Hace 17 años Michel Miglis llegó a La Habana. Un amigo sueco le había invitado a trabajar en un documental sobre Gregorio Fuentes, el capitán de Ernest Hemingway. Para ese entonces Michel vivía en Jamaica y hacía de fotógrafo, productor y director musical. Cuba, pensaba él, sería uno de sus tantos destinos.
En su infancia, Michel había viajado por toda Europa y África con sus padres, auténticos hippies que, en la década del 70, recorrieron el mundo en automóvil escuchando a Los Beatles y a Elvis Presley. Su madre era de Gotland, una pequeña isla de Suecia y el padre, griego. Cada año pasaban una temporada en Rodas donde tenían un restaurante muy popular entre los artistas. Ahora, si le preguntas quiénes eran esos famosos que iban a su casa, él sonríe, debe tener muy buenas historias para contar pero prefiere no hacerlo, y entre líneas uno se percata de que algo pasó entre su padre y Cher, por ejemplo.
Estudió Ingeniería química pero nunca lo ejerció. Y cuando sus padres se cansaron de viajar, le advirtieron que debía seguir su camino, porque el país de un hombre libre es el mundo. Así que tomó su mochila y anduvo la otra parte que le faltaba: América.
Llegó a La Habana en 1996, con 27 años, cuando Cuba todavía estaba en el período más cruento de la crisis económica de los 90. El taxi que lo recogió en el aeropuerto lo dejó en el Hotel Deauville. Era de noche y estaba lloviendo. Del edificio que quedaba justo en frente del hotel lo llamaron unos hombres y, por un momento, pensó que Centro Habana se parecía a Kingston, que quizás esa gente le haría algo malo –y pudo haber sido, pero no esa vez. Aquellos hombres le invitaron a un trago de ron. Una semana después, Michel llamó por teléfono a su madre y le dijo que finalmente había encontrado su lugar en el mundo.
Durante varios años se dedicó a filmar videos clips en La Habana para músicos como Jimmy Cliff, The Rasmus, Arash Labaf. Ese era uno de sus trabajos, porque además viajaba por la Isla para descubrir talentos musicales. Fue él quien acuñó el término cubatón: con el CD Reguetón a lo cubano, que grabó con la empresa cubana Artex.
A ese disco pertenece la canción “El Chupa Chupa” que hizo con El Médico, un muchacho acabado de graduar de la carrera de Medicina que encontró en la comunidad rural El Oro, de la provincia de Granma. “El Chupa Chupa” fue, sin dudas, la canción más popular del CD (número 8 en la lista nacional de la radio en España), y gracias a ella vendieron más de un millón de copias del CD en Europa.
Actualmente vive en Centro Habana y, como sus padres, ha hecho de su casa un restaurante. En Casa Miglis trabajan sus amigos del barrio. Casi todos muchachos jóvenes a quienes les ha enseñado los secretos de la cocina escandinava. Cada tres meses invita a un chef sueco a pasar una temporada en la Isla para acomodar las recetas a los ingredientes cubanos. El restaurante lo abrió hace apenas un año junto a su esposa, que es cubana. Ahora, dice Michel, trabajamos para que este lugar se convierta en un centro cultural, como lo sigue siendo el de mi familia en la Isla de Rodas.
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