Tras un año desastroso para su pontificado, el papa Francisco inició el martes el año nuevo con una oda a la maternidad, recordando a los fieles que el ejemplo y el abrazo de una madre es el mejor antídoto para el inconexo mundo de soledad y miseria de hoy en día.
Francisco ofició misa en la Basílica de San Pedro para celebrar el inicio formal de 2019, una tradición que está dedicada tanto a la Virgen como al llamado de la Iglesia católica a la paz.
En su homilía, Francisco exhortó a los católicos a dejarse guiar de nuevo, como cuando las madres guían a sus hijos, afirmando que “un mundo que mira hacia el futuro sin la mirada de una madre es miope”.
“Es posible que aumente sus utilidades, pero ya no verá a los demás como niños”, dijo. “Todos viviremos en la misma casa, pero no como hermanos y hermanas.”
“Tenemos que aprender de las madres que el heroísmo se manifiesta en la entrega de uno mismo, la fortaleza en la compasión, la sabiduría en la mansedumbre”, agregó.
El año nuevo llega tras un 2018 desastroso para el papa, que comenzó con el estallido de un escándalo por abusos sexuales y terminó con la sorpresiva renuncia del portavoz del Vaticano y su adjunta, en una muestra de discordia y disfuncionalidad dentro de la Santa Sede.
El portavoz Greg Burke y la asistente Paloma García Ovejero renunciaron el lunes sin dar explicaciones, aparte de decir que su decisión había sido tomada hace meses y que querían dejar que Francisco formara un nuevo equipo de comunicación.
Ha estado claro desde hace algún tiempo que la centralización de las operaciones bizantinas de comunicación del Vaticano por parte de Francisco ha tenido problemas, ya que el primer jefe de la oficina de comunicación se vio forzado a dimitir después de que tergiversó una carta del papa anterior y falsificó una fotografía.
La oficina del vocero ha quedado atrapada en medio, a menudo impedida de responder a las crisis de comunicación, sorprendida por las declaraciones papales y excluida del acceso directo a la toma de decisiones de la Santa Sede.