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Proyectos como el videoclip “Espiral” del dúo cubano-español “Son Dos” y Los Van Van han contado con su don y su ángel para el baile. Fluye con ligereza, porque para Lorena Flores Dieppa (Güines, 5 de mayo de 1995) bailar es como “estar en casa”.
Su pasión comenzó desde niña: “Mis padres me ponían películas musicales, y yo quedaba cautivada. Me interesé desde entonces por lo artístico, sobre todo por la rama danzaria”. Aunque confiesa entre risas que a sus cinco años dijo que quería ser karateca, la danza se apoderó de todo.
Se graduó en nivel elemental de la Escuela Vocacional de Arte “Juan Pablo Duarte” (aunque terminó los estudios en “Amistad Cuba-Canadá”). Durante su carrera no solo se ha dedicado a bailar; también es coreógrafa, instructora de danza y regisseuse (directora de escena).
Cree que nunca se debe dejar de aprender: “Tenemos que ser valientes y confiar en nosotros, estudiar, no creer que ya lo sabemos todo, pues estamos en constante evolución, aprendiendo de lo bueno y de lo malo. Yo agradezco a todos mis maestros, desde el primero hasta el más actual. Ellos han sido un pilar fundamental en mi formación, y por supuesto a mi familia completa, que siempre está al pie del cañón”.
Nació en Güines y aunque hoy reside en Madrid, España, en sus redes sociales siempre relucen sus raíces cubanas. “Actualmente estoy bailando en la compañía de Danza Española de Sara Martín. He tenido la oportunidad de pisar el Auditorio Nacional de Madrid junto a la Orquesta Metropolitana dirigida por Silvia Sanz. A todos ellos las gracias infinitas”, expresó.

¿Cómo fue convertirte en bailarina?
Muy duro. Esto demanda muchas horas de entrenamiento y cumplir un horario a rajatabla. Antes de la danza española estudié la especialidad de ballet clásico en nivel elemental. Fue puro aprendizaje, evolución, buenas amistades y maestros.
¿Qué géneros bailas y cuál prefieres?
Danza española (flamenco, danza estilizada, escuela bolera) ballet clásico, folclore cubano en general, bailes urbanos, danza moderna y contemporánea. Me gradué de nivel medio en la especialidad Danza Fusión en a la compañía Lizt Alfonso Dance Cuba, a la cual admiro y agradezco una grandísima parte de mi formación como bailarina y maestra. De todos los géneros el que más me apasiona es el flamenco.

¿A qué desafíos te has enfrentado durante tu formación y trayectoria artística?
Aprender tantos géneros danzarios ha sido un reto, pero a la vez algo muy bonito. Dominarlos me ha hecho más libre.
Entre las vertientes profesionales que ejerces, ¿cuál disfrutas más?
¡Qué difícil! Todas ellas. Esas tres piezas (bailarina, coreógrafa y profesora) completan mi rompecabezas.
A lo largo de tu carrera, ¿qué presentaciones te han marcado?
Estuve desde los 15 años hasta los 28 estudiando y trabajando en la compañía Lizt Alfonso Dance Cuba. Hicimos muchas presentaciones por todo el mundo, en escenarios maravillosos. Cada experiencia era más bonita que la anterior, pero definitivamente ser la primera compañía cubana danzaria en bailar en los Latin Grammys en 2015, en el MGM Garden Arena de Las Vegas, fue un pelotazo. Creo que aún estoy soñando, sigo en shock (risas). Compartimos escenario con artistas internacionales como Nicky Jam, Silvestre Dangond y ChocQuib Town.
Agradezco de todo corazón a Lizt y a la compañía completa, maestros incluidos, por la experiencia inigualable.

¿Qué recuerdos tienes de tus años en la isla?
Mi familia, mi municipio Güines —del cual estoy muy orgullosa— su gente, mis amigos, mis maestros, el azul del malecón, el Gran Teatro de La Habana…y por supuesto la danza, que siempre me acompañó.
¿Sientes que el talento cubano se reconoce en el mundo?
En el medio en el que me estoy moviendo ahora, que es el mundo de la danza española y el flamenco en pleno Madrid, hay un gran respeto y reconocimiento hacia los artistas cubanos, y eso hace que nos sintamos arropados. Confían mucho en nosotros y en nuestra buena preparación. Dondequiera que llegue un artista cubano bien preparado, arrasa. Me atrevo a decir que somos puro sentimiento.

¿Se convierte el hobby en profesión o la profesión en hobby? ¿Cómo incide esta relación en tu cotidianidad artística?
Depende de muchos factores, cada uno es un mundo diferente. Creo que influye el ambiente en que te muevas. Está el perfil de personas que aman su profesión y la ven como un hobby, la disfrutan, aprenden, viven de ella al máximo, la respetan, la cuidan, le ponen amor.
En segundo lugar está el/la que ama lo que hace y cuando llega a un nuevo sitio el propio ambiente empobrece ese amor y le hace cambiar de opinión. Lo rechaza, sea, por culpa de algún maestro o compañero, o por la mala enseñanza. Esto me da tristeza y me indigna.
En mi caso, veo la danza como un hobby al que respeto demasiado. Lo cuido sin olvidar de cuidarme. Esto último lo he ido aprendiendo con el tiempo.

¿Qué proyectos te gustaría consolidar en el futuro?
Desde que llegué a Madrid, además de seguir bailando, he estado más vinculada al audiovisual, cosa que me fascina desde pequeña. Me encanta estar tras las cámaras, y el mundo de la fotografía.
He podido dirigir tres videoclips, dos para el álbum en solitario de Rafa Tena, quien es mi pareja, y con el cual comparto proyectos artísticos, y uno para el grupo “Son Dos”. En el futuro me encantaría seguir relacionada con el mundo del audiovisual y, por supuesto, vendrán muchas sorpresas en la danza.