Un juez federal condenó a dos años de prisión a un excomandante de la base naval estadounidense de Guantánamo, en el oriente de Cuba, por ocultar una pelea con un trabajador de la comisaría que luego fue encontrado muerto en la bahía y no colaborar con las investigaciones posteriores.
Las declaraciones de los testigos e investigadores en el juicio demostró que la pelea dentro de la residencia oficial del ahora retirado capitán de la Armada, John R. Nettleton, de 54 años, siguió a una noche de celebraciones en el club de oficiales de la base. En la fiesta, el fallecido, Christopher Tur, de 42 años, acusó en voz alta al capitán Nettleton de tener una aventura con su esposa, según el diario The New York Times.
El juez federal de distrito Timothy J. Corrigan dictó la sentencia por seis cargos criminales, incluyendo obstrucción de la justicia, tras una audiencia de un día en Jacksonville, Florida. Durante la audiencia, la madre y los hermanos de Tur instaron emocionalmente a una sentencia severa, mientras que tres ex oficiales describieron a Nettleton como un veterano piloto de helicópteros de combate que ha llevado una vida de gran integridad personal.
“Cualquier período de encarcelamiento es cualquier cosa menos una palmada en mano. El capitán Nettleton debe rendir cuentas, creo que es apropiado y espero que se pueda ver desde ese punto de vista”, dijo el juez al dictar la sentencia en la sesión la cual, a causa de la pandemia, fue seguida por un público con máscaras de protección, mientras otros la siguieron por circuito cerrado de televisión o la escucharon por teléfono.
La fiscalía pidió una sentencia entre 37 y 46 meses de cárcel, citando los lineamientos de sentencia, pero el juez no llegó a tanto, como es su prerrogativa y se decantó por los 24 meses. La defensa había pedido que no hubiera pena de prisión ni reclusión domiciliaria, arguyendo que las pruebas no mostraban fehacientemente que el oficial estuviera involucrado en la muerte del empleado de la comisaría.
Tur fue encontrado muerto y flotando en la bahía de Guantánamo el 11 de enero de 2015, dos días después de la pelea y después de que el capitán Nettleton ordenara su búsqueda a los militares y otros residentes en la base tras considerar que estaba desaparecido.
En la autopsia se determinó la víctima tenía cuatro costillas rotas, la frente magullada y cantidades potencialmente letales de Prozac y alcohol en su sistema sanguíneo. Un médico forense dictaminó que la muerte se dio por ahogamiento, posiblemente accidental.
Antes de dictar la sentencia, el juez estimó que “no estamos ante un caso de homicidio, ni de asesinato. Tampoco es es un caso en el que el capitán Nettleton esté acusado o condenado por provocar la muerte del señor Tur”.
La condena se da porque el capitán de la Armada nunca reveló a los investigadores que sostuvo una pelea con el fallecido, o que este visitó su casa para pedirle explicaciones y tampoco que tenía una relación íntima con la esposa del occiso. La mujer en cuestión era directora de los servicios sociales de la base.
Atendiendo a la relativamente benigna sentencia, y la proximidad de las festividades de Navidad, el juez determinó que el capitán no ingresará de inmediato a prisión sino que será convocado por el buró de prisiones después de Navidad. “El riesgo de que el capitán Nettleton cometa un crimen en el futuro es tan cercano a cero como en cualquier caso que haya visto”, justificó el magistrado.
La base se encierra de nuevo
Mientras tanto, las autoridades militares han suspendido las actividades que implican la aglomeración de personas, aunque no especificaron si se debe a un aumento en los casos de coronavirus en la base, un enclave estadounidense situado en un territorio de la oriental provincia cubana de Guantánamo y que el gobierno de la Isla considera ilegal.
Tanto el personal militar como civil residente no recibió aún una explicación precisa, pero las restricciones están la mismo nivel que las decretadas en marzo cuando se registró el primer caso de coronavirus.
“Estamos a la espera de los resultados las pruebas realizadas la semana pasada y que fueron enviadas por análisis a un laboratorio en Estados Unidos”, dijo al Times la portavoz Nikki L. Maxwell, sin especificar la razón de las pruebas.
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El encierro incluye las escuelas, la iglesia, la barbería y peluquería, las piscinas y los gimnasios. Las tiendas de comestibles y ropa se mantienen abiertas, pero con un número limitado de clientes, y los restaurantes solo sirven para la calle. Las cocinas y restaurantes de los militares siguen trabajando con normalidad. No se ha informado de una fecha de regreso a la normalidad, si la habrá.
En marzo durante el primer cierre, el Pentágono barajó la posibilidad de evacuar el personal civil no esencial.
Este cierre ocurre cuando la base se apresta a reiniciar los juicios de los presos de la guerra contra el terrorismo allí confinados, un momento en que se espera la llegada de centenares de personas como jueces, fiscales, abogados, periodistas y familiares de las víctimas de los ataques del 11 de septiembre del 2001.