Comunidades alejadas de la frontera, donde están siendo liberados cientos de solicitantes de asilo, advierten que no tienen recursos suficientes para ayudar a los inmigrantes a que lleguen a su destino final en Estados Unidos.
“Estamos buscando recursos tanto estatales como federales para poder atender esta situación, sentimos que es nuestra responsabilidad y hemos tratado de responder con todo lo que tenemos pero la cantidad de personas que recibimos está desbordando nuestra capacidad”, dijo a Efe Manuel Pérez, supervisor del Condado de Riverside, en California.
La misma situación reconocen representantes de iglesias y organizaciones del sur de California, estado que más está afrontando la recepción de solicitantes de asilo provenientes de Texas.
La semana pasada, el secretario interino del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), Kevin McAleenan, confirmó el traslado de inmigrantes a ciudades del país desde la frontera sur debido a necesidades operativas y de capacidad.
Jennaya Dunlap, coordinadora de defensa de deportación de la organización Inland Coalition Immigrant Justice, explicó a Efe que los recursos humanos y económicos no dan abasto para atender a las decenas de familias que han sido dejadas en la estación de autobuses Greyhound en San Bernardino en los últimos ocho días.
“No tienen ni para hacer una llamada, no saben dónde están, y todos los adultos traen al menos un niño”, explica la activista, que en los últimos días ha tenido un intenso trabajo y se alista para un fin de semana largo, por el festivo del Memorial Day, en el que se esperan más liberaciones.
La iglesia adventista Central Seventh Day, en la localidad de Blythe, fue la única que el mes pasado respondió al aviso de la Patrulla Fronteriza sobre la liberación de inmigrantes, en su mayoría centroamericanos.
La tesorera de este templo en el condado Riverside, María Crespo-Lind, dijo a Efe que en abril recibieron grupos de hasta 25 inmigrantes cada día, y que luego el número subió a 40.
En las últimas semanas, no obstante, los números han superado el centenar. Una noche llegaron a las cerca de 200 personas y en un momento dado sumaron casi 400 personas dentro del albergue.
“Somos los únicos que reciben inmigrantes después de las ocho de la noche”, explica la tesorera.
Resaltó que los últimos grupos están compuestos en su mayoría por guatemaltecos, aunque también hay migrantes de Rumania, Argentina, Ecuador, Venezuela y Cuba.
Ralph DeSio, vocero de la Patrulla Fronteriza en San Diego, en el sur de California, confirmó a Efe que los traslados continuarán en vista de “las limitaciones de capacidad en muchas estaciones de la Patrulla Fronteriza en la frontera sur”.
La crisis ha llevado al sector de la Patrulla Fronteriza del Valle del Río Grande (RGV) que envíe cada semana a San Diego tres vuelos, cada uno de ellos con entre 120 y 135 solicitantes de asilo, apuntó DeSio.
Tras ser procesados muchos de estos peticionarios son liberados en refugios, pero “a medida que las ONG han alcanzado su capacidad, CBP ha liberado unidades familiares en centros de transporte durante las horas del día cuando el clima no pone en peligro a los liberados”, explicó recientemente esta agencia federal.
El traslado de solicitantes de asilo desde El Paso (Texas) no solo se limita a California, y abarca estados como Colorado, a cuya capital, Denver, se enviaron la semana pasada 55 migrantes. Florida, tras una rápida acción de su gobernador, Ron DeSantis, sorteó la recepción de solicitantes de asilo.
En Riverside, el supervisor Pérez lamenta no tener un número estimado para saber cómo destinar recursos.
Las autoridades de este condado han destinado un gran número de trabajadores sociales y de sus empleados a trabajar en iglesias como la de Blythe para ayudar a los solicitantes de asilo a contactar con sus familiares, comprar boletos o darles información sobre sus derechos.
Pérez agradece la buena disposición del gobernador estatal, Gavin Newsom, a quien no obstante le pide más recursos. Las peticiones de fondos federales ya se han tramitado, pero el supervisor admite que podrían no encontrar respuesta.
Dunlap subraya el caso de aquellos que están siendo dejados en las estaciones de autobuses, quienes “están muy temerosos y desorientados”.
Debido a que los espacios en refugios e iglesias se van llenando, algunas familias incluso se ven empujadas a pasar la noche a la intemperie, eso si casi siempre con un activista al lado.
“No los podemos dejarlos tirados a su suerte”, señala Dunlap, quien invoca la ayuda de voluntarios para ayudar a hacer frente a la crisis.
Crespo- Lind, responsable de las finanzas de la iglesia, dice que los gastos han sobrepasado cualquier presupuesto, y que tan sólo el desembolso de ocho dólares al día para los utensilios de aseo han dejado la caja en problemas.
“Los familiares costean con los boletos, pero como vamos a mandar a una madre con un niño sin un dólar en un viaje de diez horas de camino”, señala la religiosa.