Fotos: Leysis Quesada Vera
La Atenas de Cuba, la Ciudad de los Puentes, la Venecia Cubana, la Bella Durmiente, la Ciudad de los Ríos, con todos esos sobrenombres se ha conocido a la ciudad de Matanzas que el 12 de octubre de 2013, cumplirá 320 años de haber sido fundada, en las márgenes de la hermosa bahía que le da nombre, situada en la costa norte de Cuba y en la cual desembocan los ríos Yumurí, San Juan y Canímar.
Existen distintas versiones acerca del origen del topónimo Matanzas. La más difundida lo atribuye a la versión que dio el Padre Bartolomé de las Casas, quien en sus crónicas refiere que en 1510 en la bahía de Guanímar los aborígenes asentados en torno a ella, dirigidos por Guayucayex, cacique de la aldea de Yucayo, atacaron a un grupo de españoles que navegaban por esa zona y dieron muerte a la mayoría de ellos. En recuerdo a aquel suceso, que es quizás el primer acto de rebeldía aborigen en Cuba, ya a partir de 1513 la ensenada de Guanímar comenzó a llamarse en los mapas y documentos con el nombre de Matanzas.
La bahía de Matanzas alcanzó notoriedad mundial en 1628 cuando el 8 de septiembre de ese año una escuadra holandesa al mando de Piet Heyn capturó en ella a la Flota de la Plata proveniente de Veracruz, México, que transportaba las riquezas de América para la monarquía hispana. La noticia conmovió a Europa y puso en evidencia el empuje y la peligrosidad del corso y la piratería en los mares americanos, al tiempo que demostró la necesidad de fortalecer la defensa militar.
Tales riesgos fueron la causa fundamental de la fundación de la ciudad el 12 de octubre de 1693 mediante la misa oficiada por el Obispo Diego Evelino de Compostela. La nueva urbe española en Cuba llevó por nombre San Carlos y San Severino de Matanzas —por el Rey Carlos II y por el Gobernador Interino de la Isla.
En la creación de la ciudad de Matanzas concurrieron circunstancias que le confirieron un carácter único en el panorama cubano. Fue la primera urbe del país erigida bajo la voluntad estatal explícita en los documentos emitidos por el Rey de España y respondía a la imperiosa necesidad de resguardar a la capital de un ataque enemigo por la retaguardia. Se levantó de manera organizada con los conceptos de la cuadrícula española, plasmada en un plano previo, ajustado a “regla y cordel”, con el ánimo real de considerarla ciudad y no villa, como sus predecesoras. Es por lo tanto la primera ciudad moderna de Cuba.
Por la procedencia del núcleo fundamental de sus fundadores se le puede considerar como la ciudad primada de los oriundos de las Islas Canarias en América.
La Plaza de Armas conocida como de la Vigía fue el primer emplazamiento de este tipo en la ciudad, pero ya en el tercio final del siglo XVIII se hizo necesario localizar un nuevo espacio que tuviera las condiciones elementales establecidas en las Leyes de Indias. Hacia 1800, se comenzó a considerar la Plaza del Rey o Plaza Nueva como la Segunda Plaza de Armas, a cuyas inmediaciones se trasladó la Casa de Gobierno. Poco a poco, se fue conformando lo que hoy conocemos como Parque de la Libertad.
En 1818, se habilitó definitivamente el puerto de Matanzas para comerciar con todo el mundo y esto permitió el inicio de una etapa de esplendor económico-social en el cual las comunicaciones jugaron un papel importante. El desarrollo del ferrocarril fue determinante en el auge económico. Matanzas fue la segunda región de la Isla en implantar este adelanto técnico. Debe tenerse en cuenta que Cuba fue el primer país latinoamericano en poseerlo, diez años antes que España.
La pujanza económica de la naciente burguesía le permitió promover una cultura superior en el ámbito de las artes y las letras, la educación y la ciencia. Hitos importantes de este desarrollo se localizan en la fundación en 1827 de la Diputación Patriótica, cuyos frutos aún se observan en la publicación del periódico La Aurora, la Biblioteca Pública, la Casa de Beneficencia y otros. Brillaron también instituciones como el Teatro Principal, la Sociedad Filarmónica, el Liceo Artístico y Literario y un poco después el Teatro Esteban —hoy Sauto—. A esto se unieron magníficos colegios como La Empresa y el Instituto de Segunda Enseñanza.
En estos espacios sobresalieron personalidades culturales de primer orden nacional entre las cuales se hallan Miguel Teurbe Tolón, José Victoriano Betancourt, Gabriel de la Concepción Valdés Plácido, los hermanos Milanés, la familia Guiteras y muchos más. Es imposible no destacar a José Jacinto Milanés, el primer dramaturgo cubano de éxito. En el campo de la música descuellan radiantes personalidades como Úrsula Deville y José White. Por todo el esplendor cultural alcanzado en la ciudad de Matanzas, el 17 de febrero de 1860, el director del Liceo Artístico y Literario, Rafael del Villar la proclamó como La Atenas de Cuba, designación que se ha mantenido a través de los tiempos y hasta la actualidad.
En Matanzas habían 7 tenerias, fábricas de zapatos importantes y cientos de “chincha les” que eran personas que trabajaban desde sus casas para esas fábricas, estaban la Rayonera, La Cubanitro, la Jarcia de Matanzas y un sinnúmero de empresas que la nube roja acabó con todo