Elkis se preparó cuidadosamente para la que debería ser la comida de despedida con su familia en Moscú. Temprano fue al supermercado Perekrestok y tras separar el dinero para el taxi al aeropuerto, se gastó sus últimos rublos en un pedazo de carne, ensalada, arroz, dulces y hasta un par de cervezas para ella y su esposo Eddy, y un refresco para Angelo, su hijo de 16 años.
Cuando estaba a punto de empezar a cocinar recibieron la notificación de la suspensión de su vuelo.
Ella no lo sabía, pero poco antes se había anunciado la cancelación de ese y otros vuelos a América Latina y el Caribe.
La Unión Europea cerró su espacio aéreo para las aerolíneas rusas como parte de las sanciones a Rusia por la guerra en Ucrania. Poco después, Estados Unidos tomó una medida similar, lo que hizo los viajes al continente americano muy difíciles, poco menos que imposibles.
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Hace ocho meses que Elkis salió de su natal Bauta, en la provincia de Artemisa, llegó a Moscú con todos sus ahorros y un montón de planes y sueños, alimentados por una cuñada que le dijo que “esto está buenísimo, hay de todo”, cuenta.
Lo que no sabían entonces era de la imposibilidad de legalizarse, y por tanto, de acceder a trabajos seguros y bien remunerados.
“Aquí nos estafaron varias veces, cubanos y rusos”, cuenta ahora.
“Mi esposo fue el primero que consiguió trabajo como albañil, estuvo varias semanas albergado trabajando de la mañana a la noche y nunca le pagaron. Yo trabajé limpiando en una tienda y también fallaba el pago.”
La historia, similar a la de otros compatriotas, se repitió una y otra vez. En una ciudad cara y fría como Moscú, esa inestabilidad puede resultar fatal y muy estresante. Hasta el jovencito Angelo, que en estos meses no ha podido hacer mucho más que “entretenerse con internet”, ya ha sufrido crisis nerviosas.
“En todo este tiempo hemos sobrevivido principalmente gracias a la ayuda que mis hermanas nos han podido mandar de Estados Unidos, con mil sacrificios. Con eso hemos podido pagar la renta, y ahora es que pudimos reunir el dinero para los pasajes para Cuba”, explica.
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La familia de Elkis es parte de cientos de cubanos que vieron afectados sus planes y su vida por el conflicto ruso-ucraniano.
Muchos de ellos se han quedado varados en Moscú, como en un deja vu de los peores momentos de la pandemia, sumando ahora la incertidumbre de todo tipo que se vive en Rusia por la guerra con Ucrania y las sanciones occidentales.
Al consulado cubano se acercan cada día decenas de personas en busca de alguna información o ayuda.
“Las aerolíneas rusas, las compañías que viajan regularmente a la isla se vieron precisadas a suspender los vuelos a Cuba. Debido a esta situación, tanto turistas cubanos como rusos se han visto imposibilitados de regresar a sus respectivos países en los plazos previstos. En estos momentos el Consulado y la Embajada se encuentran realizando gestiones con las autoridades competentes para conocer las alternativas que pueden utilizar nuestros ciudadanos para regresar al país”, dijo a la agencia Sputnik la cónsul general, Liana Hernández.
La aerolínea Nordwind debe transportar a los ciudadanos y turistas rusos varados en Cuba, y en esos vuelos, aún sin precisar, está previsto que puedan viajar los pasajeros cubanos de Moscú a Cuba. El pequeño detalle es el precio, que se ha triplicado con respecto a los anteriores a esta situación, y aumenta por días.
Nordwind tiene a la venta en su página el vuelo del 5 de marzo, por un monto superior a los 100.000 rublos, (unos 1000 dólares al cambio actual tras la devaluación del rublo). Después, la nada de la incertidumbre.
“No sé si podremos irnos en ese vuelo, estábamos esperando el dinero del reembolso de los pasajes que ya habíamos comprado, y estos son mucho más caros”, dice Elkis.
A la situación se suman las crecientes dificultades para las transacciones bancarias internacionales, por las sanciones a bancos rusos, entre ellas la desconexión parcial del sistema SWIFT.
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La situación es incierta para todos, los rusos y también para los miles de cubanos que se encuentran en Rusia, legal o ilegalmente. Y en medio de todo eso, todavía hay quien crea más pánico, como algunos “influencers” que llaman a comprar máscaras antigás o pastillas para la radiación. O los que crearon un bulo en forma de audio que aseguraba que todos los hombres extranjeros serían llamados a filas para ir al frente.
El abogado cubano Pedro Luis García, quien trabaja en un bufete especializado en temas migratorios, se encargó de desmentirlo desde Moscowexpress, una página en Facebook y canal de Youtube que lleva desde que se inició la pandemia para informar a los cubanos sobre temas legales y de la vida diaria en Rusia.
“Hay muchas falsas informaciones en las redes sociales, se está manipulando mucho”, afirma.
“Vienen a vernos también muchas personas preocupadas porque se ven obligadas a quedarse aquí y las autoridades migratorias aún no se han pronunciado sobre qué estatus tendrán, estamos intentando buscar información”, dice Pedro.
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Mientras termino de escribir, Elkis intentaba comprar pasajes de regreso para su familia en el aeropuerto Sheremétievo, en el único vuelo de momento programado, para el día 5 de marzo. El dinero no le alcanzó, ni con lo último que le pudo hacer llegar la familia, porque en solo 24 horas el precio casi se duplicó. Al buscar un taxi para regresar, tomaron uno extraoficial que aprovechó su desconocimiento del idioma y los estafó, cobrándoles más de 400 dólares por un viaje que cuesta menos de 40. Hoy deben pagar la renta, o corren el riesgo de quedar en la calle. Se pregunta qué comerán esta noche. Los tentáculos de esa guerra contra Ucrania, cuyos motivos no alcanzan a entender, los han atrapado en Moscú.