski, el macedonio, avanzó hasta la final y arrastró al cubano directo al repechaje, donde no falló. Dos triunfos bien trabajados le dieron a Alba la medalla olímpica, la única que le faltaba en su palmarés.
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Una historia traumatizaba al “Gimnasta” desde los Juegos Olímpicos de Río, donde una decisión arbitral enterró su sueño de ser medallista bajo los cinco aros. En Tokio, no tenía muchas opciones por distintas molestias físicas y la exigencia de un cambio de división, pero el habanero se creció y luchó con uñas y dientes por su presea. En bronce en la capital japonesa es el premio definitivo a una carrera grandiosa que llega a su fin.