Rafael Alcides, una de las voces poéticas más importantes de Cuba en las últimas décadas, falleció este martes en La Habana a los 85 años, como consecuencia de un cáncer.
Alcides nació en Bayamo el 9 de junio de 1933 y comenzó a publicar en la década del 60. Entre sus poemarios resaltan títulos como La pata de palo, Agradecido como un perro y Nadie.
De Agradecido como un perro escribió el poeta y crítico Virglio López Lemus, con cuya publicación en 1985 su autor “se convertía en poeta de referencia para las generaciones nacidas entre 1946 y 1970. Su poema homónimo resulta una obra de arte de la palabra conversacional, propio de la línea emotivo-especulativa o emocional y meditativa que él arropó dentro de la corriente poética comandada por su generación, el coloquialismo”.
También escribió novelas aún inéditas en Cuba, incluida Contracastro, obra ganadora de una mención en el Concurso Casa de las Américas de 1965.
Alcides fue una figura incómoda para la institucionalidad cultural cubana. Nunca abandonó la Isla a pesar de que sus libros dejaron de publicarse en su país y se distanció del proceso liderado por Fidel Castro que apoyara en sus inicios, incluso como alfabetizador en 1961.
En 2014 renunció a su membresía de la Unión de Escritores y Artistas (UNEAC).
“En vista de que ya a mis libros no los dejan entrar en Cuba ni por la aduana ni por el correo, lo que es igual a prohibirme como autor, renuncio a la UNEAC. También hallarás en este sobre la Medalla Conmemorativa del 50 Aniversario de la UNEAC que como fundador me pertenece. Lo demás de esa casona tan mía en otro tiempo, son mis recuerdos, y estos, por personales, se irán conmigo”, le escribió entonces a Miguel Barnet (amigo Miguel, lo llama en la carta), presidente de la organización.
El documental Nadie, de Miguel Coyula, cuenta parte de su historia. En el filme Alcides recuerda cómo a muchos escritores como Virgilio Piñera, Lezama Lima, César López y Antón Arrufat, hostigados en su momento por la oficialidad.
“Se perdió la inocencia y con ella los valores éticos”, dice el poeta en un momento del documental.
“Un poema puede ser –escribió en uno de sus epígramas– una máquina de la emoción o una máquina de la inteligencia. (La emoción pasa).”
La poesía de Alcides mantendrá siempre su inteligencia.
Lamentable!!
Aqui uno de sus poemas:
Teatro
Ya esto se acabó. Vestido de rey
él sigue tomando baños de sol en la terraza,
y un periodista extranjero, alguien
desconocedor de las magias del difunto,
diría equivocadamente que a pesar de sus achaques
el enfermo resiste. Pero tú y yo, Señor,
sabemos que esto se acabó,
que todo ha terminado, que los pronósticos
se cumplieron. Que para el caso
es como si toda aquella larga agonía
que hizo de nosotros
estas pobres sombras que desde la muerte miran,
hubiese llegado a su fin, y de todo ello
ahora sólo quedaran ropas amontonadas en el garaje
listas para ser echadas en el horno,
el olor de las velas, alguna esperma en el piso,
un silencio muy grande
y unas cuantas flores marchitas
que se cayeron de las coronas.
Lo del personaje en la terraza es película, ficción,
propaganda para que siga el espectáculo.
Rafael Alcides Pérez