El 15 de noviembre los miembros de la junta de la Comisión de Diseño Público de la Gran Manzana discutirán un plan para trasladar la estatua de Thomas Jefferson a la Sociedad Histórica de Nueva York.
Jefferson pudo haber sido el autor de la Declaración de Independencia, pero como dueño de esclavos no prestó atención a sus propias palabras de que “todos los hombres son creados iguales”, dijeron los proponentes de la medida. “Era un dueño de esclavos que poseía más de 600 seres humanos”, dijo Adrienne Adams, miembro del Consejo Municipal de Nueva York.
El alcalde Bill de Blasio se vio a la defensiva después de que la comisión que nombró dejó en claro que seguirían adelante con un plan. “Nombro personas, pero luego ejercen su criterio”, dijo. La Sociedad Histórica de Nueva York, en el Upper West Side, se presentó como un sitio potencial para recibirla, y aparentemente los miembros de la Comisión están listos para enviarla a ese lugar.
Historiadores y analistas, sin embargo, han venido subrayando que no se trata de un monumento a un confederado como Robert E. Lee, a quien Trump consideró una vez “un gran general”. El criterio fue, en este caso, otro. “Me hace sentir profundamente incómoda saber que nos sentamos en presencia de una estatua que rinde homenaje a un esclavista que creía fundamentalmente que las personas que se parecen a mí eran inherentemente inferiores”, dijo Adams.
Si esto es así, sobreviene una pregunta: ¿qué pasaría entonces con las de George Washington, también dueño de cientos de esclavos, y con la inmensa mayoría de los padres fundadores de Estados Unidos?
El problema, señalan expertos y analistas, es que esta posición, demasiado informada por el presente, pasa por alto entre otras cosas que los afro-americanos del pasado han tenido a Thomas Jefferson como referente en las luchas por sus libertades, tema que, aparentemente, no fue ni siquiera mencionado en la reunión del Consejo.
Sostienen, por ejemplo, que en un discurso del 4 de julio de 1852, el abolicionista Frederick Douglass reconoció que el principal autor de la Declaración de Independencia de Estados Unidos no aplicó su famosa afirmación de igualdad a las personas esclavizadas. Sin embargo, elogió el texto porque, decía, contenía la clave para la liberación de los negros. “Los principios contenidos en ese documento son principios salvadores”, dijo. “Defiende esos principios, sé fiel a ellos en todas las ocasiones, en todo lugar y contra todos los enemigos, y cueste lo que cueste”.
Por su parte, W.E.B. Du Bois citaba con frecuencia a Jefferson en sus demandas por los derechos y la dignidad de los suyos. A pesar de todas las injusticias que enfrentaron, escribió, los afro-americanos permanecieron comprometidos con los ideales igualitarios de Jefferson y, de hecho, no podrían criticar la opresión a que eran sometidos sin acudir a esos ideales. “Nosotros, los más oscuros, llegamos incluso ahora no del todo con las manos vacías”, escribió en 1903. “Hoy en día no hay exponentes más verdaderos del espíritu humano puro de la Declaración de Independencia que los negros estadounidenses”.
Pero, sin dudas, la invocación más conocida de Jefferson se debe al reverendo Martin Luther King Jr., quien citó la declaración de independencia en la Marcha sobre Washington (1963): “Tengo el sueño de que un día esta nación se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo. Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas, que todos los hombres son creados iguales”.
Como Douglass y Du Bois, King entendió que la nación no había cumplido esa promesa, pero que la declaración de Jefferson mostraba el camino a seguir. Y dos años más tarde, hablando desde la Iglesia Bautista Ebenezer en Atlanta, dijo: “Nunca antes en la historia del mundo un documento sociopolítico había expresado en un lenguaje tan profundo, elocuente e inequívoco la dignidad y el valor de la personalidad humana”. De hecho, concluyó, todos los estadounidenses “son herederos del legado” de Thomas Jefferson.