Cuando escuché la frase de “mushing sobre tierra” me quedé como marciano en una guagua habanera a las 5:00 pm mientras todos apretujados gritan a la vez: no entendí nada. Pensé en muslins (musulmanes en inglés), pero no; en mousse (hum… de chocolate); pero tampoco. Quedé tan en babia que tuve que pedir ayuda a San Google, patrón de los ignorantes del siglo XXI. Y ahí entendí de qué iba la cosa.
Resulta que el tal mushing es un deporte de carreras, de velocidad, con perros que arrastran a sus dueños en unos carromatos como trineos, pero con ruedas. Es un deporte de personas, con tracción canina. Los hombres y mujeres compiten y se llevan los trofeos, mientras los perros son el verdadero motor en estas competencias.
El mushing es un deporte de invierno, de trineos tirados por perros que corren sobre la nieve. La necesidad de entrenar durante todo el año llevó a los deportistas (los humanos) a ponerles ruedas a los trineos. Esta modalidad se fue haciendo cada día más popular y hoy la practican miles de personas y muchísimos más perretes. Aquí en España hace frío, pero no tanto y nevadas como Filomena no hay todos los días, por lo que se practica mucho más esta nueva variante sobre tierra, pero siempre con bajas temperaturas, de menos de 14 grados Celsius, dizque para que los perritos no sufran y se sofoquen con el calor.
Hace poco se celebró el “Campeonato de Euskadi y Navarra de mushing tierra”, en el bosque de Armentia, en Vitoria, país Vasco. Cámara en mano me fui hasta allá al amanecer, con un frío de esos que te congelan hasta las ideas, para colmo el cielo estaba encapotado, gris y de vez en cuando caía una fina llovizna, que aquí llaman chirimiri y que parece que no moja, pero a la larga empapa.
El circuito de la competencia, siempre en el bosque y por caminos de tierra, era de 5,7 kilómetros, que suelen hacerse entre 10 y 20 minutos según el vehículo y la cantidad de perros. Los humanos siempre van de a uno en este deporte, sea corriendo, en bicicletas o en carros de tres y cuatro ruedas. Los que corren lo hacen con un perro, los de bicis con uno o dos y ya los carros mayores pueden ir con entre 4 y 10 canes, aunque yo ese día solo vi jaurías de hasta cuatro animales.
Como experiencia, retratar y conocer este deporte fue interesante. Pero más allá del placer de hacer fotos a algo nuevo, no sé si estoy muy de acuerdo con el mushing. No me gusta el papel que juegan los perros, la fuerza que tienen que hacer, el estrés al que son sometidos. Es verdad que la mayoría de los humanos son muy cariñosos con sus compañeros cuadrúpedos (aunque eso no los salva de tirar del carro), pero vi alguno que otro que, en el fragor de la carrera, les gritaba de un modo que no puede gustarle a un perro, ni a nadie. Además eso no se le hace a los mejores amigos.
Las competencias de mushing suelen durar mucho, pues los participantes salen de uno en uno, con minutos de diferencia para evitar accidentes. Cuando pasó la novedad empecé a aburrirme, además de que el animador que iba narrando el evento y el frío me tenían el cerebro frito. Así que no estuve más de dos horas en aquel gélido bosque. Dos horas que me bastaron para saber que el mushing no me gusta.
Para gustos, los colores.
¿ No serías ese fotógrafo que estaba en medio del circuito estorbando en la carrera?
Si tienes , frío ¡ te abrigas!! Que ya sabes a dónde vas. Nadie te obliga a ir.