Las precipitaciones de los últimos días han sido recibidas como el maná milagroso y salvador. Ante la sequía que asola a la capital cubana, cualquier gota de agua que caiga del cielo es vista con buenos ojos ya que con ella llega la esperanza de que reverdezcan los campos y aumenten los cultivos de verduras y hortalizas que tanto se añoran en la mesa familiar.
Pero no en todos los contextos la lluvia es considerada una bendición. Les cuento que esta semana me encontraba en los prestigiosos estudios Areito de la EGREM, ubicados en San Miguel entre Campanario y Lealtad, en Centro Habana, conversando con la cubana Susana Orta López, vocalista del grupo musical suizo Siga Volando, cuando sentí que una gota de agua mojaba mi cabeza. Por un momento pensé que era el resultado de mi imaginación pues en un buen rato el suceso no volvió a repetirse.
Justo cuando finalizábamos nuestro diálogo sentí que comenzaba a tronar y fue cuando el agua hizo su entrada triunfal en uno de los estudios de grabación ubicados en la planta alta de la casa discográfica.
Ante la mirada atónita de los músicos presentes en el estudio el agua irrumpía a través del falso techo, que tiene ya signos evidentes de humedad. El resultado de la iniciativa de recoger el agua, en recipientes improvisados con pomos de aguas cortados a la mitad, era similar a cuando se tapa una herida con una curita sin antes haberla desinfectado.
Mi sorpresa fue en aumento cuando al salir a una especie de recibidor frente al estudio para esperar sentada a que escampara, el aguacero se reproducía en esa área del edificio donde el falso techo también mostraba huellas evidentes de un deterioro acumulado. Ese es el precio que se paga cuando no se les proporciona un mantenimiento oportuno a los edificios. Entonces, en muchas ocasiones, es necesario recurrir a una costosa reparación capital.
“Los precios de grabación en estos estudios oscilan entre 30 y 60 CUC la hora”, me comentó Alejandro Mayor, líder de la agrupación Gala Mayor. “Y lo más preocupante”,-acotó el también productor musical- es que no sabemos qué sucedería desde el punto de vista legal “si se mojan los instrumentos de los músicos, algo que por suerte hasta ahora nunca ha pasado”.
No podemos olvidar que la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales, EGREM, está reconocida oficialmente como la Casa discográfica cubana más antigua. Desde su fundación, en 1964, resguarda el patrimonio sonoro de la Mayor de las Antillas. Más de cinco décadas de música grabada en Cuba.
La EGREM tiene un prestigio bien ganado pues por sus estudios han pasado figuras de la talla de Barbarito Diez, Merceditas Valdés, Elena Burke, Tito Gómez, Celia Cruz, Olga Guillot, el Conjunto Casino, Los Muñequitos de Matanzas, La Sonora Matancera con Daniel Santos, Nat King Cole, Alfredo Sadel, Josephine Baker, el maestro Vicente Garrido, Harry Belafonte, Toña La Negra, los Chavales de España, Los Cinco Latinos, Miriam Makeba, Fito Páez, Bola de Nieva, Celina y Reutilio, Miguelito Cuní, Emiliano Salvador, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Juan Formell y Los Van Van, Chucho Valdés, Omara Portuondo y otros integrantes del Buena Vista Social Club.
Entonces, no puede perderse todo ese tesoro integrado por más de 50 mil registros sonoros de la música cubana guardados en discos, cintas, cassettes, DVD, matrices que recogen parte del catálogo fonográfico y audiovisual de la disquera.
Se asuela, no asola
Sencillamente penosa la situación. A ver, si se echan a perder instrumentos, micrófonos, computadores, tratamiento acústico… en fin, la tecnología instalada allí, no hay que ser adivino ni erudito para saber que su rescate sería más costoso que darle el mantenimiento requerido al techado de esa instalación. En estos tiempos, hay que sacar muy bien las cuentas.