Eran las 3 de la tarde, hacía calor, y una brisa de mayo matizaba el encuentro. En la azotea de un edificio del Vedado, comenzamos nuestra conversación con el guitarrista más rápido de la historia, capaz de tocar 129 notas por segundo.
Hablamos de Davide Lo Surdo, un muchacho chévere, buen conversador, su acento italiano combina muy bien con su español, que combina con frases típicas del habla popular de México, país en el que vivió un tiempo, y donde aprendió la lengua de Cervantes.
Nació en Roma, en el barrio Talenti del Monte Sacro, un día de julio de 1999. Es el único músico de su familia; nadie antes ni después de él ha sentido inclinación alguna por el arte de combinar los sonidos.
La aventura de Lo Surdo comenzó cuando tenía 9 años. Debió llevarse una gran sorpresa al ver a su vecina Aurora, amiga con quien compartía juegos de infancia, rasgueando la guitarra con su padre. Desde ese momento, se enamoró del instrumento que le permitiría labrarse un camino realmente asombroso para un joven de solo 24 años.
“Me llamó la atención lo que hacían. Como era mi amiga y jugábamos juntos, le dije que yo también quería tocar. Lo curioso es que no quería darme el nombre de la iglesia en que recibía clases; así que la convencí prometiéndole que no iría, que sólo quería saberlo. Pero fui, con mi mamá, y me escondí para que Aurora no me viera [Ríe]. Así empezó esta aventura”.
¿Qué ocurrió después?
La verdad es que todo fue muy rápido. Pasé tres meses en la iglesia tomando clases. A los dos meses ya era capaz de hacer cambios rápidos de acordes. Recuerdo que el padre, Don Martino, polaco, me decía “do mayor, re menor, cambio”. Era muy gracioso, disfrutaba mucho haciéndolo.
Don Martino le dijo a mi madre: “Mira, este muchacho tiene una habilidad especial, sería bueno que tomara clases particulares”. Así que fui a una escuela donde mejoré mucho más. Pasé cuatro meses allí hasta que un profesor le dijo a mi madre que no sabía qué más enseñarme, “ya toca como yo”, le dijo. Fue entonces que decidí seguir estudiando de forma autodidacta.
Pasé un año estudiando por mi cuenta, veía tutoriales en internet y los reproducía. Siempre he sido así, aprendo mirando y enseguida lo hago.
¿Cuándo te diste cuenta de que eras muy rápido?
Por un tío que vino un verano y pidió verme tocar, así que me pregunté qué podía hacer para impresionarlo. Vi un video en YouTube en el que había un guitarrista que tocaba muy rápido, así que le dije: “Mira, vuelve dentro de 30 minutos, tocaré eso para ti”. Se me quedó mirando, no muy convencido.
Empecé a ensayar aquello y poco después lo llamé e hice lo mismo. Lo hice muy rápido. Me miró y me dijo: “¿Qué es eso? ¡Tócame una canción!”. Me hacía mucha gracia porque él no lo entendía, pero yo sólo quería impresionarlo. [Risas] Fue el momento en que descubrí que podía tocar a gran velocidad.
He leído que tu primera actuación en un escenario fue cuando tenías 14 años. Hay un video en el que apareces con Steve Vai, ¿fue tu debut?
Sí. Todo fue muy natural. Siempre he sido muy decidido. Es muy importante que lo que te propongas como objetivo se cumpla. Siempre con buena actitud, no con arrogancia.
Recuerdo que fui a verlo y estaba en primera fila, había traído la guitarra para que me la firmara; quería llegar hasta él sólo por eso. Me vio —me lo dijo después—, se fijó en mí, precisamente por la guitarra, que era más grande que yo. Entonces me llamó y me pidió que subiera. Me dio una de las guitarras que había en el escenario y me dijo: “Bueno, ahora vamos a tocar”.
Lo mejor de ese momento es que lo hice sin ser consciente. No pensé en nada en ese instante, simplemente salí, toqué y ya está. Puede que ahora, si me dice que suba, me ponga nervioso o algo así, pero en aquel momento no le di importancia.
Pero imagino que fue un momento importante.
Sí, así fue. Me di cuenta de que la guitarra era realmente un medio para implicarme en la sociedad. Recuerdo que el público estaba impresionado, cuando salí, me dijeron: “¡Pero si has tocado igual que é!l ¿Cómo es posible?”.
¿Qué pasó después?
Estuve dos años tocando en bandas cuyos miembros me doblaban la edad. Yo tenía unos 16 años y ellos entre 30 y 35. Lo hice por diversión. Luego, en 2016, empecé a hacer giras por Italia.
Fue un cambio brusco en la vida de un niño tímido que hasta los 15 años apenas salía. Durante este periodo de cambio sufrió mucha ansiedad. Curiosamente, decía que de niño solía cerrar los ojos en la cama y verse a sí mismo tocando la guitarra, se sentía relajado, sentía que podía hacer cualquier cosa. Fue la guitarra su lugar seguro y la que le dio fuerzas para superar ese periodo turbulento de su vida. La ansiedad remitió con el tiempo y desde hace unos tres años empezó a sentirse bien. Al respecto, cuenta:
“La primera gira que hice me causó mucho malestar, porque yo era un niño muy introvertido, muy de casa, y de repente estaba solo recorriendo el país, enfrentándome al mundo exterior. Fue complicado. Esa gira fue con un guitarrista estadounidense, hicimos ocho conciertos en siete días y en ocho lugares diferentes. Luego seguí haciendo conciertos en Europa. En 2018 fui por primera vez a México, y en enero de 2019 estuve por primera vez en Estados Unidos. También estuve de gira por la India y hacía todo esto tocando en bandas de músicos, antes de obtener el título de guitarrista más rápido de la historia”.
¿Cómo obtienes el título?
Ocurrió en 2019 en el Sanremo Music Awards, un festival muy importante en Italia. Ya me conocían, sabían de mi habilidad con la velocidad. Entonces me llaman y me dicen: “Mira, queremos contar el número de notas por segundo que puedes tocar para establecer el récord y darte un premio”. Eso fue en diciembre.
Allí prepararon todo para validar el nuevo récord, montaron cámaras en el brazo de la guitarra, etc. Me ofrecieron tres intentos. En el primer intento hice 99 notas por segundo, en el segundo hice 102 y el último es el récord, 129, que fue algo épico, porque hasta ese momento el récord estaba en 27 notas por segundo. Y así comenzó lo del título del más rápido de la historia.
¿Qué pasó con la revista Rolling Stone?
Resulta que me invitan a la celebración del aniversario de la revista Rolling Stone Brasil, en el estadio Sambódromo do Anhembi de São Paulo. Eso fue en noviembre de 2021. Me dijeron que querían ver si tocaba esas notas en directo porque no me habían visto tocar en vivo, hasta ese momento todo lo que habían visto era grabado.
Llegué a Brasil el día 18, el 19 me entrevistaron en la televisión y el director del festival me dijo que no repitiera el récord aún para que al día siguiente estuviera listo para hacerlo en el show. Pero poco después, en un espacio privado, me dice: “Quiero que toques rápido frente a mí, quiero ver cómo lo haces y te prometo que te haré entrar en la eternidad de la música”.
Me quedé pensando y cogí la guitarra y toqué. Se fue y no me dijo nada. Al día siguiente hice el concierto y tampoco me dijo nada. Volví a Roma con esas palabras en la cabeza y unos días después salió la publicación en la revista afirmando que aquella actuación había sido inmejorable. Confirmaron que, en efecto, era “el guitarrista más rápido de la historia”. Dicho por la revista Rolling Stone tiene gran relevancia porque esa revista siempre ha nombrado a los más grandes de la historia.
Hacemos una pausa, tomamos agua y suena por los bajos el ya legendario, cubanísimo pregón: el bocadito de helado. (Quien quiera grabar en esta ciudad debe prestar gran atención porque puede colarse, aun en bajos decibeles).
Retomamos la conversación donde quedó, tras aclarar algunas contradicciones sobre el título que le fue concedido en San Remo y no en Brasil, como publicaron algunos medios en internet.
Lo Surdo habla rápido, de memoria, distraído, gesticula mucho. A la caza de la interrupción, espero la oportunidad, el momento de respiro.
¿Entonces lo que sucede es que la revista te prestigia, te hace trascender?
Sí, sí, San Remo es donde empieza todo, pero es la revista la que lo confirma y suma prestigio al título. Pero lo cierto es que antes la velocidad de la guitarra no era tan importante. Sí, establecías el récord, pero no salías de gira, no hacías nada más, sólo tenías el título; esta vez la gran diferencia es la cantidad de notas que se logra y que está avalado e impulsado internacionalmente por la revista Rolling Stone.
Apareces por la misma época en la portada de un importante libro: Historia de la Música Rock Memories Vol. II junto a nombres de la talla de Los Beatles, Pink Floyd, Jimi Hendrix y John Lennon.
Por eso fue tan importante la mención de Rolling Stone. Gracias a ello, un escritor italiano, Maurizio Baiata, crítico musical que había sido director de la revista en Italia, me llamó y me hizo una entrevista. Lo publican y en una semana recibe más de 50 mil “me gusta”. Entonces me llama y me dice que está haciendo un libro sobre la historia del rock, desde Los Beatles hasta nuestros días, y que le gustaría incluirme y ponerme en la portada.
¡Me quedé abrumado! Te puedes imaginar, en la portada junto a The Beatles era algo inimaginable para mí, increíble porque en ese libro están todos los grandes de la historia.
¿Cómo llegó una de tus guitarras a la exposición permanente del Sigal Music Museum de Greenville (Carolina del Sur) junto a instrumentos utilizados por celebridades de talla mundial como Wolfgang Amadeus Mozart y Frederick Chopin?
Tuvo mucho que ver el libro que mencioné hace un rato. Tuvo buena acogida en Estados Unidos y el museo acabó mostrando interés en que donara una de mis guitarras.
Este museo es muy importante, no solo atesora instrumentos de músicos de renombre, como los que has mencionado, sino que además cuenta con instrumentos de música en general, de muchos siglos de antigüedad. Algunos incluso se utilizan a veces.
Pues ellos, sabiendo lo que había conseguido, dijeron: queremos una guitarra de ese chico que ya está inmortalizado en un libro de la historia de la música.
Davide, tu ascenso ha sido rápido, has conseguido méritos increíbles, el libro, el museo, pero tocar rápido trasciende el mérito, el récord. ¿Alguna vez te ha preocupado que no se entienda lo que haces? Hábleme de las impresiones del público.
Mira, realmente, la velocidad fue el camino. Cuando salió el libro, fue algo que me sorprendió mucho, de verdad, todavía me asombra.
No me gusta la velocidad, me divierto haciéndolo, pero no me gusta. En cambio, sin la velocidad no existiría nada de lo que he conseguido hasta hoy. No estaría en el libro, no hubiera llegado Rolling Stone. Para mí fue una manera de llegar a la cima.
Pero tengo canciones melódicas, muchos no lo saben porque no buscan, siempre piensan: “Bueno, sí, solo toca rápido, y no es así”. Yo toco lento, tengo melodías; pero no buscan y se crean un prejuicio.
Muchas veces yo mismo me digo que la velocidad no tiene un gran valor, pero, gracias a ella, hemos logrado un nivel único. Con 24 años, conseguir lo que hemos logrado es único. Además de que la velocidad es algo que no busco: no me propuse ser el más veloz; fue algo que llegó solo, sin mucho esfuerzo.
En cuanto al feedback del público, ha sido el mismo desde que comencé con 14 años. Solo que ahora hay un cambio. Por ejemplo, recuerdo una vez que salí con mi tío, toqué en un bar. Nadie me conocía, pero la gente que comía dejaba todo, les gustaba lo que veían y oían. No es una reacción de indiferencia; es un show, y yo siento eso.
El cambio de entonces a ahora es que la gente me conoce, tiene una expectativa (“ah, el guitarrista más rápido, el del libro”). Pero el feedback no ha cambiado, sigue siendo igual.
Lo Surdo no sabía mucho sobre Cuba antes de venir, el criterio más cercano que tenía coincidía con la visión de los turistas que relacionan Cuba solo con diversión. En cambio, sí conocía la música cubana y su poder rítmico bailable. Es un fan de, cómo él dice, “la salsa cubana”, el baile de casino.
Tomó clases por diversión, para ocupar su tiempo libre y porque le gusta socializar, hacer amigos. Además, apunta con tino, “la salsa cubana te pone de muy buen humor, comienzas a escucharla, te sale la sonrisa, te pone muy feliz.
¿Cómo llega la propuesta de viajar a Cuba?
Fue entre Guglielmo Mattia, mi representante y Carlos Seara, Gerente de EBM World en Cuba; se pusieron de acuerdo para buscar patrocinadores y poder venir. Sabemos que en Cuba la situación económica es compleja, por lo que no hemos pedido dinero.
Por ejemplo, con una gira a cualquier país de América Latina podríamos pedir mucho dinero por una actuación, pero aquí nunca llegamos con ese interés. Y la verdad es que no ha hecho falta, las cosas se hicieron mucho más grandes de lo que podíamos esperar. La invitación al FitCuba, el Cubadisco, la propuesta de donar mi segunda guitarra a un museo [Museo Nacional de la Música]. También quisiera agradecer a la Embajada de Cuba en Italia; se mostraron muy interesados y nos apoyaron mucho.
¿Cuáles son los objetivos de cara al futuro? ¿Tienes previsto grabar un álbum, crear tu propio proyecto de mayor formato?
Me gusta mucho que las cosas surjan, pero a veces me sucede que no sé bien qué hacer porque las cosas han sido al revés y eso me confundió: libros, museos…, eso debió llegar al final, no al principio.
A veces me pregunto: “¿Qué tengo que hacer ahora?”. Bueno, por lo pronto estoy terminando un disco con canciones de mi autoría como Full Emersion, importante para los que juzgan sin escuchar, ja. “Full Emersion” es una canción que tiene mucha melodía, tiene una construcción. Quizá más adelante conforme una banda. Por ahí ando.