La primera parte de la LII Serie Nacional del béisbol cubano culminó con notable dominio del pitcheo sobre el bateo, algo inexplicable en nuestros días si tenemos en cuenta que la mayoría de los equipos carecen de, al menos, tres abridores de calidad y un cerrador de lujo, una fórmula obligatoria para la consecución sistemática de victorias en la actualidad.
Sin embargo, y distanciándonos de las suspicacias que avivó el dudoso bote de la Mizuno-200, un análisis en el sector del pitcheo muestra al derecho de los gallos de Sancti Spíritus Ismel Jiménez como el mejor lanzador del campeonato por sus excepcionales actuaciones, que lo mantienen en la punta de los tres departamentos de la Triple Corona, finalizados los primeros 45 juegos del torneo.
El as del staff espirituano lideró el promedio de efectividad, con fantasmagórico 1.06 (nueve limpias en 76 y un tercio de entradas lanzadas), los ponches con 60, y los juegos ganados con nueve -sin derrotas-, exactamente el 30 por ciento de los triunfos de su equipo.
Además, propinó par de lechadas y participó en otras dos, completó tres partidos (con tope reglamentario de 100 lanzamientos), exhibió un WHIP de otra galaxia para un abridor (0.83), deslumbró aún más con el ratio de ponches contra bases por bolas (60/7), y el porcentaje ofensivo de sus rivales ascendió a solo .200 (56 hits en 280 veces al bate).
En declaraciones a OnCuba, el derecho de 26 años aseguró que su mejoría radica en “un trabajo fuerte en el comando de sus lanzamientos y en el control mental, la concentración de la atención”, pero también perfeccionó “el cambio de velocidad como arma letal”. Esto unido a su potente recta de hasta 93 millas y su amplia slider, rápida per se, lo ayudaron a afianzarse de una vez por todas como uno de los mejores y más estables lanzadores del país.
En este minuto, Jiménez ostenta el mejor balance de ganados y perdidos de la historia del béisbol cubano, con 102 éxitos y 38 fracasos, para un alucinante promedio de .729, por delante incluso del exindustrialista Orlando “El Duque” Hernández, quien ganó 126 y perdió 47 (.728), antes de pasar al béisbol de las Grandes Ligas y conquistar tres anillos de Serie Mundial con los Yankees de Nueva York y uno con los Medias Blancas de Chicago.
Sin duda, Ismel Jiménez debe ser uno de los abridores de Cuba en el III Clásico Mundial y hasta fue anunciado para enfrentar a Brasil en el debut, aunque hasta ahora en esa función el manager de la selección Víctor Mesa ha mostrado preferencia por Freddy Asiel Álvarez, Odrisamer Despaigne, Yadier Pedroso o Vladimir García.
Además del veloz serpentinero de los gallos de Sancti Spíritus también brillaron otros tiradores abridores. Son los casos de los zurdos Wilber Pérez, Norberto González, Yasmani Hernández y Misael Siverio, y los derechos Yander Guevara, Vladimir García, Maykel Martínez, Joel Suárez, Danny Betancourt, Vladimir Baños y Odrisamer Despaigne, por citar algunos.
Entre los relevistas sobresalieron los veloces Raycel Iglesias, Diosdani Castillo, Omar Guardarramas, Carlos Juan Viera y Duniel Ibarra, este último líder en rescates en la Serie, con 13.
A nivel colectivo descollaron las faenas de los staff de Ciego de Ávila (2.54 de efectividad), Villa Clara (2.61) y Sancti Spíritus (2.69), aunque es válido destacar los progresos generales de Isla de la Juventud (3.34) y Cienfuegos (3.31), y la sostenibilidad del cuerpo de pitcheo de Matanzas (3.24), que conservó un rendimiento de lujo pese a prescindir de su mejor lanzador de la temporada anterior, el derecho lateral Jorge Alberto Martínez.
Esos seis equipos, junto a Industriales (3.72) y Pinar del Río (3.43), animarán la segunda parte del campeonato, pactada a 42 encuentros y prevista a iniciarse una vez concluya el III Clásico Mundial, a finales de marzo próximo.
Si miramos esos promedios colectivos de efectividad se pudiera llegar a la conclusión que Cuba es una mina de lanzadores, sin embargo nada podría estar más lejos de la verdad, aunque ciertamente existen talentos brillantes como el derecho Ismel Jiménez, un diamante pulido y listo para empeños mayores.