El expresidente de Brasil Jair Bolsonaro comenzó este martes a cumplir una condena de 27 años de prisión por liderar un intento de golpe de Estado en 2022, mientras su sucesor y némesis, el actual mandatario Lula da Silva, lidera todos los escenarios para las próximas elecciones.
La decisión del Supremo Tribunal Federal (STF), encabezada por el juez Alexandre de Moraes, marcó un hito en la historia democrática del país: por primera vez un exmandatario fue condenado por conspirar para abolir el orden constitucional.
Bolsonaro, de 70 años, fue trasladado el sábado a una celda de la Policía Federal en Brasilia después de intentar manipular su tobillera electrónica con un soldador, de acuerdo con reportes de prensa.
El tribunal consideró que representaba un riesgo de fuga y ordenó su prisión preventiva, que se transformó en el inicio formal de su condena tras agotarse las apelaciones.
Condiciones presidiarias
El exmandatario ocupa una habitación de 12 metros cuadrados equipada con cama, baño privado, aire acondicionado, televisor y escritorio. No tendrá contacto con otros internos.
Su defensa insiste en que la salud del expresidente —afectada por cirugías intestinales y secuelas de la puñalada que sufrió en 2018— requiere un régimen especial, pero el STF ha rechazado reiteradamente la solicitud de prisión domiciliaria.
Sus abogados anunciaron que recurrirán a instancias internacionales, mientras que su familia denuncia “persecución política” y “torturas” por las condiciones de detención.
Flávio Bolsonaro, senador e hijo del expresidente, exigió un “trato digno” y pidió al Congreso votar un proyecto de amnistía para los condenados por golpismo.
El Partido Liberal (PL), principal fuerza de Bolsonaro en el Parlamento, presentó hace dos meses una iniciativa de amnistía que beneficiaría al exmandatario y a sus aliados. Aunque aún no ha sido incluida en la agenda de votaciones, Flávio Bolsonaro asegura que cuentan con los votos suficientes para aprobarla.
Mientras, la polarización en torno a su caso se refleja en las calles y en las redes sociales, donde partidarios y detractores del expresidente se han enfrentado con discursos de odio y cuestionamientos al sistema judicial por un lado, y celebraciones por el otro.

Aliados condenados
Bolsonaro no es el único alto exfuncionario tras las rejas. Dos generales que fueron ministros en su gobierno, Augusto Heleno y Paulo Sérgio Nogueira, fueron arrestados y trasladados a instalaciones militares en Brasilia.
El exministro de Justicia, Anderson Torres, cumple condena en la penitenciaría de Papuda, mientras que el almirante Almir Garnier está recluido en dependencias de la Marina. Walter Braga Netto, exministro de Defensa y compañero de fórmula de Bolsonaro, también permanece en prisión en Río de Janeiro.
Por su parte, el legislador Alexandre Ramagem, exjefe de la agencia de inteligencia, se encuentra prófugo en Estados Unidos.
La condena de Bolsonaro es el desenlace de una confrontación prolongada entre las instituciones brasileñas y un presidente que gobernó mediante la desestabilización. Desde la pandemia de COVID-19, cuando minimizó la crisis sanitaria y promovió medicamentos no comprobados, hasta la derrota electoral de 2022, Bolsonaro desafió repetidamente los límites del sistema democrático.
El STF asumió un papel inédito: abrió investigaciones, autorizó redadas y finalmente juzgó y sentenció al expresidente.
Para muchos, el protagonismo del Poder Judicial refleja tanto la fortaleza como las debilidades de la democracia brasileña. “El protagonismo del Supremo proviene de un desequilibrio institucional más profundo”, explicó Filipe Campante, profesor de la Universidad Johns Hopkins.
Un complot letal
La trama golpista incluía planes para asesinar al presidente Lula da Silva, al vicepresidente Geraldo Alckmin y al propio juez De Moraes. También contemplaba declarar un estado de excepción para anular las elecciones de 2022 y desplegar a las Fuerzas Armadas. El plan fracasó por falta de apoyo militar, pero derivó en el asalto del 8 de enero de 2023 a los edificios gubernamentales en Brasilia.
El caso ha sido comparado con el asalto al Capitolio estadounidense en enero de 2021. Bolsonaro, aliado de Donald Trump, recibió apoyo inicial de Washington, que llegó a imponer aranceles a las exportaciones brasileñas en protesta por el juicio. Sin embargo, la presión se desvaneció y la reacción más reciente de Trump al encarcelamiento de Bolsonaro fue un escueto “qué lástima”.
Bolsonaro se suma a la lista de expresidentes brasileños que han enfrentado la cárcel, como Michel Temer, Fernando Collor de Mello y el propio Lula, este último luego reivindicado en su inocencia por la propia justicia. Bolsonaro es el primero en ser condenado por intentar un golpe de Estado.
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Lula, imbatible en las encuestas
Luiz Inácio Lula da Silva lidera todos los escenarios para las elecciones de octubre del próximo año en Brasil, según un sondeo de CNT/MDA divulgado este martes, que también mostró un aumento en la evaluación positiva del Gobierno federal y en la aprobación personal del mandatario.
Según el sondeo, realizado por el instituto MDA y encargado por la Confederación Nacional de Transportes, Lula encabeza el escenario que incluye al expresidente Jair Bolsonaro, inelegible para competir, por 39 %-27 %. En la encuesta anterior, en septiembre, Lula se imponía por 36 %-30 %.
Los otros posibles candidatos suman un 23 % de las preferencias.
En una simulación con el gobernador de São Paulo, Tarcísio de Freitas, que ha sido señalado como posible candidato de Bolsonaro a la presidencia, Lula se impondría 42 %-22 %.
Si el diputado Eduardo Bolsonaro, acusado en el Supremo Tribunal Federal (STF) de intentar interferir en el proceso en el que su padre fue condenado por un intento de golpe de Estado, apareciera como candidato, Lula se impondría por 4 3%-17 %, según ese sondeo.
Lula también tiene ventaja en todos los escenarios de segunda vuelta.
La encuesta también mostró que la evaluación positiva de Lula fue del 34 %, frente al 31 % de septiembre; mientras que su evaluación negativa fue del 36 %, frente al 40 % de la encuesta anterior.
La muestra entrevistó a unas dos mil personas entre el 19 y el 23 de noviembre. El margen de error de la encuesta es de más o menos 2,2 puntos porcentuales.










