Retrocedemos. Como diría Lenin, un paso adelante, dos pasos atrás.
Después de haber comenzado con buen pie su recorrido por el circuito de eventos internacionales, Santa y Andrés de Carlos Lechuga ha sido rechazada por el Festival habanero.
Partamos de la premisa de que los censores piensan que hay una lógica, por retorcida que sea, detrás de sus acciones. Y de sus inacciones. Puedo entender el trazado de límites: la mayor parte de las sociedades modernas rechaza de una u otra forma las expresiones que le resultan moralmente inaceptables. Cualquier obra fascista, racista o anexionista debería, en mi opinión, ser censurada. E incluso el anexionismo, con todo y lo repugnante que (me) resulta, podría generar un debate saludable.
Ahora bien, intentemos desentrañar la lógica del delimitador de primaveras. ¿Qué se gana censurando una película?
-Que la gente no se contamine con un producto ideológicamente perverso y de baja calidad artística: Falso. Es obvio, debería ser obvio para ellos que la gente toda la vida ha buscado con más voracidad lo prohibido. Por demás, quienes rechazan la película no saben nada de cine y sí mucho de cómo flotar sin hundirse. Los cineastas, en cambio, recomendaron la inclusión de la película en el certamen. Dicho de otro modo, el ICAIC no escucha a quienes se supone representa.
-Quitarle protagonismo al producto condenado y al artista que lo creó: Falso. Por el contrario, lo que se consigue es crear otro enorme revuelo mediático en todo el mundo y en la blogosfera cubana independiente. Estos no son los tiempos en que se podía desaparecer a alguien, condenarlo a un no ser creativo, como ocurrió con Virgilio Piñera.
-Que el artista se porte bien: Falso. La injusticia genera rebeldía. Y cansancio, pero de otro tipo: no es que el artista deje de crear, es que deja de crear aquí. Ahí tenemos a Ian Padrón y a Juan Carlos Cremata en los últimos tres años. Es decir, ahí no los tenemos, pues los artistas simplemente emigran a latitudes más tolerantes. No es que no queden cineastas en Cuba –uno levanta una piedra y hay diez realizadores independientes–, pero de lo que se trata es de no seguir negando espacios y cortando las alas a artistas de talento, de no seguir purgando de rebeldes el arte nacional.
-Que los artistas no cuenten mentiras sobre nuestra realidad: Falso. Falso, en primer lugar, que el arte deba contar las cosas con absoluta verosimilitud histórica; en segundo lugar, que fueran mentiras las que esta obra refleja. E incluso si lo fueran, habría que demostrarlo con argumentos, no con excomuniones. La censura solo genera resentimiento.
-Ellos están ungidos con el don de saber lo que nos conviene: Falso. Si algo saben, es lo que les conviene a ellos. La sociedad cubana no es un párvulo inocente que se va con el primer engañabobos. (Y si lo fuera, habría que ver quién la convirtió en eso).
-Esas son pataletas de una minoría disidente e intelectualoide: Falso. Errores históricos como los que refleja la película afectaron –y afectan– a mucha gente. Como diría Frank Delgado, nos quieren mansitos e incondicionales, pero el arte no puede ser complaciente, tiene que provocar, y una manera de hacerlo es hurgar en lo más incómodo y soslayado del pasado reciente (aunque, desde mi punto de vista, no debe limitarse a eso).
Lo que subyace acá es, en sustancia, el recelo conservador ante cuanto se escape de las manos de los censores, el deseo de eternizar un estado de emergencia en el cual un proyecto independiente no es solo incómodo, sino un crimen. Es la noción de que tanto la historia como nuestra vida deben ser diseñadas desde arriba. No se trata de que “este no es el momento” para decir esto o mostrar aquello, pues mientras los censores obren con impunidad, ese momento no llegará nunca.
En una sociedad sana el progreso de las libertades y el bienestar ciudadanos debería ser constante. Deberíamos mirar al pasado y ver cuánto hemos mejorado y no cuántos viejos errores estamos repitiendo. El artista propone, se arriesga, se mete en candela porque, en buena medida, en eso consiste ser artista. El mundo nos pasa por el lado y mira con curiosidad nuestra miseria, y en el mejor de los casos le toma un par de fotos.
Con una cámara buenísima.
buenisimo!!!jajaja
y quien censora a los censores?
“El mundo nos pasa por el lado y mira con curiosidad nuestra miseria, y en el mejor de los casos le toma un par de fotos.”
Santas palabras!!!
Primero que nada, una observacion : se comienza censurando un poco, despues esto se convierte en la mejor manera de dejar de polemizar y de tener que rectificar. La censura es innata en los regimenes dictatoriales y endemica en los totalitarios…;los Ilumiadoe Egocentricos no tienen que rendirle cuentas a nadie y esa superioridad, no tolera pensamiento disidente….ademas, los censores no tienen argumentos para convencer !!!
De acuerdo con todo. Solo un detalle, es verdad que a Virgilio lo censuraron aquí, pero parece que siguió publicando tranquilamente en Argentina, así que su obra encontró lectores. Si acaso, nos lo perdimos nosotros entonces, él pudo continuar como escritor. O eso leí en algún sitio, ahora no recuerdo dónde. Igual alguien más informado sobre su obra nos pueda aclarar eso.
Me imagino que Iroel y su orquesta estén a punto de sentenciar que esa película le “hace el juego al enemigo”…como hizo con Nicanor…
y cual es el tema de esta pelicula? que resulto censurada,perdonen mi ignorancia .
del Llano, entonces ? A qué latitud deberín viajar los principios para regresar con la tolerancia que le imponga el dinero?
Eduardo del Llano: todos somos censores. Todos tenemos límites entre lo que moral, politica y culturalmente es aceptable o no. Para usted el unico límite parece ser las obras fascistas, racistas o anexionistas (estas no tanto) pero resulta que ese es SU LÍMITE, no el de muchas otras personas. Para mí por ejemplo, la pornografía, la apología del capitalismo, de la sociedad de consumo, los que ofenden valores patrios, símbolos nacionales, los que promueven la conciliación con los enemigos de nuestro Pueblo, los censurara. Por ejemplo, para mí hubiera sido un buen límite que en estos momentos amargos que atravesamos todos los cubanos, cuando honramos postumamente y lloramos la pérdida del cubano más grande que parió el siglo XX On cuba no le publicara este artículo, pero ya ve, ese no es el limite de On Cuba ni el suyo. Y a lo mejor On cuba o Usted consideran que este comentario no está en los límites de lo tolerable y me lo censuran.
Estoy de acuerdo con usted en que todos tenemos diferentes límites. Por eso creo que una sociedad debe reducir los temas prohibidos al mínimo, para satisfacer a todo el mundo. Si a usted no le agradan determinados temas, pues ignórelos, ese es su derecho y su albedrío, pero no limite la posibilidad de otras personas.
Y no crea que este no es también para mí un momento amargo. Ahora bien, la crítica no tiene por qué ser intermitente, y que lloremos la pérdida de Fidel no le quita un ápice de seriedad al hecho de que Santa y Andrés fue censurada. La semana que viene Fidel seguirá muerto y estaremos, en cambio, en un Festival sin la película de Lechuga.
E.
Isidro, me han dicho que la película ofende al pueblo cubano y al Comandante en Jefe.
He leído otras opiniones sobre el mismo tema que me parece válido valorar “sin censuras” y así completar las telas o los rollos por donde cortar :
http://www.cubarte.cult.cu/es/article/47222 y http://www.cubarte.cult.cu/es/article/47343; también desde Cuba, aunque desde las instituciones
Perdon, Isidro, le estoy respondiendo la pregunta que hizo Julio Sanguili,
De Llano, sigo tus comentarios y como tendencia coincido con tus criterios. Ya leí hace unos días al respecto en este mismo espacio. Siempre he pensado que las cerrazones no ayudan, aunque a veces no queda otro remedio, lo queramos reconocer o no, hace más de 50 años somos una plaza sitiada y no es, precisamente, una metáfora. Anoche, Rafael Correa lo apuntabala en su discurso. Solo me parece cuando menos inoportuno enfatizar en esto (problemas que debemos encarar y resolver de la mejor manera) en estas circunstancias. Un saludo desde Santiago…
Yo leí la declaración que hace el Presidente del ICAIC respecto a su artículo, al que califica de provocador http://www.cubarte.cult.cu/es/article/47343 que en una de sus partes expresa:
” la disposición sobre la película es una cuestión de principios. Independientemente de sus resultados artísticos y de las posibles intenciones de sus creadores, el filme presenta una imagen de la Revolución que la reduce a una expresión de intolerancia y violencia contra la cultura; hace un uso irresponsable de nuestros símbolos patrios y referencias inaceptables al compañero Fidel”
Estas acusaciones son bien serias. Si esto es verdad y si yo estuviera en la piel de quien toma ese tipo de decisiones, mi derecho no es ignorarlo, mi deber es oponerme a ello. Si alguien quiere ver ese tipo de ofensas a Fidel, a los símbolos patrios yo le digo: tiene toda la libertad y el derecho de ver esa película en dondequiera, menos en los cines de Cuba ni en un Festival auspiciado por Cuba. Ese es de los límites que a mi juicio no son negociables.
No sé a usted, pero mi amargura por la muerte de Fidel, se convertiría en ira si veo proyectar en un Festival que él ayudó a fundar una ofensa o irrespeto a su figura. También me hubiera indignado si ocurriera con él en vida.
señor goicochea, todos tenemos limites, todos somos sensores, para nosotros mismos en nuestro criterio, pero nadie tiene el derecho de censurar al otro o ponerle limites a otros sin razon y sin ley. es obvio que es una injusticia esta censura, una pelicula laureada en muchas otras partes del mundo, que lo que refleja es una verdad, una parte de la sociedad cubana. si el gobierno cubano no quiere que se hable mal de el, entonces que no de los motivos para hacerlo. ahora con la censura tenemos otro motivo para seguir hablando.
Jorge Goicochea, acláreme una duda: ¿la decisión de no poner la pelicula se tomó antes de la muerte de Fidel? Aunque coincido con Ud. que si ofende a Fidel no merece proyectarse en el Festival ni en ningún cine cubano.
Señora Rosa:
Respeto su criterio, pero tengo uno diferente. El respeto al derecho ajeno es la paz, decia Benito Juárez. Yo no tengo derecho a censurarla a usted, yo no tengo el derecho de decidir que obra se proyecta en los cines cubanos, o en el Festival de Cine Latinoamericano de La Habana, el gobierno de Cuba SÍ lo tiene. Las instituciones culturales, en este caso el ICAIC, tiene esa potestad. Le asiste la ley. Las razones que adujo el Presidente del ICAIC para tomar esa decisión las puse en otro comentario y no lo voy a repetir aquí. Son argumentos serios, a mí me gustaría que el autor del artículo, se refirieran a esas acusaciones.
Usted como yo, es libre de decidir si los comparte o no; usted está en su derecho de criticar esa decisión, de hecho lo está haciendo como yo tengo el derecho de apoyarla.
Yo no he visto la película, e incluso personalmente no estoy en contra de que quien la obtenga por cualquiera de las tantas vías que existen hoy en día para obtenerla, la vea; pero si de lo que se le acusa es cierto, estoy a favor de que no se exhiba públicamente en los cines cubanos.
Decididamente coincido con usted, Jorge, si ofende a la Revolución y a Fidel, ni un tantico así… Ya tenemos bastante con las barbaridades de Trump.
Y yo me pregunto la conciencia revolucionaria de nuestro pueblo no está preparada para todo, como decía el comandante. Este tipo de películas a favor o en contra de cualquier gobierno o sistema se ven en todo el mundo, censurarla no va a ser la solución al contrario como dice el autor, la vamos a ver por una u otra vía hasta los que pasan de ella por su contenido en contra de los principios revolucionarios. Este no es un pueblo instruido e inteligente, dejen entonces que la gente decida si es veraz lo que se expone en la peli o no. A que le temen?
Siempre alrededor de la censura aquí se generan inconformidades. Censura hay en todos los países, en todos los medios, en el arte, al punto que un editor no asume un libro, o una gran productora cinematográfica no asume un proyecto, o una cadena televisiva no exhibe una serie o incluso decide eliminar un programa determinado. Esa es una práctica que al parecer solo se convierte en un problema o en un polvorín cuando ocurre en Cuba. Creo que las instituciones cubanas que representan al Estado, están para velar la calidad de la creación y la producción cultural que se pone a disposición del público, sobre todo, porque nuestro país, nuestra sociedad que se diferencia de otras, trata de influir en la formación de las personas, en especial en las más jóvenes generaciones. No quiere decir que no se acepte en la creación la crítica social, ejemplos sobran en el audiovisual, que desde un discurso artístico excelentemente estructurado, se muestren realidades y la vida cotidiana de un grupo de personas, de un sector, de un momento. Pero la agresión, la ofensa, incluso hasta la mentira o la verdad manipulada, por supuesto que no es admisible. Es una pena, que habiendo tantas cosas dolorosas para la mayoría de los cubanos y de significación histórica para Cuba y el mundo ocurriendo en nuestro país hoy, haya quienes traten de poner de protagonista del momento a este audiovisual del que dentro de poco, no se hablará, como ha pasado con Regreso a Ítaca, o mucho antes con Alicia…¿quién habla hoy de ellas? .
¿Pero de lo que estamos hablando es de censura a secas, o estamos hablando de que el ICAIC no aceptó su exhibición en el 38 Festival de Cine Latinoamericano y en los cines de Cuba? ¿Estamos hablando de que “habla en contra del gobierno” “o del sistema” o estamos hablando de que ofende a Fidel y a los símbolos de la Patria?
Es algo que no me queda claro, porque para mí no tiene la misma connotación. He visto películas cubanas hacer críticas profundas (y otras no tanto) a aspectos del sistema, a defectos de nuestro entorno social etc. y no han sido que yo sepa censuradas, pero algunos comentarios aqui hacen alusión a que la pelicula se refiere en alguna de sus partes a Fidel de manera ofensiva o irrespetuosa y ahí, con perdón de los foristas que piensan diferente, eso no quiero verlo yo en los cines de Cuba.
Que sencillamente en los cines de la Revolución no se proyecte ningún bodrio que la intente ofender. No hay espacio para los enemigos de la Revolución en nuestros cines, en nuestros medios de prensa. Ellos no nos lo dan y son quienes nos acosan, enfermizamente, quienes nos atacan, quienes nos invaden cada día con sus millones dedicados a la subversión. Dentro de la Revolución: Todo; contra la Revolución: NADA!!!
Esto se pone caliente, caliente! Ahorita vi uno de un tal Triana, que la pone buena: http://www.cubarte.cult.cu/es/article/47370
La parte que más risa me da es la de que los cineastas cubanos emigran a “latitudes más tolerantes” para poder hacer cine, no se puede negar que el humor de Eduardo del Llano es bueno…
He leído los debates suscitados alrededor de los textos publicados en la revista On Cuba por Eduardo del Llano y Dean Luis Reyes. Yo ví la película y sólo apelo a mi sentimiento para emitir un criterio sobre ella. En principio, considero que a las instituciones les asiste el derecho de velar por la calidad de lo que promueven. Y esa calidad, más allá de la factura técnica de la obra artística, implica el respeto a los más elevados principios de la sociedad y la Patria. En los últimos tiempos ha existido una tendencia a reflejar en algunas películas el deterioro exacerbado de nuestra realidad, ya sea desde historias temporalmente recientes o no. Pareciera una necesidad imperiosa de mostrar al mundo nuestras sombras para encajar, para estar de moda. No estoy en contra de las autocríticas. Valoro las esencias provocadoras del arte, pero más admiro a aquellos que critican y provocan sobre la base de los valores que hemos defendido por tantos años. Los artistas y creadores tienen un compromiso social. Son responsables de la formación de una conciencia social que trasciende generaciones, sus obras no pueden convertirse en mero hecho populista, deben dejar una huella en el sentimiento de quienes las aprecian. “Santa y Andrés” no será el caso. Supe que, para buscar una solución a las preocupaciones que se han estado planteando, el Ministerio de Cultura y el ICAIC propusieron un debate público con invitados de distintas procedencias sobre la película, después del Festival de Cine.
alguna persona de Cubarte que seguro me lee por acá, pudiera por favor decirme qué tanto se demoran en publicar mis comentarios de esta mañana en los foros que ha generado este texto y el de Dean Luis? Gracias!
Bien Eduardo!
Lucido e interesante como siempre.
Un fuerte abrazo,
Omar Gutierrez Arenas.
YA estamos hasta el techo de la intolerancia, hay que dejar que cada uno saque sus propias conclusiones y no querer pensar por uno. No somos robots o es que tienen miedo.
La
y esto? no es censura… es.. “cancelación” https://oncubanews.com/cultura/buena-fe-no-actuara-en-tampa/
¿Eduardo del Llano cree de verdad que allá, en “las latitudes más tolerantes de Trump”, van a recibir con los brazos abiertos a los jóvenes cineastas “rebeldes” que huyan de nuestro reino de censores? A lo mejor como “mansitos” meseros y lavaplatos.
Y dice asimismo: “La sociedad cubana no es un párvulo inocente que se va con el primer engañabobos. Y si lo fuera, habría que ver quién la convirtió en eso.” Del Llano, vamos a hablar en serio, si algo hizo Fidel y la Revolución fue sacar a este pueblo del oprobio y convertirlo en una masa consciente y culta.
Mientras sigue este debate sobre la censura aquí, “cancelan gira de Buena Fe por EEUU tras mostrar su apoyo a Fidel Castro”, titular que así aparece en el nuevo herald de hoy. Es evidente que “la libertad de expresión” tiene límites inverosímiles, y no precisamente en Cuba. Pero retomando el tema, no entiendo cuál es el afán de algunos en la defensa a ultranza de una película, o de las películas, que tratan de denigrar a la Revolución, que se proponen únicamente reflejar las cosas feas y malas de un país, que solo después de 1959 se colocó en el mapa como una Nación digna, en lo que el liderazgo de Fidel fue decisivo. Tampoco he podido entender mucho, por qué jóvenes realizadores que debían agradecer su formación gratuita y la posibilidad de su desarrollo profesional a la Revolución y a este sistema, se empeñan en poner su talento al servicio de mentiras que no han vivido o de verdades sesgadas, tampoco vividas por ellos. Si los jóvenes creadores están investigando para realizar sus obras, deberían reflejar otras realidades que sí fueron vividas por la mayoría de la población rural antes del triunfo de la Revolución, cuando los niños descalzos no tenían escuelas, o cuando los jóvenes y adultos no sabían leer ni escribir… Cuándo volveremos a tener películas que muestren los conflictos sociales del momento o que desde el humor, magistralmente critiquen realidades y prácticas, como Memorias del Subdesarrollo, La Muerte de un Burócrata, Los Sobrevivientes…De los premios mejor ni hablar, que festivales premien a filmes que sin relevancia artística ni tan siquiera conceptual, presenten a la Cuba que no existe, no es noticia.La obra de arte auténtica trasciende su tiempo, y se recuerda por todos, y a pesar de estéticas y del paso del implacable, los más viejos que ya la concíamos y los más jóvenes que no la habían visto, la disfutan y comprenden.
Espero que de este debate que se ha suscitado, todos aprendamos y en especial el joven Director de la película de marras, que solo está al inicio de su carrera, que puede ser brillante desde su compromiso con estos tiempos y con la Patria.
A propósito de lo que aquí se discute, incluyo algunos fragmentos del cuerpo legal que califica la operación de censura en el cine cubano, y que sumé a mi respuesta a Fernando Rojas. Es como sigue:
“Teniendo en cuenta el respeto por la operación institucional en la cultura que enarbola Rojas en su texto, así como el “derecho inalienable” que corresponde al ICAIC de decidir sobre la exhibición de las películas, debo recordar que esa política se rige por la ley 589 del 7 de octubre de 1959, denominada «Creación de la Comisión de Estudio y Clasificación de películas cinematográficas y disolución de la Comisión Revisora», conexa a la Ley de Creación del instituto.
“En el séptimo por cuanto de ese texto, se dice: «En riguroso acatamiento al artículo 47 de la Ley Fundamental de la República que declara interés del Estado la cultura en todas sus manifestaciones y libres la expresión artística, y la publicación de sus resultados, se hace necesario proveer para que tal regulación y clasificación no se convierta en un aparato de coacción o de censura que deforme la obra de arte, la haga inaccesible al público y rebaje las posibilidades de información y los derechos reales de nuestro pueblo».
“Más adelante, en el artículo 1.a indica que esa ley está dirigida a: «Garantizar el más absoluto respeto por la libertad creadora, la expresión de las ideas y el derecho a divulgar la obra cinematográfica y condenar toda forma de discriminación lesiva a este principio, ya en el orden filosófico, científico, o en la de la fe religiosa». Y sigue, en el artículo 1.d, señalando entre las potestades de esa comisión: «Estudiar y clasificar las películas que deban exhibirse en nuestro país, rechazando las de carácter pornográfico o las escenas que puedan clasificarse de tales, y los films que sin análisis crítico ni intención artística alguna, se conviertan en apología del vicio y del crimen; y autorizando el resto de la producción según una escala de exhibición por edades, en atención a principios educacionales perfectamente claros y razonados».
Hasta donde sé, es una ley vigente. Tiene que ver con ejercer con transparencia –término que mucho preocupa a Rojas- la mediación cultural. Y con otorgar mérito al ejercicio político de cualquier institución.
Pero esa Comisión no existe hace muchos años.
A mi realmente no me interesa ver Santa y Andrés. Creo igualmente que las instituciones, al ser propiedad del Estado, (Estado que está presidido por la misma persona que preside el Gobierno y ambos están dirigidos por el PCC, cuyo Primer Secretario es el mismo que el Jefe de Estado y de Gobierno, jefes todos de Fernando Rojas y sus compañeros del MINCULT y el ICAIC ) tienen el derecho a exhibir en sus cines, sus festivales y su televisión lo que decidan, eso es de una lógica incuestionable. Lo cuestionable aquí es la ausencia de instituciones diferentes de las estatales, instituciones no estatales, que respondan a criterios independientes de las estatales y que sean supervisadas por estas, claro está. La Revolución es un fenómeno social en el que cabrían todos, incluso los Carlos Lechuga con su película quizás francamente mala y los Dean Luis Reyes con sus criterios quizás trasnochados. Sin embargo, no es legítimo que desde el poder de las instituciones oficiales y sin que exista legalmente otras vías para la exhibición pública y comercialización de esos productos culturales, se impidan que sean sometidos al soberano, EL PUEBLO, al que todos los funcionarios debieran respetar empezando por reconocer el derecho que tiene de existir y organizarse al margen de lo que usted llama institucionalidad y de consumir lo que le da la real gana. Peor aún es que esa institucionalidad, que es la única que existe, se de el lujo de excluirlos, sin que existan recursos legales efectivos para oponerse a la posible arbitrariedad administrativa. No, querido Fernando, no tiene usted toda la razón, usted expresa un miedo, en mi criterio infundado o extremista, a un desmontaje de la institucionalidad estatal y es lógico porque usted es parte de ella. Pero no tema, la sociedad cubana seguirá abriéndose caminos paralelos a la institucionalidad estatal, y no necesariamente tiene que ir a la derecha, de hecho puede que estén más a la izquierda que algunas estatales que tenemos hoy, y estarían además en todo su derecho, que no es menor que el suyo o el de la institución que Ud. representa, y será además saludable, porque cuando un grupo de creadores independientes logren articular un Festival de Cine independiente del Estado, como lo hace hoy Leo Brouwer con los de música, y que al parecer también les disgusta dada la poca promoción que le dan; cuando otros artistas organicen giras por los barrios independientes del Estado que apoya a algiuno porque no le queda otro remedio, pero apenas lo visualiza en los medios masivos; cuando se convoquen festivales de artes plásticas con invitados internacionales por la convocatoria de nuestros artistas y a pesar de eso ustedes, los funcionarios sigan haciendo bien su trabajo, encontraremos un sano equilibrio, alejado de un totalitarismo cada vez más insostenible e innecesario y que tiene que cambiar. Créame que lo estimo y lo respeto. Reconozco lo mucho que ha hecho y hace por el desarrollo cultural, usted y los cuadros no cuadrados, pero no tienen el derecho de ser los únicos que decidan lo que yo veo y a decidir por mí lo que es bueno o no, para eso están los críticos que me darán las guías para ejercer mi criterio desde mi libre albedrío que es diferente al anarquismo. No hay que que confundir. Es cierto que la mayoría de las veces la institucionalidad de la cultura ha estado muy acertada, prueba de ello es todo lo que se ha logrado. Pero los tiempos cambian y todos debemos cambiar con ellos, adaptarnos, crecernos ante los retos y siempre buscar soluciones aceptables a los problemas, no problemas a las soluciones. En cuanto a la censura, créame que lo que hace es promover lo peor, ciertamente. Y por cierto, lo que está faltando y mucho es la crítica. Hasta la Victoria Siempre!
Sacar a relucir a estas alturas un documento elaborado en octubre de 1959 es, cuando menos, infantil. Por esos mismos días de octubre de 1959 comenzaba el gobierno norteamericano a aplicar medidas en contra de la naciente Revolución. Pero aún no se habían roto las relaciones diplomáticas con los EEUU; el embargo comercial a Cuba fue declarado un año después; no se habían producido ni los ataques de Playa Girón, ni la Crísis de Octubre; Cuba no se había alineado aún con el campo socialista, ni siquiera se había declarado como país socialista_ algunas de las situaciones que en su momento ayudaron ineludiblemente a replantear y dibujar el rumbo ideológico y político _ y cultural_ de la joven nación. Y, a mi manera de ver, aquí sí hay un otro gran error atribuíble a la dirigencia histórica del ICAIC: el no haber sido capaz de adaptar la misma dialéctica de la Revolución a sus políticas internas respecto al talento artístico, así como a la producción y exhibición de los filmes, incluido el manejo de la censura, comisión revisora, o como se le quiera llamar.
Ahí está el documental PM (1961), que no es sino el “libretazo” más trascendental del cine cubano. Un material hecho a las espaldas de la dirección del ICAIC, exhibido primero olímpicamente por la TV cubana y que luego, bajo los mismos argumentos que se esgrimen ahora aquí, pretendía pasar a los circuitos nacionales de exhibición comercial. (Cualquier parecido con la producción del cine ” independiente” cubano actual NO es pura coincidencia). Sobrevalorado ayer y hoy, lo único positivo que dejó para la historia fueron las conocidas palabras de Fidel a los intelectuales.
Ha llovido mucho desde que se redactó aquel documento anexo a la creación del ICAIC en octubre de 1959; sería bueno considerar documentos más recientes, como la Constitución de 1976, donde se consagra a Cuba como un estado socialista, la que, a su vez, ha sido 3 veces enmendada, atendiendo a que la tierra, al parecer, se mueve; no permanece estática.
Kiki Alvarez
Santa, Andrés y la complejidad de la silla.
Lo primero es Santa y la silla, una imagen que nos incita a interrogarnos antes de entrar en el relato. ¿Quién es esta mujer que atraviesa un recorrido tan largo con una silla en la mano? ¿De dónde viene, a dónde va? No lo sabemos, pero querer conocerla es lo que conduce el itinerario dramático de esta película.
Santa y Andrés es la historia de Santa; ella es la protagonista y vigilar a Andrés, para que no salga de su casa durante tres días, su misión. Por eso la silla. Santa llega, informa el objeto de su visita y se sienta frente a la casa de Andrés, dispuesta a ser espectadora y testigo de la cotidianidad de este hombre que vive en el margen de la sociedad.
En ese principio Santa y Andrés son opuestos, ella es revolucionaria y el un escritor censurado, obligados a estar juntos durante un tiempo por una circunstancia que ellos no han decidido pero que los conduce, poco a poco, a un acercamiento y a un reconocimiento del otro que define la voluntad humanística de esta película.
Santa es frontal y Andrés es sinuoso: ella tiene una verdad que defender y él un secreto que ocultar; pero al principio es ella la que esta tensa e incómoda con la situación, mientras que él, acostumbrado a este tipo de visitas, se muestra más relajado. Lo hermoso de este encuentro es que a medida que se conocen y Santa se va relajando y aproximando, Andrés se va crispando; él es un hombre herido, desconfiado, que con la irrupción de Santa, recibe el regalo de una amistad inesperada.
Para cumplir su misión, Santa no ha sido bien orientada, ni siquiera sabe muy bien por qué Andrés es considerado un peligro para la sociedad. Jesús, su jefe, con el cual es evidente que ha tenido una relación sentimental, le da órdenes muy concisas y esto hace que ella le reproche que su intención es mantenerla ocupada y lejos de él.
Sobre estás sutilezas en las relaciones entre los personajes es que están montados los sucesos que convierten a Santa y Andrés en una película compleja ante la cual tenemos que aprender a posicionarnos.
Santa y Jesús son personajes que representan por su compromiso y participación a la Revolución, pero ninguno de los dos son la Revolución en su sentido más abarcador y trasformador de toda la sociedad. Santa es una mujer sola y marcada por un infortunio familiar que se encuentra inmersa en un proceso de crecimiento y comprensión del mundo y de la sociedad en que vive; Jesús, por su parte, es un hombre cosificado, comprometido y visceral en la defensa de los principios a los cuales se ha entregado con convicción; En esa dicotomía, la enunciación del filme se bifurca en dos rostros y en dos maneras de vivir, entender y defender, el proyecto liberador de la Revolución Cubana. Santa y Andrés podría haber sido “Santa y Jesus”, pero entonces si habría sido una película sobre la confrontación entre interpretaciones y practicas ideológicas, y no la película sobre el acercamiento entre las diferencias que se propone ser.
Por eso es un error de lectura interpretar el diseño del personaje de Jesus como un ataque contra la Revolución. Jesus, repito, no es la Revolución, es una manera de entenderla y defenderla que esta película y su realizador cuestionan y proponen discutir.
Por eso la protagonista es Santa. Ella es el personaje que crece, que se transforma, ella es la que le pide a Andrés que se quede, ella es la que confía en la solidaridad, en el mejoramiento humano, en una sociedad inclusiva con todos y para el bien de todos.
Por eso todo depende de la silla con que carguemos para sentarnos a verla y de nuestra capacidad para cuestionarnos, una vez más, ¿qué fuimos, qué somos, qué queremos ser?
Si miramos a Andrés y a toda la película desde la silla de Santa, aprenderemos a ver más allá de las apariencias, de los preconceptos, de los condicionamientos. El arte es un espejo que no siempre nos devuelve nuestra mejor imagen, pero cuando esto sucede lo que nos propone es tomar distancia y reflexionar.
Yo me quedo con la femineidad interior de Santa, con la belleza irradiante de la flor, con la delicadeza suicida del colibrí.
Por eso al final, cuando uno escucha “El colibrí y la flor” sobre los créditos, yo no pude dejar de sentir que esa flor era Cuba…
“Yo soy el colibrí si tú me quieres
Mi pasión es ser torrente
Y tú la flor”
Kiki Alvarez
Finca San Tranquilino
San Antonio de los Baños
21 / 11 /2016
Yo estoy totalmnte de acuerdo con la nota del ICAIC.Hace algún tiempo proliferan los cineastas resentidos que, en vez de desarrollar temas positivos sobre nuestra sociedad, que sobran, se dedican a resaltar los aspectos mas negativos sin el necesario equilibrio, como si se regocijaran con nuestras carencias, mal agradecicdos ademas porque muchos de ellos son cineastas gracias a los recursos QUE TODOS NOSOTROS, pagamos a traves del Presupuesto para el desarrollo de la Cultura.
Tambien me resulta asqueroso ver como artistas admirados aca por monedas de plata como Judas, se venden presentandose en programas de Miami como el del desertor Carlos Otero, donde se denigra a nuestro país y especialmente a Fidel y despues vienen aca y se presentan ante nuestro pueblo como si no hubiera pasado nada.Hay que acabar con eso y el Ministerio de Cultura debe acabar con tanta tolerancia.Si quieren simpatizar con la gusanera miamera, que en estos monetos festeja la muerte de Fidel, por favor, que se muden para alla.Se lo vamos a agradecer.
Como dijo Martí, para los que le quieren hacer el juego al Imperio, a Trump y sus Neonazis es Hora de los Hornos.Lamento si algunos malos patriotas se queman en ellos.
Fraternalmente
Michael Vazquez
Me gustaria vivir en un país donde los politicos sean blanco de criticas, donde no haya ningun intocable, ni siquiera el mismo Jesucristo. El ICAIC, la UPEC, organismo gubernamentales donde sus integrantes abogan por una reforma estructural que hagan desaparecer jerarquías basadas en la política, y sus directivos se niegan al cambio. Somos definitivamente una sociedad disfuncional, con codigos medievales. Da pena como para algunos el limite es la ofensa a la figura de Castro y ninguno mide sus palabras para ofender a los cristianos, a los testigos de Jehova, a todos los defenestrados por el comunismo
Michael Vazquez Montes de Oca, con amigos como Ud., la Revolución Cubana no necesita enemigos…
Que pena siento por Ud!No he visto lo que dices llamarse tu “nueva pelicula” que es censurada por el ICAIC, pero su habito de criticar hasta el cansancio, a las instituciones del pais y a la Revolucion Cubana ( con aciertos y desaciertos), conducida por un hombre execcional, Fidel y apoyada por la inmensa mayuria de los cubanos. Me irrita maxime en esta hora de dolor que merece respeto. Lo hecho por los que hicieron la Revolucion no tiene precedente en cuba, gracias a ella los cubanos, aprendimos a pensar por si mismo a entender el concepto de dignidad y fue Fidel y su programa quie saco a este pais del oprobio y la miseria en la que vivia, muy a pesar de los problemas que tenemos hoy.Parece que no sabes o no te interesa saber, nada de la historia de tu país y sí sueles comportarte como un lacayo, casi siempre, y un hipercritico que por demas no creo mucho aportes siquiera a la cultura cubana. No te equivoques la mayoria de los cubanos abogamos por mejorar el palis, que como toda sociedad tiene imperfecciones. pero desde dentro y con respeto. Siempre desde posiciones de principios con la Revolucion. Apoyo la decición del ICAIC.
Miossotys, muy bien que apoye la “decición”, pero mejor si la apoya con “S”…
¡Qué viva la censura y el partido de paso!
Michel Vazquez Montes de Oca, Pidámosle también equilibrio al NTV. Yo creo que el buen cine de Cuba equilibra el triunfalismo televisivo. Sólo un ejemplo: ‘Conducta’ equilibra los reportajes, casi religiosos, del comienzo de cada curso escolar. Como buena obra de arte, a lo Stendhal, pasa un espejo por el camino.
Yo no he visto Santa y Andrés, así que, a diferencia de Miossotys, no puedo estar de acuerdo con el ICAI. Tengo toda la capacidad para discernir lo bueno de lo malo, lo sentido de lo fingido, lo profundo de lo superficial, y la chapuza de lo artístico.
Miossotys, este artículo no tiene nada que ver con el fallecimiento de nuestro Comandante Fidel. La primera noticia apareció un día antes de su fallecimiento. En cualquier caso, en esta hora de dolor y de mucho honor también debemos recordar una frase de Fidel: ‘Me hice revolucionario cuando empecé a pensar por mí mismo’ (Cien horas con Fidel, de Ignacio Ramonet).
Articulo 39 ch de la Constitución de Cuba, aprobada por la Asamblea Nacional y por referendo:
ch) es libre la creación artística siempre que su contenido no sea contrario a la Revolución. Las formas de expresión en el arte son libres;
Si su contenido es contrario a la Revolución, el ICAIC no solo puede, SINO DEBE, rechazarla del Festival. En ese Festival se invierten los recursos del Estado y se aplica la politica cultural cubana. El que crea que afuera no censura que intente colocar una pelicula sin tener dinero detrás…eso si es censura…implacable….Estoy de acuerdo en que se tomen ese tipo de decisiones, con seriedad. Hay demasiado dinero invertido ( reconocido por ellos) por los vecinos (EEUU) para socavar el pais, para que la gente no crea en sus instituciones, para corromper, para que la gente vea “lo malo que esta esto”, etc etc. De todas formas, todos sabemos que hoy no hay censura posible, está el paquete, Internet, las USB…la vera todo el que quiera…o sea, que el rechazo del ICAIC es más bien hasta formal. ¿ O será que se está buscando eso para darle más “visibilidad” a la película, para asegurarle “éxito”?
Miossotys se nota mucho que la Revolución no solo no te enseñó a pensar por ti misma, sino que tampoco te enseñó ortografía 😀
Michael Vazquez, en un país deben caber todos, piensen como piensen, no te parece? Eso hace muchos siglos que es un derecho humano.
Sr Fabio Granda: Según su lógica, también la Ley de Creación del ICAIC, de marzo de 1959, muy anterior a la de Creación de la Comisión, está fuera de contexto. ¿Deberíamos considerar infantil su perfecto acatamiento aun hoy? Y para que lo tenga claro: la censura de PM ocurrió justamente a través de esa comisión que, según usted, no debería ser tomada en cuenta. Vaya que le queda bien poner la cronología legalista como razón de pertinencia. Desde su perspectiva, la Ley de los Derechos del Hombre también está superada. Y si le parece que el ICAIC carga como error no haber sabido atemperar su funcionamiento a la evolución de la Revolución cubana, pues sepa que ello fue precisamente por aplicar un dirigismo vertical, la potestad del Presidente por encima de la opinión de los creadores. Lo mismo que hace en MinCult ahora. Léase el epistolario de Titón para que vea cómo Alfredo Guevara tomaba decisiones que otros no compartían. Y si PM se hizo “a espaldas” del ICAIC es porque todos tienen el derecho a expresarse libremente –como consagra la Ley que usted denosta.
No creo que sea necesario ver una película para darse cuenta de cómo son las cosas o para ver que el sol tiene muchas manchas (aunque no es lo único que deberíamos ver por supuesto, pero están). Como también creo que muchas veces se censuran “cosas” por la opinión retrógrada de algunos pocos, que no han podido evolucionar debidamente con los tiempos. No he visto la película, pero después de tanto debate me gustaría verla para decidir por mí si es real ese ataque a esta revolución del que dicen que se hace en el filme.
Y pienso, ¿acaso hubiese sido distinta la censura si fuera otro el momento histórico, si nuestro comandante aún viviera?
Al conocer el debate que se ha generado con la película, pareciera que esta fue concebida como un golpe de estado, y no creo que sea para tanto. La mayoría de nuestra producción cinematográfica hace una fuerte crítica a nuestro país, y al final…no es para tanto.
Tenemos que respetar la opinión y las ideas de los demás.
Martí, un hombre sin igual, dijo en su discurso “Con todos y para el bien de todos”: “(…) Se me hincha el pecho de orgullo, y amo aún más a mi patria desde ahora, y creo aún más desde ahora en su porvenir ordenado y sereno, en el porvenir, redimido del peligro grave de seguir a ciegas, en nombre de la libertad, a los que se valen del anhelo de ella para desviarla en beneficio propio; creo aún más en la república de ojos abiertos, ni insensata ni tímida, ni togada ni descuellada, ni sobreculta ni inculta, desde que veo, por los avisos sagrados del corazón, juntos en esta noche de fuerza y pensamiento, juntos para ahora y para después, juntos para mientras impere el patriotismo, A LOS CUBANOS QUE PONEN SU OPINION FRANCA Y LIBRE POR SOBRE TODAS LAS COSAS, -y a un cubano que se las respeta (…)”.
Si lo que dice la película es mentira ¿para qué censurarla? Todo el mundo verá una mentira. Si lo que dice es verdad, ¿por qué censurarla entonces?
Si, en un país deben caber todos pero los que lo traicionan y hacen juego a los que quieren destruir la patria , dandole la razon a sus enemigos con ocultas inteciones anexionistas,deben atenerse a las consecuencias
La bandera cubana es anexionista, unos señores muy iluminados la crearon en Nueva York. Una obra fascista es el documentalismo de Santiago Álvarez, ninguna de los dos está censurado.