“En Chile pedir dignidad cuesta un ojo de la cara”, rezaba una de las pancartas de los familiares y víctimas de daños oculares que han dejado las protestas en Chile y que se manifestaron este jueves frente al palacio presidencial de La Moneda.
Al menos 232 personas han perdido la visión durante el estallido social de las últimas cinco semanas.
“Carabineros estaba disparando bombas lacrimógenas desde unos 100 metros al grupo donde estaba toda la gente parada, le empieza a llegar a un amigo en la mochila” durante una manifestación el 4 de noviembre, explicó a The Associated Press Marcelo Herrera, una de las víctimas. “Le llega a una persona en la cabeza, le cayó en la cabeza y yo fui a encarar a Carabineros”, continuó relatando. Entonces todos salieron corriendo y se quedó solo. Y cuando decidió irse antes de que le pasara algo “me disparan un perdigón en el ojo. No había nadie al lado mío, nadie, fue un disparo directo”.
El ingeniero medioambiental de 32 años no pudo ver la cara de su agresor “porque estaba lleno de lacrimógenas”. Por suerte, en su caso no hubo un estallido ocular.
“Es terrible lo que está pasando”, dijo, “quitaron los perdigones, pero siguen disparando las bombas lacrimógenas a la cara a la gente”. Los mismos carros lanza agua “están mojando a gente y hay gente que tiene quemaduras de segundo grado, ampollas en todo su cuerpo”, afirmó enojado mientras acusaba al presidente Sebastián Piñera de tener “sangre en sus manos” y exigir que renuncie y vaya a juicio como responsable de la violencia policial.
Carlos Puebla, de 46 años, tuvo peor suerte que Herrera. Perdió una cuenca ocular por un disparo en la cara durante una manifestación.
“Perdí el ojo, me vaciaron el ojo”, explicó a AP. “No soy el mismo”. Puebla espera una prótesis de reparación ocular de un programa de salud pública creado especialmente tras esta crisis sanitaria, pero no cree que pueda seguir trabajando como obrero de la construcción.
“Veo que uno (de los policías) levanta la escopeta a la altura de su hombro y apunta justo a mi cara y ahí lo único que sentí fue que mi cara se hinchó y sangré y caí a tierra”, señaló. “Es una brutalidad, se saltan todos los protocolos”, dijo sobre el accionar de la policía.
La manifestación se produjo poco después de que se conociera una nueva víctima, Fabiola Campillai, quien quedó sin visión en ambos ojos tras recibir una bomba lacrimógena en la cara disparada por la policía cuando estaba esperando el autobús para ir a su trabajo nocturno. Y apenas dos días después de que se confirmara también la pérdida de visión total del joven universitario Gustavo Gatica, de 21 años, cuyo caso ha tenido en vilo a todo el país.
Chile vive un inusitado estallido social que lleva 42 días y que comenzó con protestas en rechazo a la suba del precio del tren subterráneo y se extendió a la exigencia de que se elimine la desigualdad social causada por el modelo económico neoliberal.
Piñera afirmó el jueves que “estamos enfrentando un enemigo poderoso e implacable, que no respeta a nada ni a nadie, que no respeta la vida de los seres humanos… que no respeta nuestras infraestructuras más masivas”, al referirse a los saqueos, incendios y hechos de violencia ocurridos en el país en los últimos días, que no han cesado a pesar de las mejoras sociales anunciadas por su gobierno.
El mandatario busca que el Congreso apruebe una ley que permitiría a los militares proteger infraestructura pública como hospitales y establecimientos sanitarios y eléctricos para relevar a los policías que actualmente las vigilan sin necesidad de decretar el estado de excepción como el que rigió durante nueve días en octubre.
“Por esa razón quiero que tengamos conciencia, porque aquí no hay que dar espacio ni a la tibieza ni a la ambigüedad, ni mucho menos a la debilidad”, continuó el mandatario, quien la víspera admitió que el país no cuenta con policías suficientes para mantener el orden en medio de las incesantes protestas.
Según las últimas cifras del independiente Instituto Nacional de Derechos Humanos entregadas el jueves en el Congreso, en las manifestaciones hubo 2.808 heridos, 1.737 por armas de fuego, y 232 personas sufrieron traumas oculares.
Diversos organismos como Amnistía Internacional, Human Rights Watch y la Corte Interamericana de Derechos Humanos han denunciado abusos policiales y graves violaciones a los derechos humanos en la represión de las manifestaciones en el país.