Cuba, tercera del mundo en judo

A pesar de la inestabilidad de las últimas presentaciones internacionales, el judo cubano volvió a recobrar su fuerza de antaño y ha terminado en la tercera plaza del mundial de Río de Janeiro.

Cuba terminó con un saldo de 2 preseas de oro, colgadas al cuello del portentoso Asley González en los 90 kilogramos e Idalis Ortiz en más de 78 kilos. Además, en la competencia por equipo, la escuadra femenina se adjudicó el bronce, lo que dejó ubicada a la Isla en el tercer lugar general en la tabla por naciones, superada por Japón y Francia.

El fastuoso gimnasio Maracanazinho de Río de Janeiro, no hizo más que aplaudir la actuación de los criollos, que con divisiones vacías en el masculino y varias judocas lesionadas en el femenino, lograron un resultado “sorpresivo” para los especialistas.

Antes de la competencia los vaticinios indicaban con recelo que Cuba, sin el caché acostumbrado, se sometería nuevamente a un test de comprobación después de la enésima renovación de filas.

La prensa especializada, fiel amante del resultado per se, no se tomó el trabajo de dedicarle ni siquiera par de líneas a los judocas antillanos. Ellos, sin la presión de otros eventos y con las limitaciones de siempre, con sus armas (los entrenadores Justo Noda y Ronaldo Veitía), lograron hacer de Janeiro un río de consuelo para el deporte cubano.

Primero fue Asley González, ya número uno del orbe en su división (90 kg) y con prestigio que derrama a arrobas. El excepcional peleador se aferró a dejar en el pasado la imagen borrosa de la final olímpica de Londres 2012 en la que no pudo alcanzar la gloria. Esta vez, Asley, no dejó cabos sueltos. Tomó literalmente la justicia por sus manos, y con una secuencia de espanto de 5 victorias se coronó campeón del mundo.

Minutos después de su hazaña y todavía aupado en el sopor de la victoria comentó a la prensa: “Soy el judoca más feliz de este mundial”. Este es el segundo título de por vida del judo masculino en campeonatos mundiales, después del alcanzado por Manolo Poulot en 1999.

Si la prensa a alguien si resaltaba previo a la lid, era a Idalis Ortiz. Campeona olímpica y principal estandarte de la escuadra femenina. La artemiseña se presentó, tal vez por cábala como en la final de Londres, con su pelo negro a trenzas entremezclado con tiras rojas, blancas y azules. En un santiamén llegó a la cúspide de Río, solo una dura porfía con la japonesa Meguchi Tachimoto en semifinales la hizo sudar demasiado, el resto fue una bicoca para Odalis.

Con el cierre del telón en el Maracanazinho, la campeona acuñaría: “Estoy muy feliz por haber podido darle a Cuba y a mi equipo el lugar final en la tabla de medallas y este título se lo dedico a todos los cubanos, a quienes me han ayudado y han confiado siempre en mis posibilidades”.

idalis-ortiz

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