El presidente Donald Trump respondió por escrito preguntas del fiscal especial Bob Mueller sobre temas relacionados con la interferencia rusa en las elecciones de 2016. Según trascendidos, sus abogados establecieron una fecha límite antes del pasado Día de Acción de Gracias para terminar sus respuestas, las que ya habrían sido entregadas.
Las respuestas del presidente conllevan la misma carga legal que una entrevista en persona.
La semana pasada Trump estuvo varias horas con sus abogados –Rudy Giuliani, Jay Sekulow y Jane Raskin, entre otros– respondiendo las preguntas del equipo de Mueller. Estas se limitan al período antes de que asumiera la presidencia.
No está del todo claro si Mueller y Trump llegarán a un acuerdo sobre cualquier formato para responder a la investigación de obstrucción de la justicia, a propósito del despido del entonces director del FBI, James Comey, en mayo de 2017.
El año pasado el mandatario dijo a varios reporteros que estaba “ciento por ciento” dispuesto a declarar bajo juramento sobre los supuestos vínculos rusos de su campaña. En ese momento sus abogados se estaban preparando para ofrecerle a Trump una entrevista con Mueller, incluso si este no hubiera solicitado un encuentro.
Sin embargo, desde entonces el presidente ha dado marcha atrás. Sus abogados han intentado en repetidas ocasiones en limitar sus respuestas por escrito. Muchos expertos consideran que ello se debe a la conocida tendencia de Trump de ir atrás/adelante en sus declaraciones.
En ese escenario, se podría levantar un caso de perjurio por mentir en una investigación federal. Lo que se diga a la prensa en un sentido u otro es una cosa; otra muy distinta a una investigación del Departamento de Justicia.
En una entrevista a principios de este mes, Giuliani dijo que los abogados de Trump estaban involucrados en “negociaciones muy delicadas” con Mueller que podrían llevar a una entrevista voluntaria o a otra ronda de preguntas escritas sobre temas relacionados con hechos posteriores a enero de 2017. El personal de Mueller, por su parte, ha mantenido su tradicional silencio.
El fiscal especial tiene la opción de emitir una citación y forzar una histórica batalla legal con el presidente. Sus abogados han dicho que lo desafiarían en cortes.
“No diría nunca que se puede citar a un presidente. Yo diría que no puede hacerse en este caso particular. Tienes que mostrar una necesidad real. Una necesidad real en términos de desarrollar el caso y no una necesidad real para tratar de atraparlo. Atrapar no es un objetivo legítimo legal”, dijo Giuliani.
Por su parte, en una entrevista transmitida el domingo pasado, Trump le dijo a Chris Wallace, de Fox News, que era poco probable que se viera cara a cara con Mueller.
“Dimos respuestas muy, muy completas a muchas preguntas que ni siquiera debería haberme hecho. Creo que eso debería resolver el problema. Espero que lo resuelva. Si no, me lo dirán y tomaremos una decisión en ese momento. Pero probablemente este sea el final”, dijo. Y añadió: “Creo que hemos perdido suficiente tiempo en esta cacería de brujas”.
Mientras, este miércoles el ex director James Comey y la ex fiscal general Loretta Lynch recibieron citaciones de los republicanos de la Cámara de Representantes que investigan el papel del FBI en las elecciones presidenciales de 2016.
Comey respondió con un tuit: “Feliz Día de Acción de Gracias. Tengo una citación de los republicanos de la Cámara. Feliz de sentarme en la luz y de responder a todas sus preguntas. Pero me resistiré a una sesión a “puertas cerradas” porque he visto suficiente de su filtración selectiva y distorsión. Vamos a tener una audiencia e invitar a todos a verla”, escribió.
La investigación de los republicanos de la Cámara sobre este tema terminará cuando los demócratas tomen el control en enero. Los republicanos han alegado que la parcialidad del FBI contra el presidente Trump los llevó a centrarse en si había algún vínculo de campaña con Rusia en vez de investigar el uso de Hillary Clinton de un servidor de correo electrónico privado para asuntos oficiales mientras se desempeñaba como secretaria de Estado.
Según los demócratas, se trata de una distracción de la investigación de Robert Mueller que Trump, en efecto, ha descrito repetida e insistentemente como una “cacería de brujas”.