Cuando en 2018 la Casa Blanca canceló una visita de Donald Trump a un cementerio militar en Francia, que por estos días es el escenario de la última crisis política en Washington, lo hizo bajo el argumento de que las inclemencias del tiempo la impedían.
Al regresar a casa, el mandatario llevaba la maleta sobrecargada. Se trataba de un busto y un retrato de Benjamin Franklin y de un conjunto de dos figuras de personajes míticos griegos. Estas obras de arte estaban en la residencia del embajador de Estados Unidos, donde la pareja presidencial permaneció tres días. Eran parte del patrimonio del Hôtel de Pontalba, utilizado para promover el legado artístico estadounidense.
Al presidente le gustó el busto, el cuadro y las estatuillas. Sin pensarlo mucho, mandó a embarcarlo todo en el avión presidencial, para sorpresa del embajador Jamie McCourt, quien no se atrevió a recordarle que todo era propiedad del Gobierno Federal, que lo asignó a la embajada.
El insólito gesto cayó en el olvido hasta que esta semana el servicio de noticias Bloomberg lo sacó a flote para completar el escándalo en torno a si el mandatario dijo o no que los soldados y oficiales enterrados en aquel cementerio eran unos “perdedores” y unos “mamalones”, asunto bajo escrutinio después de que la revista Atlantic lo revelara el jueves pasado.
El incidente de las obras de arte fue recibido en ese momento con una mezcla de diversión y asombro, pero causó dolores de cabeza a los empleados de la Casa Blanca y del Departamento de Estado, según varias personas familiarizadas con el episodio que pidieron no ser identificadas.
De acuerdo con Blomberg, la historia se desarrolló así: mientras estaba en París con otros líderes mundiales conmemorarando el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, Trump se hospedó en la residencia oficial del embajador estadounidense, Jamie McCourt, en el Hôtel de Pontalba. La mansión, levantada en el elegante distrito 8 de París, data de 1842. Ha servido como buque insignia del programa de diplomacia cultural “Arte en las embajadas” del Departamento de Estado y está abierta a visitas.
La visita del presidente al cementerio de Belleau Wood se canceló cuando la lluvia dejó en tierra al helicóptero presidencial, según un correo electrónico que la Casa Blanca publicó para refutar la historia de The Atlantic. El Servicio Secreto descartó montar una caravana para el recorrido de 90 kilómetros, según dos personas familiarizadas con el tema. Eso dejó a Trump con unas seis horas de tiempo libre en la residencia del embajador, y este las dedicó a darle a conocer las instalaciones.
Al día siguiente, Trump señaló un busto, un retrato de Franklin, dos estatuillas de dioses y ordenó empaquetarlas. En esos momentos, se estimó que el valor del conjunto era de 750.000 dólares.
Pero eso fue en esa época. Ahora el valor es mucho menor (si es que tiene alguno) porque todo es falso. El cuadro y el busto de Franklin son copias. Las estatuillas también.
Estas fueron colocadas en la repisa de la chimenea en la Oficina Oval. Representan dioses griegos, datan de principios del siglo XX y son del artista napolitano Luigi Avolio, quien intentó llevar a cabo una estafa al hacerlas pasar por esculturas de los siglos XVI o XVII, según Patricia Wengraf, una marchante de arte con sede en Londres.
“Son falsificaciones del siglo XX de aspirantes a esculturas del siglo XVII, y de poco valor, dijo la especialista al programa británico Antiques Roadshow”.
Después que los curadores de arte de la Casa Blanca examinaron las piezas que trajo Trump, le dijeron al presidente que el busto de Franklin era una réplica. Este bromeó diciendo que le gustaba más la falsificación que el original, declararon dos personas familiarizadas con el episodio.
El retrato de Franklin es una copia del que Joseph Siffred Duplessis pintó en Francia en 1785, que luego pasó por muchos años a la Galería Nacional de Retratos, ubicada a una milla de la Casa Blanca. Ahora está en la Oficina Oval y la copia en un almacén.
Al confrontar a la Casa Blanca con la intervención artística del mandatario y la cualidad de las obras, la portavoz Judd Deere dijo que “el presidente trajo estas hermosas piezas históricas, que pertenecen al pueblo estadounidense, de regreso a Estados Unidos para exhibirlas de manera prominente en la Casa del Pueblo”.