Cuando el 11 de agosto de 2014 se conoció la noticia de la muerte de Robin Williams, resultaba díficil creer que la causa de muerte fuese suicidio por asfixia. Hasta allí lo había llevado una profunda depresión que sufría el artista desde hacía meses atrás. Un chiste de mal gusto que Robin nunca se atrevería a hacer siquiera en un escenario.
El hombre de la eterna sonrisa y mirada triste se quitaba la vida a los 63 años, sin haber dado antes indicios de lo que padecía este carismático actor, ganador de un Premio Óscar, cinco Globos de Oro, dos Emmy y tres Grammy.
Demencia con cuerpos de Lewy y la enfermedad de Parkinson maltrataban la mente de Williams, según revela ahora un nuevo documental que se estrenará este 11 de agosto a cinco años de su fallecimiento.
When the Laughter Stops (Cuando la risa se detiene), es el nombre del material donde se muestra la lucha de este hombre en la última etapa de su vida, a través de entrevistas con personas de su círculo íntimo. Nunca habló públicamente de su padecimiento del Parkinson, aunque sí se conocía de su tratamiento contra las drogas, como reconociera en más de una ocasión.
Robin Williams: Come Inside My Mind (Robin Williams: ven adentro de mi mente), mostró al mundo el año pasado cómo fue la vida de este actor, con sus altas y sus bajas, de la voz del propio protagonista y allegados, en el material estrenado por la cadena televisiva HBO. Una desgarradora mirada que sensibiliza al espectador y ayuda a entender, en parte, la decisión tomada el 11 de agosto de 2014 en su casa de Paradise City, California.
Para Williams resultaba muy fácil saltar de la comedia al drama, incluso combinar ambas de manera magistral: Mrs. Doubtfire, Man of the year y Good Morning, Vietnam son algunas de las interpretaciones donde el espectador no sabe si llora de dolor o de alegría; ambas causas se entrelazaban.
Williams mostró al cine de Holllywood que los actores de comedia pueden interpretar roles dramáticos con total maestría. Luego de ganar fama en la televisión en la serie Mork y Mindy y en sus incursiones en Saturday Night Live y El show de Billy Cristal, entre otros programas, el comediante pasó al género dramático donde recibiera premios y nominaciones en sus papeles en El club de los poetas muertos, Good Will Hunting, Despertares, El rey pescador, entre otras producciones.
El doblaje de voces para personajes animados también le valió la aceptación del público, como el recordado personaje del Genio en la película Aladino, en 1991. Los aplausos y el cariño de los espectadores en todo el mundo fueron el mejor premio para este añorado actor, quien supo maquillar el dolor con la sonrisa como ningún otro.