El céntrico Kingbar se ha convertido en uno de los sitios más recomendados para la diversión en La Habana.
Este emprendimiento devenido negocio familiar, donde convergen diversas generaciones, comenzó con la intención de ser un restaurante diseñado para un público sexodiverso, pero la alta demanda durante las noches les demostró que debían modificar su concepto.
Para celebrar este primer quinquenio, y con el afán de renovarse y estar en sintonía con las actuales tendencias internacionales, se ha convertido en bar de tapas.
Donde antes había mesas con sillas para comensales, nos reciben cómodos sofás con mesas de centro ideales para el nuevo propósito: ahora en el King, como muchos le llaman, se degustan cocteles y tapas adecuados para el relax en una atmósfera chilled-out.
Los muebles están hechos a partir de de materiales reciclados integrados a la tendencia rustic chic y la iluminación tenue con el color rojo predominante en el decorado.
El interior, donde es mayor la alegría por el show de animación, nos recuerda desde una de sus paredes la máxima del sitio: “All we need is love”.
Bohemio, natural, urbano, hipnótico, cosmopolita y muy contemporáneo, así es el King.
Cada encuentro es allí una celebración.
Los sabores y texturas están de fiesta mientras llegan de la parrilla el pica King Bar, el pica campesino, las brusquetas y la tabla de cinco tipos de queso, uno por cada año del lugar.
Cuenta con opciones variadas. Nunca han querido pasar desapercibidos, quieren seducir.
El arte acompaña las ofertas del Kingbar. A la entrada nos recibe la interesante escultura monumental del artista Oscar Álvarez, al decir del equipo: “el escultor de la casa”, quien cooperó con la concepción estética del lugar en varios de sus espacios.
Ante la interrogante lanzada al equipo acerca de los aciertos del establecimiento respondieron casi al unísono que una de las mayores fortalezas de este emprendimiento es el servicio, gracias a la calidad, sentido de pertenencia y energía de sus trabajadores, que complacen hasta al más exigente de los consumidores.
“Atendemos a todos por igual, con la misma dedicación. Es un honor que nos elijan y damos gracias a todos nuestros clientes desde el principio por la fidelidad y la preferencia”, señaló uno de los responsables.
Su fundador y principal artífice cuenta que el King fue concebido como sitio sin prejuicios ni estigmas, donde los visitantes se sienten libres de ser ellos mismos y el deseo principal es ser feliz.
“Varias han sido las historias de amor nacidas entre estas paredes. Es un refugio para la liberación del alma, al que siempre querrán volver. Un lugar de reuniones, encuentros, recuerdos inolvidables al que regresan amigos de todas partes del mundo. Un sitio donde nadie debe juzgar a nadie, donde no cabe la intolerancia y solo hay un rey: el cliente”.
Muy bien!