Los líderes talibanes de Afganistán están de acuerdo en que quieren alcanzar un pacto con Estados Unidos, aunque algunos tienen más prisa que otros.
Antes incluso de que el presidente Donald Trump cancelara el fin de semana una cumbre en Camp David y volviera a una retórica de mano dura, la posición de los negociadores talibanes estaba en las antípodas de la de su Consejo de Líderes, o shura.
La shura se oponía al viaje a Estados Unidos y reprendió a los negociadores que estaban ansiosos por acudir a la reunión, dijeron fuentes talibanas conocedoras de las discusiones.
Los talibanes llevan más de un año en conversaciones con Estados Unidos en la capital de Qatar, Doha, donde el movimiento insurgente islamista tiene una oficina política bajo la bandera del Emirato Islámico de Afganistán.
Suhail Shaheen, vocero de la oficina en Doha, dijo en el sitio web talibán Al-Emarah que el enviado estadounidense Zalmay Khalilzad invitó a los negociadores a Camp David en agosto.
El Talibán aceptó, pero luego impuso una demora al exigir que fuera Qatar el que anunciara el acuerdo. También quería una ceremonia de firma en la que fueran testigos los cancilleres de Pakistán, Rusia, China y otros países. Previamente la shura había reprendido a sus negociadores.
Esta no fue la primera vez que discreparon los negociadores y la shura, de acuerdo con funcionarios talibanes que hablaron bajo condición de anonimato.
Varios meses antes, la shura se opuso a una oferta del mulá Abdul Ghani Baradar, el principal negociador y cofundador del Talibán, de dar plazo de 14 meses a Estados Unidos para retirar sus 14.000 efectivos de Afganistán. La shura dijo a Baradar que no estaba de acuerdo con el plazo y que él no podía tomar decisiones por su cuenta.
Con todo, varios funcionarios del Talibán allegados tanto al equipo negociador como a la shura dijeron que la conducción debatió cada artículo del documento y en cada caso hubo acuerdo o bien el equipo negociador se sometió a la shura.
“Es notable cómo se movilizaron los niveles más altos del Talibán para apoyar las negociaciones con Estados Unidos”, dijo Michael Kugelman, subdirector de estudios asiáticos en el Wilson Center de Washington. “Los altos funcionarios del Talibán no solo apoyaron las conversaciones sino que ayudaron a conducirlas”.
“Esto permite suponer que a Washington le hubiera resultado difícil aprovechar las diferencias internas del Talibán para fortalecer su posición negociadora”, dijo. “Puede haber divisiones en el seno del Talibán, pero en el proceso negociador presentaron un frente común. No se puede decir lo mismo del gobierno afgano y ni siquiera del gobierno de Trump”.
Baradar, el principal negociador y, según se cree, el interlocutor más influyente, impulsaba un acuerdo de paz en Afganistán incluso antes que Estados Unidos. Ya en 2010, había iniciado conversaciones secretas de paz con el entonces presidente Hamid Karzai. Cuando el vecino Pakistán se enteró, Baradar cayó preso en una incursión realizada juntamente con la CIA. Pasó ocho años en una cárcel paquistaní en castigo por tratar de marginar a Islamabad de las conversaciones de paz.