En una confrontación notablemente pública, el presidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan y otros aliados republicanos de Donald Trump le han pedido al mandatario que desista de su intención de imponer aranceles a importaciones de acero y aluminio, pues temen que podría desatar una peligrosa guerra comercial. El presidente respondió, sin embargo: “No daremos marcha atrás”.
Trump dijo este lunes que México y Canadá no quedarán exentos de sus planes de aplicar aranceles a las importaciones de acero y aluminio, pero planteó la posibilidad de exceptuar en el futuro a esos países vecinos de Estados Unidos en caso de que accedan a conceder mejores condiciones para los estadounidenses durante la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, NAFTA por sus siglas en inglés)
“Hemos tenido un muy mal acuerdo con México; hemos tenido un muy mal acuerdo con Canadá. Se llama TLCAN”, declaró Trump.
El presidente hizo sus comentarios poco después de que una portavoz de Ryan, aliado del presidente, afirmó que el presidente de la Cámara estaba “sumamente preocupado” de que la propuesta arancelaria desate una guerra comercial, y exhortó a la Casa Blanca a “no proseguir con este plan”.
De la misma manera, otros líderes republicanos de la Comisión de Recursos y Arbitrios de la Cámara de Representantes circularon una carta en la que expresan su rechazo al plan de Trump. Además, los líderes republicanos en el Congreso insinuaron que podrían intentar bloquear el plan arancelario en caso de que el presidente proceda con él.
A favor y en contra
La promesa de Trump de imponer aranceles del 25 por ciento a las importaciones de acero y 10 por ciento a las de aluminio ha sacudido a los mercados financieros, irritado a los aliados extranjeros y ha generado inusuales alianzas para un presidente que criticó los desfavorables acuerdos comerciales durante su campaña de 2016.
Líderes sindicales y legisladores demócratas de los estados productores de acero que componen la llamada “Rust Belt” han elogiado la propuesta de Trump, uniéndose a defensores de dicha medida dentro del gobierno como el secretario de Comercio Wilbur Ross y el asesor comercial de la Casa Blanca, Peter Navarro.
La región conocida en inglés como “Rust Belt” comprende partes del noreste y centro de Estados Unidos y se caracteriza por su industria en declive, fábricas en decadencia, y población a la baja.
Pero dentro del gobierno se oponen a la idea el secretario de Defensa, James Mattis, y el asesor de economía de la Casa Blanca, Gary Cohn, quienes advirtieron en contra de sancionar a aliados estadounidenses y socavar los beneficios económicos de la amplia reforma fiscal integral del presidente.
De igual forma, en el comunicado de la oficina de Ryan se afirma: “La nueva reforma fiscal ha impulsado la economía, y ciertamente no queremos poner en riesgo esas ganancias”.
Al preguntársele sobre el rechazo público, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, señaló: “Miren, tenemos una gran relación con Ryan. Seguiremos teniéndola, pero eso no significa que debamos estar de acuerdo en todo”.
Canadá es el principal proveedor extranjero de Estados Unidos en acero y aluminio. México es el cuarto en acero y el séptimo en aluminio.
Los republicanos en el Congreso señalan que cualquier arancel debería ser de alcance restringido, y en privado advirtieron que la iniciativa de Trump podría perjudicar las esperanzas del partido de preservar su mayoría en las elecciones parlamentarias de noviembre próximo.
“Trump no es de los que reculan”
Como Donald Trump se mantiene firme en su postura, se prevé que cualquier posible solución negociada con aliados comerciales extranjeros y con legisladores republicanos incluirá algún tipo de arancel.
“Trump no es de los que reculan”, dijo Stephen Moore, economista miembro de la Fundación Heritage y ex asesor de su campaña. “Va a necesitar declarar algún tipo de victoria en este tema”.
Los aranceles se oficializarán en el próximo par de semanas, indicaron funcionarios de la Casa Blanca.
“El 25 por ciento sobre el acero, y 10 por ciento al aluminio, sin excepción de países… el límite ha sido trazado”, dijo Navarro durante una participación en el programa “Fox and Friends”.
Detractores republicanos en el Capitolio y dentro del gobierno argumentan que las industrias que dependen del acero y el aluminio para sus productos –y sus trabajadores– resultarán perjudicadas. El costo de los electrodomésticos, vehículos y construcciones aumentara para los estadounidenses en caso de que el presidente mantenga su postura, advierten, y otros países podrían tomar represalias.
El resultado final podría erosionar la base de apoyo con la que cuenta el presidente en la región rural del país, e incluso entre los obreros a los que el mandatario dice querer ayudar.
“Se trata de las personas que votaron por él y lo respaldaron en estos estados productores de automóviles”, dijo Cody Lusk, presidente de la Asociación Estadounidense de Distribuidores de Automóviles Internacionales, quien resaltó que de los 16 estados que cuentan con plantas automotrices, Trump ganó en 14 de ellos.
México y Canadá en la mira
El gobierno de Trump ha argumentado que los aranceles son necesarios para preservar las industrias estadounidenses del aluminio y el acero y proteger la seguridad nacional. Pero los comentarios y tuits del presidente dejan entrever que también los utiliza como medio de presión en la renegociación del TLCAN. La ronda más reciente en casi un año de renegociaciones concluye esta semana en la Ciudad de México.
En esas conversaciones, el representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, dijo el lunes que el progreso ha sido menor a lo que muchos esperaban y que “el tiempo se nos acaba”.
“Siento que mientras más tiempo transcurra, nos encontraremos con más adversidades políticas”, dijo. Y añadió que, en caso de que las negociaciones entre Estados Unidos, México y Canadá no funcionen, “estamos preparados para tomar un enfoque bilateral”.
Más optimista sobre el progreso hasta la fecha, Dan Ujczo, abogado comercial en Dickinson Wright PLLC en Columbus, Ohio, señaló: “Estamos avanzando hacia la meta en el TLCAN”, pero advirtió que la situación de los aranceles “tiene el potencial para descarrilar las negociaciones” de ese tratado comercial.
Dijo que ni México ni Canadá quieren dar la impresión de que ceden ante la presión estadounidense. De hecho, comentó, Ottawa probablemente ya esté elaborando listas de los productos estadounidenses que gravará en represalia.
“México no debe ser incluido en los aranceles de acero y aluminio. Es la manera equivocada de incentivar la creación de un #TLCAN moderno”, tuiteó Ildefonso Guajardo, secretario de Economía.
El presidente abrió la posibilidad de exentar a Canadá y México de los aranceles, al señalar: “Sería, me imagino, uno de los puntos a negociar”. Pero advirtió: “Si no van hacer un acuerdo justo en el TLCAN, lo dejaremos así como está”.
Desde hace tiempo Trump ha amenazado con retirarse del pacto comercial de 24 años de antigüedad si no puede ser reformado, y alentó a los fabricantes a traer los empleos de manufactura de regreso a Estados Unidos.
Pero el primer ministro canadiense Justin Trudeau ha dicho que el plan arancelario es “absolutamente inaceptable”.
Y del otro lado del Atlántico, Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, dijo que el bloque respondería con un gravamen a productos estadounidenses como el bourbon, los pantalones de mezclilla y las motocicletas Harley Davidson.
Trump amenazó con fijar aranceles a los vehículos europeos en caso de que la UE grave productos estadounidenses en represalia a su plan.
AP / OnCuba