El béisbol cubano está de luto por el fallecimiento este martes de una de sus más relevantes figuras: el lanzador matancero Jorge Luis Valdés.
Considerado el mejor lanzador zurdo en la historia de las Series Nacionales, “Tati” Valdés tenía 63 años al morir, refiere la Agencia Cubana de Noticias (ACN).
La información oficial no precisa la causa de su deceso, pero medios no oficiales y publicaciones en redes habían dado cuenta de un deterioro de su salud desde un tiempo atrás.
Nacido en Jovellanos el 12 de febrero de 1961 —por lo que estaba cerca de cumplir 64 años— , Jorge Luis Valdés Berriel resaltó como uno de los pitchers más dominantes en la isla.
El llamado “Zurdo de Oro” dejo números impresionantes desde el montículo, gracias a un amplio repertorio y una inteligencia y aplomo únicos para lanzar.
Durante 20 Series Nacionales, sumó 234 victorias —el segundo en este apartado, por detrás de Pedro Luis Lazo (257)— y 166 derrotas, 46 lechadas, 3134 entradas lanzadas, más de 200 juegos completos, 1982 ponches y 3.13 promedio de efectividad, cifras extraordinarias en una época en la que se empleaba el bate de aluminio.
Su repertorio, recuerda Jit, incluía una recta de 90 millas por hora, cambio de velocidad, slider, curva y knuckleball como “arma principal”, especialmente contra bateadores derechos. Todo ello, con un envidiable control sobre sus envíos al plato.
Falleció Jorge Luis “Tati” Valdés, gloria del deporte cubano
Destacado lanzador zurdo matancero, de excelentes dígitos en series nacionales e invicto en torneos internacionales de #beisbol. #Cuba #DeporteCubanohttps://t.co/eyXXAqOGSG pic.twitter.com/DvBS1LBRde— JIT Deporte Cubano (@jit_digital) January 29, 2025
“Tati” Valdés fue el pilar desde el box de los invencibles Henequeneros del manager Gerardo “Sile” Junco, que hicieron historia a inicios de los 90 y ganaron dos campeonatos cubanos consecutivos, además de un subtítulo.
Además, brilló igualmente como lanzador de las selecciones cubanas en la considerada época de oro del béisbol cubano a nivel internacional. Fue campeón olímpico en Barcelona 92, y mundial en las cuatro copas en que participó: La Habana 1984, Holanda 1986, Italia 1988 y Edmonton 1990.
“También alzó cetros en juegos centrocaribeños y panamericanos, así como en Copas Intercontinentales y Juegos de Buena Voluntad. En esos torneos cosechó fue de ocho victorias sin derrotas”, apunta Jit.
Una de sus actuaciones más memorables la protagonizó en los Panamericanos de 1991 en la capital cubana, donde tiró un no hit no run frente al conjunto de Canadá. En torneos domésticos había hecho lo mismo en 1984 ante el poderoso equipo de Villa Clara.
Tras su retiro forzado junto a otras figuras en la década de 1990 —en una muy cuestionada decisión de las autoridades beisboleras— se desempeñó en Japón, aunque luego volvió a jugar par de temporadas con Matanzas antes de poner definitivamente fin a su carrera deportiva. Posteriormente fue también entrenador en Cuba y en Brasil.
Su muerte ha causado consternación entre aficionados y especialistas del béisbol dentro y fuera de la isla, y ha motivado numerosos mensajes de condolencia y homenaje a su notable carrera.