Parecía que la naturaleza nos perdonaría este año. En cierta medida, así ha sido, pues los huracanes más intensos de esta temporada ciclónica no han impactado la isla.
Sin embargo, en las últimas semanas dos de estos sistemas adentraron en el país, Oscar y Rafael. El primero entró por sorpresa por oriente, al tercer día de haberse desconectado el Sistema Electroenergético Nacional (SEN), lo que dificultó que muchas personas se enteraran de su paso, hasta que la tormenta estuvo encima de ellos. Rafael, por su parte, arrasó en occidente la semana pasada, provocando cuantiosos daños materiales y una segunda caída del SEN. Al momento de redactar este artículo no se reportaban pérdidas de vidas humanas por este segundo sistema.
La mortalidad por ciclones no está incluida entre las primeras 35 causas de muerte en Cuba, según el Anuario Estadístico de Salud (2022), pero contribuyen a varias de ellas, especialmente a las relacionadas con accidentes, que son la quinta.
No es la primera vez que en Vida Saludable hablamos del impacto de los huracanes en la vida y la salud humanas. En octubre de 2022 abordamos este tema en un artículo. Recientemente nos referimos a las consecuencias que tienen los desastres sobre nuestra salud. En esta entrega analizaremos la mortalidad directamente achacable a estos eventos en los primeros 20 años del presente siglo.
Un poco de historia
De acuerdo con un artículo de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), “una tormenta es un sistema giratorio organizado de nubes y tormentas eléctricas que se origina en aguas tropicales o subtropicales y tiene una circulación cerrada de bajo nivel que gira en sentido contrario a las agujas del reloj en el hemisferio norte…”.
Según la misma fuente, estos se clasifican en cuatro categorías: 1) depresión tropical, cuando los vientos máximos sostenidos alcanzan una velocidad de 61 Km/h (38 millas por hora); 2) tormenta tropical, cuando los vientos alcanzan hasta 119 Km/h (74 millas por hora); 3) huracanes de baja intensidad, cuando los vientos máximos sostenidos alcanzan hasta 180 Km/h (112 millas por hora), y 4) huracanes de gran intensidad, cuando alcanzan velocidades mayores que estas últimas.
La escala más utilizada para la clasificación de los huracanes y con la que todos los cubanos estamos familiarizados es la Saffir-Simpson. Fue establecida en 1979 por Herbert Saffir, ingeniero civil, y Robert Simpson, entonces director del Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos. Ellos establecieron como variable fundamental en su escala la velocidad del viento.
Afortunadamente, los huracanes categoría 4 y 5 son menos frecuentes. Los primeros tienen vientos máximos que alcanzan hasta 250 km/h, mientras que los de categoría 5 comienzan en ese punto y, en algunos casos, llegan a tener hasta 400 km/h, una cifra impresionante.
Un elemento interesante es el relativo a los nombres de estos sistemas. De acuerdo con un artículo de National Geographic, la costumbre de nombrar a los huracanes se remonta al siglo XIX, cuando los bautizaban con el nombre del santo al que correspondía el día de su paso por tierra (Santa Teresa, Santo Tomás, entre otros).
A finales del siglo XIX, el meteorólogo australiano Clement Wragge estableció la costumbre de nombrarlos siguiendo un orden alfabético. Comenzó con nombres mitológicos, luego su lista se fue extendiendo y en algún punto utilizó los nombres de políticos que le desagradaban. Finalmente optó por nombres de mujer.
Con su muerte este hábito cayó en desuso hasta que, en 1953, en Estados Unidos comenzaron a nombrar a los huracanes con nombres femeninos nuevamente. Desde 1979 hasta hoy estos se alternan con los masculinos.
Corresponde a la Organización Meteorológica Mundial, de la cual Cuba forma parte desde 1952, nombrar a los huracanes, y para eso cuentan con seis listas. En algunos casos, a solicitud de un estado miembro, un nombre puede ser eliminado cuando el huracán genera daños por encima de mil millones de dólares y más de 200 muertes, por respeto a las víctimas. Tal es el caso del Katrina, al que nos referiremos más adelante.
Muertes por huracanes
La única pérdida verdaderamente irreparable tras el paso de un sistema de este tipo son las vidas humanas. En Cuba aspiramos a que esta cifra sea cero cuando alguno nos asola. Lamentablemente, esto no siempre es posible.
De acuerdo con los resúmenes anuales del Instituto de Meteorología de nuestro país, de 2001 a 2021 azotaron a la isla 36 ciclones. Luego, del año 2022 a la actualidad otras cuatro tormentas han afectado la isla, elevando esta cifra a un total de 40. De ellos, dos fueron depresiones tropicales, doce tormentas tropicales, siete huracanes de categoría 1, cuatro de categoría 2, cuatro de categoría 3, ocho de categoría 4, y cuatro de categoría 5. De los cuatro huracanes de categoría 5 que han afectado el país solo el ojo de uno tocó directamente tierra cubana; es el caso de Irma, en 2017.
Entre 2001 y 2024 las muertes por huracanes en Cuba se agrupan en nueve temporadas ciclónicas. De acuerdo con nuestra investigación, se contabilizaron al menos 76 fallecidos en ese período.1 El año 2005 fue el más fatídico de todos, con veinte muertes, provocadas por Dennis (16) y por Wilma (4).
La primera temporada del siglo trajo un solo huracán, el Michelle. Este fue de categoría 4 y resultó el de mayor intensidad en 50 años. De acuerdo con un artículo de BBC, Michelle, además de enormes daños materiales, miles de evacuados e inundaciones en la capital del país dejó un saldo de al menos cinco muertos, cuatro por derrumbes y uno por ahogamiento, en Playa Larga, sitio por el que el sistema entró a la isla.
En 2004 uno de los dos huracanes que azotó la isla, Charlie, provocó tres muertes durante su paso por La Habana. Como decía anteriormente, la temporada de 2005 ha sido la más intensa y también la más mortífera en lo que va de siglo. Esa temporada, que suele ir de junio a noviembre, se extendió hasta enero de 2006, algo insólito.
En 2005 se contabilizaron un total de 28 eventos meteorológicos. De ellos 15 fueron catalogados como huracanes. Nuestro país fue azotado directa o indirectamente por cinco de ellos. Afortunadamente, tres de los más intensos: Wilma, Rita y Katrina, todos de categoría 4 y 5, no afectaron directamente el territorio nacional con sus zonas de vientos y lluvias más intensos.
No se puede decir lo mismo de Dennis, que arrasó por el sur de Cuba, dejando una cifra de al menos dieciséis fallecidos: uno en Santiago de Cuba, trece en la provincia de Granma y dos en Sancti Spíritus. Además, se reportaron pérdidas valoradas en 400 millones de dólares en infraestructura.
Antes de que terminara 2005, el Wilma, otro monstruoso huracán, provocó cuatro muertes en nuestro país. En su momento, este ciclón fue considerado el más intenso de la historia, con vientos máximos sostenidos de hasta 295 Km/h. Procedente de México, el sistema afectó indirectamente el occidente de Cuba, en su camino hacia la Florida. Causó inundaciones significativas, en particular en La Habana, donde provocó la muerte de cuatro personas, tres de ellos turistas.
No podemos abandonar el fatídico año 2005 sin referirnos a Katrina, que bordeó la costa norte de la isla en agosto e impactó con fuerza demoledora el estado de Louisiana, al sur de Estados Unidos. Katrina causó la astronómica cifra de 1200 muertes cuando los diques que protegían a la ciudad de Nueva Orleans se rompieron. En Cuba la mortalidad fue cero. Es por eso que el nombre de Katrina, a solicitud de Estados Unidos, fue eliminado de las listas de la Organización Meteorológica Mundial.
Otro año particularmente fatídico para nuestro país fue 2008, uno de los peores en nuestra historia meteorológica. En el transcurso de 20 días nos asolaron tres huracanes, algo nunca visto desde 1791, fecha en que también se comienza a monitorear y nombrar estos sistemas en Cuba.
De los cuatro huracanes que nos azotaron en 2008 el peor fue Ike. Tocó tierra cubana 10 días después del paso de Gustav, el 8 de septiembre de 2008, por Cabo Lucrecia, en la provincia de Holguín. Abandonó la isla 42 horas después, por Pinar del Río. Dejó un saldo de al menos 7 muertos y 20 heridos, así como millonarias pérdidas para la economía. Durante el paso de Ike, casi un cuarto de la población cubana, más de 2, 6 millones de personas, tuvo que ser evacuada.
El próximo ciclón mortal que asolaría a la isla después de Ike sería Sandy. Se trató de un huracán categoría 2 que tuvo una rápida intensificación al sur del oriente cubano y penetró intempestivamente, dejando un saldo de once fallecidos, incluido un bebé de 4 meses. Nueve de esas personas residían en Santiago de Cuba y las dos restantes en Guantánamo. La mayoría de las muertes se debieron a derrumbes y caída de árboles, según BBC.
Irma es el único huracán categoría 5 cuyo “ojo” —parte del sistema en la que las lluvias y vientos suelen ser más intensos— ha afectado directamente a la isla en el período analizado. Este enorme ciclón dejó un saldo de al menos 10 fallecidos como consecuencia de electrocuciones, ahogamientos, el colapso de un edificio y el derrumbe de un balcón que impactó sobre un ómnibus, provocando dos víctimas mortales en septiembre de 2017. Ha sido el tercer huracán más mortífero en el país en lo que va de siglo, de acuerdo con un reporte de BBC.
Alberto fue un huracán categoría 1 que se formó de forma prematura, antes de que iniciara oficialmente la temporada ciclónica, en mayo de 2018. Provocó fuertes inundaciones de Ciego de Ávila a Pinar del Río, lo que trajo como consecuencia la pérdida de siete vidas, todas por ahogamiento y, curiosamente, de hombres.
En septiembre de 2022 destruyó la provincia de Pinar del Río el poderoso huracán Ian, el cual también provocó una caída del SEN, y la pérdida de al menos cinco vidas humanas.
El último nombre de esta fatídica lista es Oscar, cuya memoria está muy fresca entre nosotros. Este evento tuvo una rápida intensificación y afectó al oriente cubano, dejando un saldo de ocho muertes hasta el momento, de acuerdo con un reporte del periódico Granma.
Para mantener en cero las muertes
Aún cuando la cifra de al menos 76 víctimas mortales de estos eventos meteorológicos (2001-2024) resulta dolorosamente alta, si las comparamos con los estragos que estos mismos sistemas provocaron en otros países, incluso muy ricos, como Estados Unidos, nos enorgullecemos de nuestro Sistema de Defensa Civil, que estaría de manos atadas si no fuera por la madurez y solidaridad con las que los cubanos asumimos estos terribles eventos.
Evidentemente, la intensidad de los huracanes es una de las principales causas a las que se pueden atribuir las muertes. Téngase en cuenta que seis huracanes de gran intensidad: Michelle, Dennis, Ike, Wilma, Irma e Ian agrupan el 60 % de los fallecimientos reportados entre 2001 y 2024.
También la zona por donde “atacan” y el momento en que esto ocurre es una de las causa de pérdidas de vidas humanas. Dennis, Sandy y Oscar dejaron al menos 36 muertos en la región oriental del país. En el caso de Sandy, su rápida intensificación puede señalarse como un factor que fue determinante en el alto número de fallecidos que dejó, similar a lo ocurrido con Oscar este año.
Por último, un huracán de baja intensidad como Alberto, fue capaz de provocar importantes pérdidas de vidas humanas por llegar fuera de temporada ciclónica.
De acuerdo a un reciente estudio sobre el tema aparecido en la revista Nature, las consecuencias de los huracanes se extienden en el tiempo mucho más de lo que pensamos. Estos efectos acumulativos pueden, según el estudio, generar una sobremortalidad en las comunidades afectadas hasta 15 años después de su paso.
Estas muertes no están recogidas de forma explícita en los anuarios, lo que dificulta tener una idea del real impacto de los huracanes en la mortalidad absoluta, porque a veces es imposible relacionarlos de manera directa. En todo caso, se sabe que el efecto de un huracán devastador sobre la vida es desastroso y duradero. Por eso, elaboramos un listado con algunas recomendaciones que pueden ayudarnos a mitigar sus efectos negativos sobre nuestras familias y comunidades.
¿Qué hacer antes del paso de un huracán?
- Mantenerse informado.
- En caso de vivir en una zona peligrosa, evacuarse en casa de familiares, amigos o en el lugar designado por las autoridades.
- Sellar ventanas y puertas, proteger los objetos de valor.
- Acopiar agua y alimentos no perecederos.
- Preparar un kit con medicamentos, alimentos, artículos de primera necesidad, su documentación e historia clínica.
- Mantener limpios desagües y tragantes, y podar árboles que puedan resultar peligrosos.
¿Qué hacer durante un huracán?
- Mantenerse informado por fuentes oficiales y seguir en todo momento las indicaciones de las autoridades.
- Proteger los equipos eléctricos y cerrar las llaves del gas.
- Mantenerse alejado de puertas y ventanas y otros lugares inseguros dentro del hogar.
- Evite salir de la vivienda innecesariamente, así como tocar cables caídos, cruzar ríos, presas, etc.
¿Qué hacer después del paso de un huracán?
- Permanecer evacuado hasta que sea seguro regresar al hogar.
- Reportar los daños en las instituciones responsables por gestionarlos.
- Extremar las medidas higiénicas para evitar enfermedades de transmisión respiratoria y digestiva.
- En caso de signos persistentes de tristeza, ansiedad etc, buscar ayuda especializada.
- Si no está imposibilitado colabore con las acciones de recuperación en su comunidad.
Las muertes directamente relacionadas con los huracanes dependen de varios factores, como su intensidad, velocidad de su intensificación y el fracaso de los sistemas de alarma temprana. Vivir en zonas vulnerables o actuar de manera imprudente durante o después de la ocurrencia de estos eventos también contribuyen a aumentar la mortalidad. Por último hay un número importante de fallecimientos que se relacionan indirectamente con estos eventos y no son recogidos por las estadísticas habituales.
De todo lo anterior queda claro que ni siquiera el mejor sistema de alarma temprana, ni la población más entrenada en el enfrentamiento a estos eventos, como es la nuestra, es inmune a sus consecuencias. Prepararnos todavía más, así como ser más maduros y conscientes es la única forma de mantener en cero la casilla de muertes por huracanes.
1 No encontramos estadísticas oficiales sobre las muertes directamente relacionadas con este tipo de desastres, por lo que para la realización de este artículo nos basamos en reportes de prensa. Existe la posibilidad que en los días y semanas posteriores al paso de Oscar y Rafael nuevas muertes se sumen a las reportadas.