El gobierno chileno lanzó hoy miércoles una campaña para incentivar la participación en el histórico plebiscito del 25 de octubre, cuando los chilenos decidirán si reemplazan o no la Constitución heredada por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Será la primera vez que los 14,5 millones de chilenos convocados a las urnas se pronuncien sobre esta polémica Carta Magna que fue instaurada en 1980, en plena dictadura, sin consulta al pueblo, y que ha sido reformada en 31 ocasiones durante las tres décadas de democracia chilena.
“En 18 días más, los chilenos tendremos la oportunidad de definir un camino para renovar, cambiar, perfeccionar o modernizar nuestra Constitución”, afirmó el presidente Sebastián Piñera desde el palacio presidencial de La Moneda. Agregó que con la campaña “El amor de Chile se hereda” se busca “convocar e invitar con mucho cariño y entusiasmo a todos los ciudadanos a participar”.
El presidente especificó que habrá un horario exclusivo —de 2 a 5 de la tarde— para que voten los adultos mayores como medida de prevención del coronavirus. En su discurso solicitó a los chilenos llevar a cabo un plebiscito “del que sentirnos orgullosos”, que dé lugar a una Constitución que consagre derechos fundamentales como la salud y la educación y condene la discriminación y la violencia.
“La Constitución actual tiene una falla de origen, que es que fue creada durante la dictadura militar en un proceso antidemocrático”, explica a AP Monica Salinero, socióloga de 40 años, que afirma que acudirá a votar a favor de la nueva Constitución.
La Constitución consagra “un estadio subsidiario que no puede proteger o garantizar ningún derecho social y eso se refleja hoy en día en el sistema de previsión, en el sistema de salud que es muy injusto y muy clasista y finalmente el Estado no puede invertir en nada porque cualquier cosa es vista como una competencia desleal frente al mercado”, señala Salinero.
El cambio de la Constitución fue una de las principales demandas sociales del estallido social del pasado 18 de octubre en el país.
Los Comandos del Apruebo, fragmentados en diversos grupos políticos y de la sociedad civil, y del Rechazo, que se ha presentado de forma más unitaria, llevan ya semanas saliendo a las calles en una inusual campaña marcada por las restricciones de la pandemia y dónde el “puerta a puerta” tradicional de los procesos electorales chilenos se ha visto dificultado. El gobierno habilitó un permiso especial para hacer campaña en las partes del país que aún están bajo cuarentena.
En Santiago la manifestación del rechazo se ha repetido todos los sábados en los barrios más adinerados de la capital, congregando a centenares de personas con mascarilla.
La aprobación se ha manifestado en distintos puntos de la capital en forma de banderazos o caravanas de autos, motos, bicicletas u otros, organizados por coaliciones de partidos políticos de ideologías diversas o por organizaciones de la sociedad civil, como la organización feminista Coordinadora 8 M o la Asamblea Feminista Plurinacional, que ha lanzado una campaña con jugadoras de fútbol de la selección chilena.
Desde el pasado 25 de septiembre se emite en todas las televisiones al unísono 30 minutos de propaganda electoral, la llamada “franja electoral”, que ha jugado tradicionalmente un rol vital para los votantes indecisos y en el que los tiempos asignados a cada opción son delimitados por el Consejo Nacional de Televisión (CNTV). Además de partidos políticos y candidatos independientes, se da por primera vez la participación de organizaciones civiles como “sindicatos, clubes deportivos, agrupaciones de diversidad sexual, varias ONG, centros de padre y fundaciones”, según un comunicado del CNTV. También se ha visto a comunidades indígenas expresando su posición.
La última encuesta publicada por Criteria el 1 de octubre da por mayoritaria la opción del apruebo (79%) frente al rechazo (19%). Los chilenos que también elegirían a los 155 representantes de la sociedad civil o ciudadanos de a pie para redactarla con la opción Convención Constituyente(59%) imponiéndose frente a la Mixta (28%), que implicaría que los políticos en ejercicio participarían a partes iguales con los ciudadanos en la creación de la nueva Carta Magna. El sondeo se realizó a 1.500 personas y tiene un margen de error de 2.5 puntos porcentuales.
El plebiscito podría marcar una nueva página en la historia para Chile: por primera vez en sus más de 200 años como país tendría una Constitución redactada por sus ciudadanos.