Desde hace 18 años soy la propietaria del restaurant Bom Apetíte. Soy música. Estudié piano en la Escuela Nacional de Instructores de Arte. Estando en el ISA, estudiando canto, se me da la oportunidad de ir a un intercambio cultural en Brasil. Era la década de 1990 y en Cuba una nueva ley permitía abrir negocios privados. Fue algo que me interesó muchísimo y al regreso de la gira tomé, en familia, la decisión de abrir un pequeño restaurante. Todo lo que había ganado en la gira lo invertí en hacerlo. En aquel momento era un pequeño "paladar", no el restaurante que es hoy.
Dar el salto de la música a la gastronomía fue una decisión económica. La música es mi vida, es mi forma, es mi esencia, pero no siempre iba a tener una gira o un contrato beneficioso. Yo tenía que ayudar a mi madre y criar a mis hijos. Entonces vi la posibilidad de crear una economía familiar basada en la cooperación y la ayuda entre todos. En ese momento vi mi futuro económico a largo plazo. Le tengo que agradecer mucho a mi madre. Ella era española y tenía muchas habilidades para la cocina. Me enseñó a caminar por este mundo de la gastronomía, porque mi vida era el piano.
Hace siete u ocho años me fui a España. Mi madre murió y todavía había familiares de ella allá. Yo quería hacer ese viaje, tenía la ilusión de hacerlo. Se dio la posibilidad y tomé ese camino que mi madre no volvió a transitar y que yo sentía que le debía. Fue una etapa muy bonita de mi vida. Conocí a familiares lejanos, hice amigos nuevos, trabajé en aquel país. Intenté desarrollarme un poco, pero tenía a mis hijos y mi negocio en Cuba. Aquí están mis raíces, aunque siento a España muy cerca de mí, como también siento a mi madre muy cerca de mí a pesar de que ya no esté conmigo.
En España tuve un bar que al final no resultó, porque ellos allá tienen una forma muy distinta de llevar las cosas y a mí me chocaba un poco. Allí me hice una empresaria.
Decidí regresar definitivamente a Cuba luego de que falleciera mi hijo mayor, durante unas vacaciones en Pinar del Río, al regresar de Minas de Matahambre, en un accidente de tránsito.
En estos 18 años de vida, desde que decidimos abrir el restaurante, he ido perdiendo poco a poco a mi familia. Primero perdí a mi madre que fue fundamental en mi vida, luego a mi padre y después a mi hijo que para mí era un puntal dentro de esta casa. Al no estar él, regresé definitivamente a mi casa, a mi tierra, a mi otro hijo, a mi negocio. Lo vendí todo en España y vine definitivamente. Soy una de las últimas de mi estirpe. Todo lo que hago hoy lo hago pensando también en aquellos que ya no están y que han sido para mí lo más grande que he tenido. Me quedan mi hijo y mis amistades que aprecio mucho y que son un apoyo y considero parte de mi familia.
Hoy la música es mi refugio. Siempre he tomado el piano como algo que me soporta cuando estoy brava, que me inspira para componer, es mi motor principal. Cuando estoy feliz, estoy con el piano, cuando lloro, también.
No me considero un “nuevo rico”, soy una trabajadora incansable. La restauración en Cuba, solo te da para vivir. Quizás te puedas pintar la casa una vez al año o algo así, pero solo te da para vivir, no hay posibilidad de hacerte rico. Se trabaja mucho. Este negocio lo que te da te lo cobra en salud, en vida, te tienes que entregar completamente al trabajo. Por lo general, estos negocios están en casas privadas, así que estás involucrada todo el tiempo en el negocio. No hay descanso.