El pasado 1 de abril el programa Palabra Precisa, de la televisión estatal cubana, dio voz a una pastora y un pastor para hablar del proyecto del nuevo Código de las Familias. El proyecto se encuentra bajo consulta popular y deberá llevarse a referéndum en fecha cercana. La pastora, Dora Arce Valentín, secretaria general de la Iglesia Prebisteriana Reformada en Cuba, representó el apoyo al proyecto del Código. El pastor Bárbaro Abel Marrero Castellanos, presidente de la Convención Bautista Occidental, defendió una postura mayormente contraria a la norma propuesta, argumentada en un marco conservador de defensa a la familia biológica, contra el matrimonio igualitario y la educación en género y sexualidad.
Esa emisión de Palabra Precisa es inaudita por al menos dos razones. Una, la televisión estatal no había sido hasta el momento una plataforma para dirimir asuntos en clave abiertamente religiosa, argumentando doctrinalmente políticas sobre un tema de interés colectivo. Dos, la línea representada por el pastor es contraria a la que han venido defendiendo las instituciones del gobierno —no sin contradicciones—, y los discursos en contra del interés gubernamental no llegan a la televisión estatal.
El programa (re)abrió preguntas sobre el pulso fuerte de la política conservadora religiosa en el país y el impacto que tiene y puede llegar a tener; sobre la televisión estatal como plataforma comunicativa religiosa; sobre el pluralismo en la esfera pública donde se dirimen derechos; y sobre el Código de las Familias en sí mismo.
El contexto, más allá de Cuba
En toda América Latina y el mundo, el neoconservadurismo de base religiosa ha ganado fuerza, audiencia e impacto. Su existencia y presencia no es nueva, pero en la última década tiene más alcance y consecuencias. Son actores claves un sector del evangelismo y el catolicismo conservador.
El prefijo “neo” se justifica, entre otras cosas, por las estrategias que usan para defender los “valores tradicionales” de la “familia natural” y de las sociedades. Especialmente el evangelismo despliega un fuerte activismo digital en redes sociales, y ha aumentado su presencia en medios de comunicación (públicos, estatales, privados, comunitarios, formales, informales o directamente propiedad de las iglesias). En muchos países de la región, han crecido exponencialmente las emisoras de radio y televisión de su propiedad.
Entre las nuevas estrategias cuenta también su presencia más clara en el espacio público en forma de marchas, plantones, etc. Está siendo frecuente, por otra parte, su acción legal contra normas en discusión o aprobadas, y contra personas u organizaciones que defienden derechos. El neoconservadurismo religioso se activa constantemente en coyunturas legislativas: cambios constitucionales, creación o modificación de leyes, resoluciones, programas nacionales, etc. Declaraciones públicas y recolecciones de firmas son igualmente habituales.
Por esas vías y otras, los neoconservadurismos religiosos defienden su voz pública y la afirman, muchas veces, apelando a las libertades de culto y expresión. Se han creado plataformas ecuménicas de sectores del evangelismo y el catolicismo para oponerse al matrimonio igualitario, la educación en género y sexualidad, la interrupción de los embarazos, la inclusión de conceptos como “autonomía progresiva” de las infancias, la reproducción asistida, la transversalización del enfoque de género en las políticas públicas, la aprobación de políticas de cuotas para asegurar paridad en la representación política, y un largo etcétera. También han sido claves en triunfos electorales como el de Bolsonaro en Brasil, y producen alianzas con gran número de candidatos presidenciales, como Bukele en El Salvador o el recién electo Rodrigo Chávez en Costa Rica. Figuras neoconservadoras religiosas cada vez ocupan más escaños políticos en distintos niveles, crean más canales de influencia en los aparatos políticos y persisten y amplían su voz en plataformas internacionales como la Organización de Estados Americanos.
Hacia abajo, traman sólidas comunidades de fe donde cada integrante es un “guerrero espiritual”. La idea de que la iglesia debe llevar la guerra espiritual contra las “fuerzas malignas del género” o “la ideología de género devastadora”, es parte de la identidad de muchas congregaciones de este perfil. Ellas se ensamblan con el conservadurismo machista no necesariamente religioso, y se oponen a las comunidades de fe defensoras de los derechos humanos y a los activismos feministas y LGTBIQ+.
La pregunta de cómo producen sus bases puede responderse por distintas vías. Algunas son: el aumento del empobrecimiento, el abandono de los Estados, la poca o insuficiente presencia de movimientos sociales defensores de derechos en los territorios, la presencia de actores neoconservadores en aparatos de poder, la tolerancia conveniente de la alta política frente al avance neoconservador, y muchos más. La línea argumental y política representada por al pastor Bárbaro Abel Marrero en Palabra Precisa está en todo el mundo, en toda la región y en toda Cuba. El neoconservadurismo religioso cubano despliega al pie de la letra las estrategias mencionadas.
Sobre los antecedentes y el anticomunismo en Cuba
La genealogía del neoconservadurismo religioso de cara al Código de las Familias no empezó con la emisión de Palabra Precisa ni con la consulta del Código.
El alcance de los neoconservadurismos religiosos en Cuba se verificó en 2018, durante el debate del proyecto de la Constitución de la República. La propuesta de un artículo específico que redefinía la institución del matrimonio (ya no entre un hombre y una mujer sino entre dos personas) activó una muy audible campaña neoconservadora. No fue solo religiosa pero las congregaciones religiosas de ese perfil llevaron la voz cantante en la plaza pública. La Convención Bautista de Cuba Occidental, que ahora preside el pastor Bárbaro Abel Marrero, fue especialmente activa en aquel momento.
Esa congregación —entonces bajo la firma del Reverendo Dariel Llanes— fue una de las cinco firmantes, en junio de 2018, de la primera comunicación pública oficial contra el “matrimonio homosexual” que habilitaba el proyecto de Constitución. Lo hizo junto a la Iglesia Evangélica Pentecostal “Asambleas de Dios”, la Convención Bautista Oriental, la Liga Evangélica de Cuba y la Iglesia Metodista de Cuba. Ese comunicado denunció la presencia de la “ideología de género” en el país.
Por uno de sus contenidos, esa declaración fue anacrónica con el arsenal retórico neoconservador regional. En América Latina y el mundo, los neoconservadores asocian la “ideología de género” al “marxismo cultural”, al comunismo, al “castro-chavismo”. Sin embargo, en Cuba ese primer pronunciamiento aseguraba que
“la ideología de género no tiene relación alguna con nuestra cultura, nuestras luchas de independencia, ni con los líderes históricos de la Revolución. De igual manera tampoco guarda ningún vínculo con los países comunistas, dígase la antigua Unión Soviética, China, Vietnam y menos aún Corea del Norte”.
Colocar a la “ideología de género” como contraria al comunismo fue un “aporte” y, sin lugar a dudas, una movida estratégica que intentaba asegurar influencia política. Poco después, en el segundo pronunciamiento colectivo donde también estuvo Convención Bautista Occidental junto a una veintena de iglesias, no se habló de “países comunistas” sino de la realidad científicamente probada de “la estructura binaria de la sexualidad humana”, de la “institución divina” que es el matrimonio y el derecho de la Iglesia cubana a una “voz pública”. Nunca más se ha hablado en los términos de la primera declaración.
Las iglesias de este perfil han fermentado en Cuba por décadas. Teniendo el gobierno un control reticular en los territorios, no hay razón para pensar que fue un proceso desconocido. Durante el debate constitucional, esos actores, en línea similar al catolicismo más conservador, mostraron su pulso firme.
La versión finalmente aprobada de la Constitución se optó por una solución salomónica: desplazar el conflicto. Se eliminó de la Carta Magna la definición de lo que es el matrimonio. Se anunció que eso sería competencia del futuro Código de las Familias. Se transó en plebiscitar derechos: el Código de las Familias es la única norma, entre más de un centenar, que necesita un referendo para su aprobación.
Ese futuro ya llegó. El proyecto de un nuevo Código de las Familias es prolijo en derechos. En su formulación han participado actores institucionales que han apostado por una norma radicalmente distinta y amplia en derechos, y ha influido la sociedad civil LGTBIQ+ y feminista. El referéndum está por venir y, en ese contexto, Bárbaro Abel Marrero llega a la televisión estatal.
Una vieja disputa: la televisión
En la mayoría de los países de la región, en las televisiones estatales se incluyen contenidos religiosos en general y neoconservadores en específico. En Cuba no es así. Eso no quiere decir que la televisión esté libre de narrativas homófobas, machistas, racistas. De hecho, la sociedad civil LGTBIQ+, feminista, antirracista y voces defensoras de derechos (no institucionales e institucionales) ejercen una veeduría activa de cara a los medios de comunicación estatales y hay continuos debates al respecto. Sin embargo, para el neoconservadurismo religioso abierto, específicamente, no había habido espacio. Por el contrario, esas congregaciones han formulado con fuerza una demanda por espacio en la televisión estatal.
El pasado 30 de marzo, el Comité Ejecutivo de la Convención Bautista Occidental publicó en su canal de Telegram una Convocatoria a la Oración en la cual anunciaron la emisión, el 1 de abril, de Palabra Precisa. Calificaron su participación ese programa como una “oración contestada”:
“Hemos reclamado la oportunidad de expresar nuestros criterios en la Televisión Nacional, con respecto al Código, creemos que nuestros criterios pueden enriquecer el debate popular y equilibrar así las opiniones que se vierten cada día en los medios de comunicación masiva”.
También convocaron a “orar sin cesar” durante el día de la grabación del programa, para acompañar la oportunidad provista por Dios para “Ser Luz en nuestra nación”.
Pocos días antes, el 22 de febrero, también la Convención Bautista Occidental, junto a Convención Bautista Libre de Cuba y la Convención Bautista de Cuba Oriental, publicaron una declaración conjunta. En el documento expresaron su “más profunda indignación” por el uso del nombre bautista como adscripción de fe de un pastor homosexual, Adiel González, en un producto audiovisual compartido en la televisión ese día. Es importante aclarar que ese material ya se había puesto en la televisión dos días antes, pero con la censura de la presencia del pastor Adiel. Organizaciones LGTBIQ+ denunciaron rápidamente el hecho y fue retransmitido el audiovidual, esa vez íntegramente. A esa segunda emisión reaccionaron las mencionadas iglesias.
La declaración de las convenciones bautistas no se refirió solo al audiovisual sino que calificó de “inmoralidades” contenidos del Código de las Familias. Manifestó su “rechazo ante la actitud parcializada y discriminatoria de los medios de difusión” cubanos, que “condenan al ostracismo a nuestras iglesias históricas, negándonos toda posibilidad de compartir masivamente lo que creemos”. Añadieron que “los responsables de los medios en Cuba” no tenían “el valor y la honestidad intelectual” de permitir que las iglesias se expresaran, y que distorsionaban su fe y práctica. Con ello, se reiteró la demanda por acceso a los medios de comunicación.
El 30 de enero pasado, la Campaña de Ayuno, Oración e Intercesión en el día de Clamor por la evangelización mundial y las misiones globales, la misma Convención Bautista Occidental había pedido en su canal de Telegram orar “por puertas abiertas para la difusión del evangelio en las zonas de restricción (la televisión, radio, internet)”.
La demanda por presencia de ese sector evangélico en la televisión había sido audible en 2020, al inicio de la pandemia. El 31 de marzo de ese año, la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba publicó una nota informativa que aludió a una solicitud presentada por esa institución a la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del PCC. El contenido tenía que ver con la radio y televisión. La respuesta a la solicitud fue positiva y entonces esa instancia informó que tendrían lugar trasmisiones televisivas y radiales católicas durante la semana santa, y la frecuencia semanal de un espacio radial que antes era mensual.
El siguiente 2 de abril, medios evangélicos anunciaron que también habían socializado una solicitud dirigida la televisión estatal. Días después, circuló una denuncia que expresaba que la televisión no había trasmitido los mensajes evangélicos.
Todo lo anterior muestra que la disputa por el acceso a la televisión ha sido intensa en los últimos años, cuenta con distintos capítulos y ha sido dirimida a través de solicitudes a las instituciones, cartas abiertas, publicaciones en redes, denuncias, etc. La llegada del pastor Bárbaro Abel Marrero a Palabra Precisa es, entonces, parte de un programa largamente gestado. No es un actor cualquiera en un debate con aspiraciones pluralistas. Es el avance de una demanda de actores específicos, que ha sido disputada frontalmente frente al gobierno.
Otros actores han pedido a la televisión derecho a réplica o participación directa y expresa en esos espacios, y no lo han conseguido. Los neoconservadurismos sí y no es porque hayan sido más moderados respecto al gobierno. De hecho, no lo han sido. Entonces, su participación en un espacio de conversación sobre el interés general muestra, además de la importancia del Código de las Familias en sí mismo, un canal político abierto intensamente disputado.
Después de Palabra Precisa, en su comunicado por Telegram por Diez días de ayuno, oración e intercesión por Cuba, la misma Convención Bautista Occidental incluyó en sus oraciones “que el evangelio impacte con poder en las vidas y decisiones de los gobernantes y ellos puedan guiar con sabiduría y temor de Dios las diferentes áreas o esferas de la sociedad”. Al poder legislativo pidieron, entre otras cosas, que se promulguen “leyes que traigan protección para la dignidad humana, la vida y la familia”.
La concepción de familia de los evangelismos neoconservadores fue, en efecto, uno de los núcleos de la disputa de Palabra Precisa. El programa se desarrolló en gran medida en torno a ello. La línea representada por el pastor Bárbaro Abel Marrero, dejó en claro su plan A y su plan B respecto al Código de las Familias.
El plan A y el plan B de los neoconservadurismos religiosos
Uno de los focos de la acción neoconservadora religiosa (y también la no religiosa) es la lucha contra lo que llaman “ideología de género”. Como tal, entienden un programa internacional de “normalización del transgenerismo, legalización del matrimonio homosexual y adopción homoparental”. El mismo pastor Bárbaro Abel Marrero ha dicho en una conferencia que los objetivos de la “ideología de género” son: liberar al ser humano de las (supuestas) limitaciones de su biología; conseguir la desaparición de la familia natural y su (supuesto) sistema opresor; abolir la cultura judeocristiana, su ética y sus valores (presuntamente) obsoletos, como es el caso de la heteronormatividad; y normalizar toda conducta sexual, en pro de un pansexualismo.
En toda la región, la “ideología género” ha sido la punta de lanza de un programa de pánico moral que ha movilizado y/o justificado la movilización de actores políticos y sociales militantes anti-derechos.
La Convención Bautista Occidental ha trabajado prolijamente sobre el tema y cuenta con conferencias al respecto. En Palabra Precisa, el pastor Bárbaro Abel Marrero no mencionó la “ideología de género”, lo cual contrasta con su constante alusión en el trabajo de la congregación. Es probable que esa haya sido una decisión estratégica, o resultado de la edición del programa. No obstante, los contenidos de ese marco estuvieron presentes.
Fueron tres los desacuerdos más importantes que expresó el pastor respecto al Código de las Familias: el cambio del concepto “patria potestad” por el de “responsabilidad parental”; la inclusión de la educación sexual y de género en los programas educativos y el matrimonio igualitario.
En efecto, esos asuntos han sido los más audibles en la consulta sobre el Código y han despertado polémica, también, en frentes no religiosos. Un sector de la oposición antigobierno ha entendido que, por ejemplo, la eliminación de la patria potestad sobre los y las menores es parte de manto autoritario del gobierno y que destruirá las familias. La cuestión de la educación sexual ha sido discutida desde antes del Código de las Familias y organizaciones LGTBIQ+ y feministas denunciaron el freno a la política de educación sexual integral en las escuelas. El matrimonio igualitario, como se dijo antes, fue la manzana de la discordia del debate constitucional y continúa muy presente.
El representante neoconservador expresó claramente que demandaba, como ciudadano y también en representación más o menos explícita de su congregación, la reforma de esos contenidos en el Código bajo discusión. Sin embargo, adelantó estratégicamente lo que podría considerarse un plan B, que es también muy importante atenderlo.
De pasar esos contenidos indeseados en el Código, dijo el pastor, es imprescindible, primero, la inclusión de una cláusula de objeción de conciencia para todos aquellos profesionales que debieran por sus funciones confrontarse con una norma contraria a sus valores. La objeción de conciencia es una figura jurídica legítima que preserva derechos y libertades individuales. A la vez, es sumamente polémica cuando implica la disminución de garantías de derechos para otras personas. En América Latina, por ejemplo, la objeción de conciencia ha sido una férrea barrera para el acceso a la interrupción voluntaria de los embarazos. Por ello, cuando está regulada de ese modo, las organizaciones defensoras de derechos han exigido que siempre deben estar disponibles profesionales para realizar los procedimientos en los hospitales. El derecho a la objeción de conciencia de algunas personas no puede coartar, como de hecho sucede, los derechos de otras.
En segundo lugar, el pastor incluyó en el plan B la habilitación de otras vías por las cuales padres y madres pudieran educar a sus hijos e hijas; eso frente a la transversalización del enfoque de género en la educación. ¿Se refería el pastor a la autorización de la enseñanza religiosa? ¿escuelas privadas? ¿educación no formal en los hogares? Cualquiera de esas opciones implicarían una intervención radical en el campo de la institucionalidad educativa y podría coartar el derecho de las infancias a una educación integral, también en sexualidad. La educación sexual en las escuelas implica, contrario a la narración neoconservadora, conocimiento del propio cuerpo, respeto a la diversidad, identificación de situaciones de violencia y abuso, prevención de las mismas, y el cumplimiento de derechos.
Preguntas abiertas, respuestas probables
¿Hacía falta que llegara el neoconservadurismo religioso explícitamente a la televisión nacional para saber todo esto? Definitivamente, no. Cualquier mirada atenta podría identificar estos y otros procesos sin que existiera ese programa.
¿Tiene que ver este debate solo con el Código de las Familias? No. Todo lo dicho, incluidos los contenidos del plan B, dibujan los contornos del programa neoconservador más allá de esa norma.
¿Hubo algo más a lo que atender de Palabra Precisa? Sí, sobre todo, el apoyo al Código desde otras comunidades de fe. Los actores religiosos defensores de derechos son claves esta discusión política, y necesitan ser visibilizados.
¿Puede leerse la presencia del pastor Bárbaro Abel Marrero como un gesto pluralista en la televisión estatal? Difícilmente. Parece más bien el resultado de un pulseo político al cual otros no tienen acceso. El corto plazo dirá. ¿Podrán ir a la televisión nacional voces críticas del nuevo Código Penal; defensoras de la Ley Integral contra la Violencia de Género; parte de la comunidad LGTBIQ+ que aboga por el Código de las Familias y también se pronuncian con preocupación por las personas de esa comunidad encarcelada por las manifestaciones de julio pasado?
¿Son la política sobre la moral sexual y las relaciones de género y el Código de las Familias una cortina de humo frente a otros asuntos y normas de interés colectivo? Finalmente, no. La política sexual y de género es un campo de disputa global, conectado con otros campos geopolíticos, económicos, jurídicos, propiamente políticos, culturales. Ahí se dirimen derechos humanos, o bien se fermentan programas expansivos de desdemocratización. Calificar como cortina de humo este debate es dar la espalda a vidas concretas y a derechos fundamentales. Es, también, abonar a una mirada miope de la Cuba que tenemos, y limitar tremendamente la Cuba que nos merecemos.
Lo que Ud. llama “una plataforma para dirimir asuntos en clave abiertamente religiosa, argumentando doctrinalmente políticas sobre un tema de interés colectivo” en otras partes del mundo le dicen democracia…
los comunistas se buscan aliados coyunturales y…para dormir a los cubanos,este chismoteo entre gays,”moralistas” chismosos y “academicos” mas pastores ,curas y comisarios,entretiene bastante !!