El presidente Sebastián Piñera promulgó este lunes una ley que permitirá la realización en abril de un plebiscito en el que los chilenos decidirán si cambian la Constitución heredada de la dictadura militar en medio del mayor estallido social en tiempos de democracia en el país sudamericano.
En una ceremonia en el palacio de gobierno de La Moneda, Piñera destacó que el plebiscito, fijado para el 26 de abril y que será el primero en 30 años, “nos debe servir para dejar atrás la violencia y las divisiones que hemos visto resurgir con dolor y tristeza durante estos días”.
Hoy promulgamos Reforma Constitucional q conduce a #Plebiscito2020 el 26 de abril. En este proceso los chilenos tendrán la primera palabra para acordar los mecanismos y la última palabra para aprobar el contenido. Debemos recuperar unidad y diálogo para construir un Chile mejor. pic.twitter.com/KEadsW2jv2
— Sebastian Piñera (@sebastianpinera) December 23, 2019
“No es una vara mágica que resuelve todos los problemas”, advirtió el gobernante.
El plebiscito fue posible por la presión en las calles que siguió a un violento estallido social el 18 de octubre y que obligó a los partidos políticos oficialistas y de oposición a firmar un inédito acuerdo que derivó en que dos tercios del Congreso aprobaran la semana pasada un proyecto de reforma constitucional y que se tradujo en la ley promulgada el Piñera.
El mandatario –que antes de la crisis política y social que convulsionó al país rechazaba la posibilidad de una nueva Constitución y que sólo favorecía algunas reformas, señaló que “hoy por primera vez tenemos la oportunidad de lograr con total libertad y en plena democracia un gran acuerdo constitucional, con amplia y efectiva participación ciudadana y con una equitativa participación de las mujeres”.
La Constitución vigente fue escrita por la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990) y plebiscitada en 1980 cuando en Chile los partidos políticos habían sido disueltos, no había registros electorales, ni se permitía expresarse a la oposición política, que fue duramente reprimida tras el sangriento golpe militar de septiembre de 1973.
Según las cifras de la época, el plebiscito de septiembre de 1980 aprobó con un 67% de los sufragios la Constitución de Pinochet, mientras un 30% de los votantes la rechazó.
En abril los chilenos, además de votar sobre si quieren o no una nueva Constitución, sufragarán si la nueva carta magna será escrita por una convención constituyente, integrada sólo por miembros electos, o por una convención mixta, conformada por miembros electos y parlamentarios en ejercicio a partes iguales.
La reforma constitucional promulgada el lunes también establece que, en caso de ganar la opción de una nueva Constitución, habrá otro referéndum en el que los chilenos votarán si aprueban o rechazan la nueva Carta Magna redactada por los constituyentes, en el plazo de un año, prorrogable.
En el Congreso se debate un proyecto opositor, apoyado por varios legisladores oficialistas, que propone que la convención constituyente esté formada por igual número de hombres y mujeres, que asegure escaños para pueblos indígenas y que otorgué las mismas facilidades de campaña electoral a los partidos políticos y a los independientes. El 51% de los 18 millones de chilenos son mujeres.
Diversas encuestas y analistas estiman que la votación de los chilenos en abril y octubre será muy superior al 46,6% que participó en las presidenciales de 2017, ganadas por Piñera, y que la mayoría prefiere que la Constitución sea redactada por una convención compuesta sólo por miembros electos.
La idea de una nueva Constitución no figuraba entre las primeras demandas de los chilenos tras el estallido social, que anteponían exigencias de mejores pensiones, salarios, salud, medicamentos más baratos, entre muchas otras, pero fue ganando terreno poco a poco.