En el vasto panorama del arte contemporáneo, Julio Le Parc, célebre artista plástico argentino, destaca como un faro de creatividad. Su enfoque vanguardista, que fusiona la luz, el movimiento y la participación del espectador, lo convierte en un referente. A lo largo de su extensa carrera ha desafiado las convenciones y ha explorado nuevas formas de expresión artística.
Por estos días Le Parc expone por partida doble: en La Habana y en Miami.
Desde el 2 de diciembre, la sede habanera de la Galleria Continua, ubicada en la calle Rayo número 108, en el Barrio Chino, abre sus puertas al público con la exposición titulada Regreso, que consta de una treintena de piezas.
Al otro lado del Estrecho de la Florida, el 6 de diciembre quedó inaugurada la 21 edición de Art Basel Miami Beach, con representación de 277 galerías, entre las cuales Continua está presente en el stand C12 con La esfera azul, una de las obras icónicas del artista argentino.
Julio Le Parc nació en la provincia de Mendoza, en 1928, en una época de cambios sociales y políticos en Argentina que por supuesto impactaron las artes. Estudió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Cuyo, donde exploró diversas técnicas y estilos. Su formación académica lo condujo al descubrimiento del arte abstracto, un movimiento que influyó en su obra futura. Las ideas de romper con la representación figurativa y buscar nuevas formas de expresión echaron raíces en su mente desde entonces.
La década de 1950 marcó un punto de inflexión en su carrera. Tras mudarse a París en 1958, se sumergió en el vibrante escenario artístico de la ciudad, entrando en contacto con corrientes como el arte cinético y el op art. En este contexto comenzó a explorar el potencial de la luz y el movimiento.
El arte cinético, con su énfasis en la participación activa del espectador y la creación de experiencias inmersivas, resonó en Le Parc. Sus instalaciones y esculturas cinéticas atrajeron la atención internacional y consolidaron su posición como pionero en este territorio artístico.
Otro pilar en su obra es el movimiento. Inspirado por la idea de romper con la inmovilidad tradicional, creó obras que desafiaban la estática y buscaban la participación activa del espectador. Exploró la relación entre el equilibrio y el cambio, utilizando elementos móviles que respondían al entorno circundante y a las acciones de quienes los observaban.
La obra de Le Parc no se limita al ámbito estético; también aborda cuestiones sociales y políticas. En un contexto de efervescencia política y social en la década de 1960, el artista se comprometió con la idea de un arte crítico. Su obra reflejó la preocupación por la represión, la desigualdad y la falta de participación ciudadana.
Su presencia en exposiciones clave, como la Exposición Internacional de Arte Experimental en Buenos Aires en 1962 y la exposición The Responsive Eye en el MoMA en Nueva York en 1965, contribuyó a difundir su influencia a nivel global.
En 1966 fue galardonado con el Gran Premio de la Bienal de Venecia, hito que confirmó su estatus como figura destacada del arte contemporáneo.
En agosto de 2019, en Buenos Aires, tuve la oportunidad de recorrer la retrospectiva Julio Le Parc: Transición Buenos Aires-París (1955-1959). La exhibición, de más de 60 obras, es la más extensa dedicada al artista y contó con la presencia del homenajeado, quien hoy, a sus 95 años, se muestra activo en sus redes sociales, compartiendo su proceso creativo desde su taller en la localidad de Cachan, en las afueras de la capital francesa, donde reside.
Durante la inauguración de la expo, en una pausa en medio de la marea de gente que abordaba a Le Parc para saludarlo, pedirle un autógrafo y hacerse selfis, tuve unos minutos a solas con él para fotografiarlo.
Me atreví a indicarle cómo posar junto a uno de sus cuadros y de pedirle que no mirara a cámara. Él sonrió y, cómplice, se puso a disposición.
Al finalizar me acerqué a su oído en medio del bullicio para agradecerle. Advirtió mi acento y me preguntó:
—¿De dónde sos?
—Soy cubano, maestro.
—Ah, qué lindo. Estuve varias veces en Cuba. Es un lugar que quiero mucho. Hace poco murió Roberto, el Presidente de la Casa de las Américas —me dijo refiriéndose al poeta Roberto Fernández Retamar, fallecido en julio de ese año— Muy lamentable. Fue un gran amigo. Una persona sabia y humilde.
Le Parc me dio un abrazo como si en ese gesto abrazara algo cercano a su amigo poeta, en este caso la nacionalidad, y enseguida la muchedumbre volvió a rodearlo.
Desde entonces, al llegar a mi trabajo en el Centro Cultural Kirchner y atravesar el hall central donde cuelga imponente La esfera azul de Le Parc (instalación similar a la que se expone en Miami), a menudo contemplo la obra, compuesta por 3 mil piezas de acrílico, tanza y metal que se desplazan al compás del viento, reflejando la luz de manera singular, y recuerdo aquel abrazo y unos versos de Retamar:
Y porque también nosotros hemos sido la historia, y
también hemos construido la alegría, hermosura y
verdad, y hemos asistido a la luz y alguna vez a lo
mejor hemos sido la luz, como hoy formamos parte del
presente.